Muchos ya no quieren comer o dormir por
pensar en un amor, muchos otros pierden la ilusión de vivir si llegan a perder
un amor, muchos darían cualquier cosa, lo que le pidieran, por un poquito de
amor. Otros, por el contrario, hacen enormes sacrificios, grandes hazañas y
actos heroicos por amor. Sin embargo, estas son sólo concepciones y
manifestaciones humanas del amor. Entonces, usted se preguntará ¿Qué es el
verdadero y completo amor? ¿Dónde encontrarlo?
Para responder a esta pregunta, debemos
empezar por decir que el amor no es un sentimiento, tampoco es una emoción como
muchos creen, sino que su esencia misma, es Dios, como lo dicen las mismas
Escrituras. Esto nos muestra que cuando le permitimos a Dios actuar en nuestra
vida, no solo nos llena, sino que nos da la oportunidad de compartirlo con
otros y seguir sintiéndonos igualmente satisfechos, lo cual nos indica que su
naturaleza, es espiritual y por lo tanto solo es transmitida por Dios a nuestro
espíritu.
No hay amor humano que pueda compararse
con el amor de Dios, puesto que el hombre es un ser limitado, finito, y todo lo
que él siente o hace, lleva esa marca, mientras que Dios es infinito,
inconmensurable, generoso, eterno, y así es su amor. Para comprender mejor este
concepto veamos los ejemplos maravillosos que a diario Dios nos da a través de
cosas, pero significativas, como la rosa que se abre cada mañana con sus bellos
colores para todos los seres que la quieren ver, o como el sol que sale para
buenos y malos, o la lluvia que cae para justos e injustos, o como el canto de
los pájaros que deleitan a ricos y pobres.
En otras palabras, este amor que viene de
Dios, no hace acepción de personas. Él lo ofrece a toda persona sin distingo,
sin discriminación. Por tanto, si deseamos vivir una vida extasiada de éste
amor, se hace absolutamente necesario aceptar por medio de la fe en Jesucristo,
este amor que viene de Dios. El amor de Dios, no tiene que ver con nuestra
conducta, tiene que ver con lo que somos ahora para Dios, sus hijos.
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