miércoles, 31 de agosto de 2016

La Certeza De Su Palabra


“Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas”. (Deuteronomio 30:14)

Uno de los más importantes requerimientos de la vida cristiana y que define nuestro éxito o nuestro fracaso, nuestra prosperidad o nuestra escasez, es oír y obedecer la Palabra de Dios.
Nada tan importante para experimentar la vida abundante que Cristo ofrece, como estar dispuestos a conocer la voz de Dios, a no olvidarla sino guardarla en lo profundo de nuestro corazón, amándola y dándole tal importancia, que se convierta en el principio rector de nuestra vida, en la guía de nuestro camino, en el mapa de nuestra existencia, en la brújula de nuestro paso por la tierra.
Todos aquellos que han descubierto este secreto han tenido vidas prósperas, maravillosas y desafiantes. Es el caso del rey David, que en uno de sus más inspiradores cantos, dice de la Palabra de Dios: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación... ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Salmo 119:97,103 y 104).
Es tan importante para el hijo de Dios, amar y obedecer su Palabra, que el mismo Señor nos encarga una y otra vez, que sean muy guardados sus mandamientos, los cuales fueron diseñados para ordenar nuestros caminos, para darnos vida, para que nos fuera bien en todo, para no ser avergonzados.
Esa Palabra, esa vida, esa prosperidad, está hoy a la orden del día. Está a nuestra disposición, muy cerca de nosotros, para que la cumplamos y vivamos.

«Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos?» (Deuteronomio 30:11-13).

El Verdadero Gozo


“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4)

Estar gozosos en todo momento y dar gracias a Dios en cualquier situación que nos toque vivir siempre será motivo de controversia entre aquellos que creen y confían y aquellos que no lo hacen.
Para la mayoría de seres humanos hay una palabra que se convierte en casi una obsesión, y esta es FELICIDAD. Queremos ser felices y pensamos o asociamos esto a posesiones materiales: regalos, joyas, casas, autos; ganar una competencia; vivir con las personas que queremos; hacer el trabajo más fácil, etc.
Todos nuestros esfuerzos se orientan a perseguir este fugaz objetivo toda la vida. Si la felicidad del ser humano depende de estas cosas es fácil entender entonces lo que ocurre cuando los negocios salen mal, muere algún ser querido, el dinero se acaba o perdemos el empleo; «nuestra felicidad» se esfuma y somos presa fácil de la desesperación.
Los hijos de Dios, los que conocemos y vivimos la grandeza de tenerlo en nuestra vida y corazón, aprendemos a vivir con GOZO, el mismo que representa la quietud, la confianza y la seguridad que nos da su Presencia y amor en nuestras vidas; entendiendo entonces con claridad lo que quiere decir: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28)
En otras palabras, Dios nos da su gozo, porque Él es alegre. Él es la fuente del gozo, de la misma manera que Él es la fuente del amor, de la verdad, de la misericordia. Por tanto, como hijos de Dios el gozo no debe ser una opción o un sentimiento circunstancial, pues se nos ha ordenado experimentar y expresar el gozo que Él mismo nos da.
Por eso, el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo nos dice: "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!". Naturalmente que el regocijarse en todas las circunstancias, y cumplir con esto es posible porque el verdadero gozo está en el Señor. De ahí que como hijos de Dios podemos regocijarnos internamente, aunque sea lúgubre todo lo que nos rodea. Su gozo será como un haz potente de luz capaz de disipar todas las tinieblas.

Tenga claro entonces lo siguiente: La felicidad en nuestra vida depende de los acontecimientos, pero el gozo depende de que Cristo more en nuestro corazón.

Alcanzando La Misericordia De Dios




“Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón”. (2 Crónicas 6:14)

Con estas palabras comienza su oración el rey Salomón, el día que dedicó a Dios el templo de Jerusalén. Salomón había conocido, a través de las enseñanzas de su Padre, que Dios era bueno, misericordioso y fiel. Pero ahora, Él mismo era testigo de cómo Dios guardaba sus promesas y cumplía sus Palabras. Dios había dicho a David que un hijo suyo edificaría casa a su nombre y se sentaría en el trono de Israel, y ahora, las dos cosas eran una realidad (2 Crónicas 6:15).
Pero Salomón también había entendido que Dios guarda su pacto y su misericordia con aquellos que lo aman, que le buscan y que andan delante de Él, con perfecto corazón, por eso escuchó muy atentamente la voz de Dios cuando le dijo a través de solemnes palabras: «Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas que yo te he mandado, y guardares mis estatutos y mis decretos, yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con David tu padre, diciendo: No te faltará varón que gobierne en Israel» (2 Crónicas 7:17-18).
Esta es la razón por la que Salomón no solamente ofrece esta gran obra arquitectónica, sino también su corazón para que en él reine la sabiduría del Señor, para que sus pensamientos, decisiones y acciones glorificaran a Dios, permitiéndole ser un rey justo que dirigiera con sabiduría a su pueblo (2 Crónicas 1:6-12). Es fácil entonces, contar con la ayuda de Dios y disfrutar de su bendición. Lo único que se necesita es creerle y estar dispuestos a obedecerle, para andar en integridad y rectitud y, entonces, agradarle en todo. Dios recompensa a aquellos que se vuelven a Él, le creen y le obedecen. A éstos, jamás deja con las manos vacías, sino que, por el contrario, hace todo lo necesario para bendecirlos, prosperarlos y sacarlos adelante.
Efectivamente, mientras Salomón anduvo en los caminos de su padre, sirviendo a Dios con todo su corazón, andando en integridad y guardando todos sus mandamientos, todo lo que hizo, su vida, su casa, sus negocios, su reino, fueron abundantemente prosperados, hasta llegar a ser el hombre más rico y próspero y el rey más sabio que haya existido jamás.

