“Este es mi
mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor
amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:12-13)
Sin duda el
amor es lo más bello y hermoso que podemos experimentar en la vida. Es el
ingrediente que hace a las personas cantar, sonreír, sonrojarse, sanar si están
enfermas, tener más ganas de vivir, sobretodo, vivir con esperanza. El amor es
lo que ha inspirado a miles de artistas, cantantes, pintores, escritores y
poetas. El amor nos atrae tan poderosamente que muchos no comen ni duermen por
pensar en un amor, otros pierden la ilusión de vivir si llegan a perder un amor,
y muchos más darían cualquier cosa, lo que le pidieran, por un poquito de amor.
Otros, por el contrario, hacen enormes sacrificios, grandes hazañas y actos
heroicos por amor. Pero, estas son sólo algunas facetas y manifestaciones del
amor. Entonces, usted se preguntará ¿Qué es el verdadero y completo amor?
¿Dónde encontrarlo?
Para tener
una idea de lo que es el amor, recordemos la enseñanza que al respecto dio el
mismo Señor Jesús a sus discípulos, a través de la conmovedora historia de un
habitante de Samaria, que encontrando a un hombre malherido en el camino, se
detiene y decide asumir su desgracia como una responsabilidad personal. Le
toma, limpia sus heridas, le monta en su caballo, lo lleva a una posada, lo
asiste hasta que se encuentra mejor. Como tiene que partir, lo encarga al dueño
de la posada asumiendo absolutamente todos los gastos y le pide encarecidamente
que lo cuide hasta su regreso. Al terminar, todos escucharon su voz: “Ve, y haz
tú lo mismo”.
Eso es amor.
No es un sentimiento. No una emoción. Es Dios mismo, actuando en nuestra vida y
dándose a través de nosotros, a los demás. Esto quiere decir que la naturaleza
del amor es espiritual y es transmitida por Dios a nuestro espíritu. El amor es
como ese viento apacible que nos acaricia suavemente sanando nuestro interior y
sirviendo de catalizador para liberar y movilizar todos los recursos y
potencialidades interiores adormecidas. Si se quiere vivir una vida extasiada
del amor divino, se hace absolutamente necesario, primero, comprender que este
es el amor con el cual Dios nos ha amado a través de su hijo Jesucristo.
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