martes, 6 de marzo de 2018

LA UNIDAD DE LA FE




Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
- Efesios 4:11-13
No será suficiente que sólo algunos de nosotros crezcamos y digamos que los demás están mal. Las cosas no son así. Somos parte los unos de los otros. La Biblia dice que somos un cuerpo: el Cuerpo de Cristo.
Déjeme darle un ejemplo. Cuando empecé a enseñar la revelación de Dios sobre los principios de la prosperidad, empecé a tener una oposición increíble. Algunos pastores empezaron a llamarme y a regañarme porque yo no pedía dinero prestado, y me decían otras cosas. Por fin, un día, mientras oraba, Dios me dijo: "No enseñes más acerca de los principios de la prosperidad hasta que yo te diga".
¿Por qué no?, pregunté.
"Hay contienda en el campamento -me dijo. Hay algunos pastores que están enojados y en disensión contigo".
No me había dando cuenta de que al nivel en que estábamos en ese momento, iba a afectarnos a todos. No me había dado cuenta de que yo mismo no podía continuar ni funcionar en los otros principios de la prosperidad hasta que el resto del Cuerpo estuviera conmigo.
No somos islas en este mundo. Yo no puedo hacer nada sin que le afecte a usted; y usted no puede hacer nada sin que me afecte a mí. Estamos unidos por Dios pero nos sostenemos los unos a los otros (Efesios 4:16 ). Sólo podemos crecer juntos.
Aprenda a andar en amor. No sea presa de la división ni del aislamiento. Aliméntese de la Palabra diariamente y alimente a sus hermanos y hermanas para animarlos también, para poder crecer hasta llegar a ser "un varón perfecto [o maduro], a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo".

Aunque No Lo Podamos Ver, Las Palabras Del Padre Son Más Que Suficientes



Las personas del edificio al enterarse de que el edificio estaba en llamas rápidamente salieron de sus apartamentos, a excepción de un niño de 8 años de edad que dormía en el octavo piso, pues su papá había salido a comprar y su mamá estaba de viaje.

El fuego crecía cada vez más e iba subiendo piso por piso. Los bomberos intentaban apagarlo, sus esfuerzos eran cada vez imposibles El edificio estaba totalmente en llamas y los bomberos pidieron refuerzos a otras unidades de la ciudad.

El drama aumentó cuando los bomberos se dieron cuenta que había un niño en el octavo piso y el fuego crecía, iba ya por el quinto piso. De repente aparece el 
padre del niño preocupado por el niño, viendo este cuadro, los bomberos hacen un último intento, pero las escaleras no podían llegar hasta las paredes del edificio por haber fuego en todas ellas, entonces se escucha los llantos del niño, gritando – ¡Papi! ¡Tengo miedo!

El 
padre lo escucha y llorando le dice: – ¡Hijo! No tengas miedo yo estoy aquí abajo, No tengas miedo. Pero el niño no lograba verlo: - Papi no te veo, solo veo humo y fuego.

Pero el 
padre sabe que está ahí en la ventana porque el fuego lo ilumina: - Pero yo sí te veo, hijo.

- Hijo, ¿sabes qué debes de hacer?. Tírate, que aquí te agarramos todos los que estamos abajo, ¡TÍRATE!. El hijo le dice: – Pero yo no te veo. El 
Padre contesta. – Sabes cómo lo debes de hacer, cierra los ojos y lánzate! El niño dice: – Papi no te veo, pero allá voy!

Y cuando el niño se lanzó abajo, lo rescataron. Entonces el 
Padre lo abraza, llora con el hijo, juntos pero muy contentos. El hijo comprende que hay veces que al Padre no se le ve pero sus palabras son suficientes para confiar en él.

Así es nuestra vida, muchas veces hay muchos incendios, sentimos problemas parecidos a este niño y nuestro padre DIOS nos dice: ¡¡TÍRATE!! CONFÍA EN MÍ, y nosotros tenemos que lanzarnos aunque no veamos nada, ni sintamos nada, con 
FE tienes que salir adelante. ¡Porque sólo su palabra nos basta!

