Los hijos son una de las mayores
fuentes de satisfacción en la vida familiar. Educarlos como hombres y mujeres
de bien, es un proceso delicado y complejo que tiene como inicio la vida
matrimonial. Mientras más feliz sea una pareja en el proceso de lograr
crecimiento en su matrimonio, más capaz será de compartir esa felicidad con sus
hijos. Esto significa que lo primero que debe hacer un padre es aprender a amar
cada día más, primeramente a su esposa y luego, como consecuencia, a sus hijos.
Indudablemente, este amor viene de Dios, y para experimentar este amor hay que
amar a Dios con todo nuestro corazón.
Tristemente la tarea de la paternidad
ha sido descuidada en casi todas las sociedades del mundo, y muchos hombres
inician este camino sin ningún tipo de preparación, pero lo más delicado, sin
un adecuado modelo a seguir. Se lanzan a esta aventura muchas veces sin
comprender a ciencia cierta que el padre cumple un papel vital en el desarrollo
de niños emocionalmente saludables e integralmente equilibrados.
Aunque la madre por lo general pasa
más tiempo con los hijos, no podemos menospreciar el papel del padre, puesto
que él hace valiosas e irremplazables contribuciones al desarrollo de sus
hijos. Por ejemplo, del padre, el niño aprende los rasgos masculinos que
imitará y que formarán parte de su personalidad y desarrollo de su identidad
social, aprenderá el rol masculino en la familia y sociedad, y aprenderá a
desarrollar una sana actitud ante la mujer. La niña por su parte, aprenderá del
padre las diferencias entre los rasgos masculinos y femeninos, afianzando,
valorando y disfrutando su propia feminidad.
Así como el Hijo de Dios recibía todo
el amor, respaldo y protección del Padre celestial, así todo hijo necesita de
su padre:
• Que pueda decirle sin vacilar: ¡Te
quiero!
• Que lo escuche con paciencia y
atención
• Que tenga un tiempo exclusivo para
él
• Que le enseñe a vivir sabiamente y
sea un buen ejemplo
• Que le enseñe a conocer a Dios, le
ayude a desarrollar el hábito de la oración y a cultivar el amor a su Palabra
¡Ánimo, aunque esta tarea es difícil,
no es imposible, pues al padre y madre que dispone su corazón para ver la
gloria de Dios, Él mismo como Padre de todos, les ayudará, les sustentará y les
hará ver cómo lo imposible se hace realidad!
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