miércoles, 6 de abril de 2016

La Bendición De Ser Padres


“Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.” (Salmo 103:13)

Los hijos son una de las mayores fuentes de satisfacción en la vida familiar. Educarlos como hombres y mujeres de bien, es un proceso delicado y complejo que tiene como inicio la vida matrimonial. Mientras más feliz sea una pareja en el proceso de lograr crecimiento en su matrimonio, más capaz será de compartir esa felicidad con sus hijos. Esto significa que lo primero que debe hacer un padre es aprender a amar cada día más, primeramente a su esposa y luego, como consecuencia, a sus hijos. Indudablemente, este amor viene de Dios, y para experimentar este amor hay que amar a Dios con todo nuestro corazón.
Tristemente la tarea de la paternidad ha sido descuidada en casi todas las sociedades del mundo, y muchos hombres inician este camino sin ningún tipo de preparación, pero lo más delicado, sin un adecuado modelo a seguir. Se lanzan a esta aventura muchas veces sin comprender a ciencia cierta que el padre cumple un papel vital en el desarrollo de niños emocionalmente saludables e integralmente equilibrados.
Aunque la madre por lo general pasa más tiempo con los hijos, no podemos menospreciar el papel del padre, puesto que él hace valiosas e irremplazables contribuciones al desarrollo de sus hijos. Por ejemplo, del padre, el niño aprende los rasgos masculinos que imitará y que formarán parte de su personalidad y desarrollo de su identidad social, aprenderá el rol masculino en la familia y sociedad, y aprenderá a desarrollar una sana actitud ante la mujer. La niña por su parte, aprenderá del padre las diferencias entre los rasgos masculinos y femeninos, afianzando, valorando y disfrutando su propia feminidad.
Así como el Hijo de Dios recibía todo el amor, respaldo y protección del Padre celestial, así todo hijo necesita de su padre:
• Que pueda decirle sin vacilar: ¡Te quiero!
• Que lo escuche con paciencia y atención
• Que tenga un tiempo exclusivo para él
• Que le enseñe a vivir sabiamente y sea un buen ejemplo
• Que le enseñe a conocer a Dios, le ayude a desarrollar el hábito de la oración y a cultivar el amor a su Palabra

¡Ánimo, aunque esta tarea es difícil, no es imposible, pues al padre y madre que dispone su corazón para ver la gloria de Dios, Él mismo como Padre de todos, les ayudará, les sustentará y les hará ver cómo lo imposible se hace realidad!

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