“Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi
suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad
que me ha tocado” Salmo 16:5-6
Los miedos
respecto al presente y al futuro, generalmente conducen a las personas a vivir
inquietas, angustiadas, e incluso acongojadas. Todos los días escuchamos
historias tristes y desconsoladoras que de alguna manera, afectan nuestra vida,
y que sumadas a las dificultades personales y familiares, hacen que sea muy
común hoy en día, sufrir de inestabilidad emocional, sintiéndonos en algunas
oportunidades llenos de fuerza y valentía para enfrentar los problemas, pero en
otras, completamente derrotados y frustrados.
Esa
inestabilidad solo la podemos contrarrestar cuando nos apoyamos en Dios, para
confiar en Él, para entregarle nuestro presente y dejar que nos guíe hacia el
futuro, pues sólo Él conoce el camino correcto que debemos seguir para
encontrar vida, salud y bendición. Esto fue lo que experimentó el rey David,
quien tuvo que vivir muchas situaciones difíciles que le llenaban de temor e
inseguridad, pero ante las cuales, Él tomó la decisión de apoyarse en Dios,
entendiendo que Él era su porción en la tierra de los vivientes, su heredad, su
copa, su suerte. Cuando tenemos esta certeza, aprendemos a esperar en Él
confiadamente, teniendo como resultado el favor de Dios, quien nos sorprende
con tremendas respuestas, con su amor, su provisión y su paz en medio de la
tormenta. Confiar en Dios nos genera estabilidad y tranquilidad.
Dios conoce
detalladamente su vida y su futuro. Si usted hoy se encuentra inseguro del
mañana, o tiene propósitos por empezar, pero no sabe si eso es lo que le
conviene, o si por el contrario, ya emprendió un proyecto, pero tiene
incertidumbre sobre el mismo; o tal vez, esté viviendo persecución, le invito
para que descanse en Aquel que lo conoce todo y que tiene para usted un futuro
de bendición. Pídale que en su vida se cumplan los planes de Él, puesto que son
muchísimo más altos que los nuestros. Comience a hacer uso de su Palabra y por
supuesto de la oración, la preciosa herramienta que el rey David usaba a
diario, y que traía descanso y paz a su vida, al punto que a pesar de estar
siendo perseguido y con peligro de muerte, aún se atrevía a decir que podía
dormir tranquilo. (Salmo 3:1-6)
0 comentarios:
Publicar un comentario