… He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mateo 28:20

… Yo nunca te abandonaré ni te desampararé.
Hebreos. 13:5

… Mas el Señor me ha sido por refugio, Y mi Dios por roca de mi confianza.
Salmos 94:22

… En el temor de Dios está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.
Proverbios 14:26



Un Gesto De Amor




El alma generosa será prosperada, el que sacie a otros será también saciado. Proverbios 11:25
Llovía fuerte y era de noche, cuando Renato se dio cuenta que una señora, de avanzada edad, estaba con su coche parado al costado de la carretera necesitando ayuda. Así que, inmediatamente, detuvo su vehículo y se acercó. La señora pensó, que podía tratarse de un ladrón, pues él no inspiraba confianza, tenía el aspecto de un hombre pobre y hambriento. Renato rápidamente percibió el temor de la mujer y le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, no se preocupe. ¿Por qué no entra a su auto mientras lo reviso? Le extendió la mano y le dijo: un gusto, mi nombre es Renato”.
Al inspeccionar lo que pasaba, inmediatamente se dio cuenta, que la rueda estaba pinchada entonces se agachó, colocó el gato mecánico, levantó el coche, cambió la rueda y cuando estaba en la tarea de apretar las tuercas, ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo estaba de paso por allí y de lo agradecida que estaba por su valiosa ayuda. Renato apenas sonrió mientras se levantaba. Ella le preguntó cuánto le debía, reflexionando íntimamente en todas las cosas terribles que podían haber pasado si él no se hubiese detenido para socorrerla. Renato era un hombre que no pensaba solo en el dinero, le gustaba ayudar a las personas. Este era su modo de vivir. Y le respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que se encuentre con alguien que tiene una necesidad, bríndele a esa persona la ayuda que necesite y en dicho momento, acuérdese de mí”.
Después de andar algunos kilómetros, bajo una lluvia torrencial, la anciana decidió parar en un pequeño restaurant al costado del camino. Rápidamente se le acercó una camarera quien le trajo una toalla limpia para que pudiera secar su cabello. La señora notó que la joven que la atendía, estaba con casi ocho meses de embarazo, pero a pesar de eso, tenía una muy buena actitud de amoroso servicio. Esto despertó la curiosidad de la señora, quien se preguntó, ¿cuál será la razón, para que ésta joven que no me conoce, me trate tan bien? En ese instante vino a su mente la imagen de Renato y lo bien que él había procedido con ella.
Al terminar de comer, y mientras la camarera buscaba el cambio, la señora se retiró. Cuando la joven volvió, ya no la encontró y mientras empezaba a preparar la mesa para el próximo cliente, encontró una nota en la servilleta y 4 billetes de 1.000 euros. Entre sorprendida y conmovida por semejante generosidad, sus lágrimas comenzaron a bañar sus ojos, mientras leía lo que la señora tiernamente le había escrito: “Hoy tuve un problema y alguien me ayudó, de la misma forma yo quiero ayudarte a tí. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda también a alguien más y acuérdate de mí”.
Aquella noche, la joven llegó a su casa cansada, después de un largo día de trabajo, se acostó y mientras observaba a su esposo quien ya se había dormido, se quedó pensando en el dinero, en las palabras que le había escrito la señora y en lo bien que les venía este regalo, porque el nacimiento de su hijo sería aproximadamente en un mes. Se dibujó en su rostro una gran sonrisa, agradeció a Dios, se volvió hacia su esposo que dormía a su lado, le dio un beso suave y susurró: -Todo estará bien: ¡Te Amo Renato!
Esta es la actitud que deberíamos tener todas las personas que hemos recibido a Jesús en nuestro corazón, como nuestro único Señor y Salvador, porque aun enfrentando momentos difíciles en nuestras vidas, deberíamos tener una sonrisa en nuestros labios y paz en nuestros corazones, porque Dios prometió estar con nosotros todos los días de nuestras vidas y jamás desampararnos.
Jamás olvidemos que todo lo que damos, vuelve a nosotros. Si sembramos el bien, eso mismo recogeremos. Acordémonos de Renato.