sábado, 2 de abril de 2016

Jesús mi aliento eterno


“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35)


Podemos afirmar que para los discípulos no era difícil asimilar este tipo de enseñanzas de Jesús. Sabían perfectamente que, aún cuando Jesús había dado de comer al hambriento y con sus propios ojos habían visto brotar los panes de los cestos sin que se agotaran, hasta haber alimentado a toda una multitud de miles, Él no les hablaba simplemente del nutriente físico.
Pienso que mientras Jesús hablaba, venían a sus mentes las conocidas escenas que desde que abrieron sus ojos al mundo, percibieron sus sentidos: los rebaños como copos de algodón adornando alegremente las verdes campiñas de Israel, calentadas por el sol radiante y los pastorcitos corriendo tras ellas, jugueteando mientras sus padres buscaban una fuente de agua limpia para abrevarlas y los pastos más tiernos para apacentarlas. Sólo quien conoce muy bien el oficio de pastor, sabe que las ovejas son animalitos desvalidos e indefensos, por naturaleza tímidas, cortas de vista pero con un oído muy agudo, que se abaten fácilmente si no tienen pronto alimento fresco y suficiente agua.
Sólo quien ha cuidado ovejas, podría hablar de esta forma y lograr una profunda y real comprensión de su mensaje. Ahora sabían que el mensaje ubicaba a Jesús como su pastor, y a ellos como las ovejas del rebaño. Esto implicaba que debían depender completamente de Él para su sustento, guía y protección. Era claro, que Él estaba dispuesto a ejercer su labor con entrega, con profundo amor y paciencia. Los resultados dependerían solamente de que ellos, como ovejas, creyeran, vinieran y permanecieran siempre cerca, formando parte del rebaño, oyendo atentamente la voz de su pastor y dejándose guiar a los pastos que saciarían su hambre y a las aguas de vida que calmarían su sed.

También a nosotros, el Buen Pastor Jesucristo, nos invita para que tomemos el alimento de su Palabra que nos nutre, sana y desarrolla. ¿Cómo lo podemos hacer? A través de cinco pasos que se convertirán en nuestras cinco vías de alimentación, a manera de prácticas diarias que se vuelvan hábitos saludables de vida, a saber: Oírla, leerla, estudiarla, memorizarla y meditarla. ¡Comience hoy mismo, y nunca más, nada le faltará!

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