"Por gracia den lo que
por gracia recibieron" Mateo 10:8
Dios quiere bendecirte y
favorecerte. Él quiere enriquecer tu matrimonio y tu vida espiritual. Él quiere
que seas sabio, que puedas discernir y tomar decisiones inteligentes que te
conduzcan a tener bendición en tu vida.
Sin embargo, tenemos que ser
cuidadosos con las bendiciones de Dios. No cuidadosos porque Él nos bendice,
sino que cuidadosos con lo que hacemos con esas bendiciones. Muchos de nosotros
recibimos las bendiciones de Dios, pero luego las convertimos en algo egoísta.
En Lucas 12:16-19, Jesús
habla de un hombre que fue bendecido en abundancia, pero al mirar de cerca el
conflicto en esta historia, vemos que da un giro en la dirección equivocada.
Vemos que el hombre bendecido
“pensaba dentro de sí mismo”. Allí es donde a menudo el problema comienza,
cuando comenzamos a preguntarnos qué hacer con nuestros recursos, pues el
egoísmo suele brotar. Mira el lenguaje aquí: “Y él pensaba dentro de sí,
diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?”
¿De quién son los frutos
(bendiciones)? Pertenecen a Dios: ¡Todo pertenece a Dios! Así que la mente de
este hombre se estaba volviendo egoísta. Estaba empezando a ver los dones de
Dios, las relaciones, los talentos, como cosas que se podrían utilizar para su
propio beneficio, y el egoísmo comenzó a penetrar en la fibra misma de quién
era.
“Y dijo: Esto haré: derribaré
mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis
bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos
años; repósate, come, bebe, regocíjate.”
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