¿Quiere ver usted la bendición y la misericordia de Dios sobre su vida?

LA ORACIÓN ALEJA LA AFLICCIÓN


“Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios” (Esdras 9:5)

Cuando la aflicción llega a nuestra vida, podemos sentirnos devastados; pero la Biblia nos invita a doblegar nuestro corazón ante Dios, clamar desde lo profundo de nuestro ser y confiar en que Él conoce todo lo que necesitamos y anhelamos. Las circunstancias no son las que determinan nuestra calidad de vida, sino la fe en Dios. Cuando nada tenga sentido para nosotros y cuando los problemas parezcan ser más grandes de lo que podamos soportar, podemos recordar que Dios nos fortalece y que Él es nuestra ayuda. Cuando conocemos a Dios como Verdadero Papá, tenemos confianza plena en los momentos difíciles, somos fortalecidos por su Presencia y sabemos que al final siempre saldremos victoriosos. Para superar cualquier prueba o adversidad no tenemos otro camino que buscar fervientemente al Señor en oración y con absoluta certeza que Él vendrá en nuestra ayuda; esta es la manera como el hombre y la mujer de fe florecen en medio de los veranos más intensos o los más áridos desiertos, pues sus “raíces” se extienden hasta las corrientes subterráneas de donde pueden beber incesantemente. En tiempos difíciles, los que confían en los seres humanos se empobrecerán y se debilitarán espiritualmente. Pero quienes confían en el Señor tendrán abundante fortaleza, no sólo para seguir luchando por ellos mismos sino también por los demás. Los que viven por fe disfrutan de abundante satisfacción en tiempos tranquilos y descansan en el poder y el amor de Dios en tiempos de crisis e intranquilidad. Nos dice el Manual de la Vida “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de Él” (Eclesiastés 7:14) Hoy, nosotros también somos llamados a poner nuestra confianza en Dios, y a esperar de su mano lo mejor; solo Dios nos ayuda a superar las pruebas y adversidades que vivimos; somos sus hijos y nos ama, y siempre cumplirá su propósito de amor en cada uno de nosotros. Jamás olvide que el Espíritu Santo nos dará la fuerza y fortaleza necesaria para salir victoriosos de cualquier padecimiento

martes, 30 de agosto de 2016

Orando En Todas Partes


“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda”. (1 Timoteo 2:8)
PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Crónicas 29:10-20
La oración no solamente determina nuestra calidad de vida; la oración es la principal fuente de vida para el ser humano.
¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que nuestra vida tendrá la misma calidad que tenga nuestra oración. Una vida sin oración se vuelve vacía, fría y estéril. El corazón se endurece y aparecen la amargura, el resentimiento, el temor, la debilidad y la falta de poder. Por el contrario, cuando se cultiva una rica vida de búsqueda del Señor, resulta fácil encontrar un corazón lleno de amor, dispuesto a dar lo mejor, que siembra paz por dondequiera que va, que tiene presente en sus momentos de clamor aún a aquellos que le han causado daño.
Revisemos ciertas condiciones establecidas para una auténtica oración:
- "Levantar manos santas” a Dios. No hay nada más grato delante de Dios que una oración proveniente de un corazón puro, que unas manos limpias y santas que se levanten hacia Él. Es como un buen perfume que atrae, que conquista, que conmueve el corazón de Dios para escucharnos.
- "Anhelar conocer la voluntad de Dios, es un ingrediente fundamental en la oración” Muchos se acercan al Señor, esperando que Dios confirme lo que ya han decidido, que apruebe lo que ya han elegido. Esa oración no podrá ser respondida. A Dios, es necesario acercarse, con la genuina disposición de conocer su voluntad, tal como lo expresa el salmista: «Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma» (Salmo 143:8).

- "Estar dispuestos a obedecer” Lo que realmente hace efectiva la oración, es la actitud de nuestro corazón para seguir el camino que Dios nos señale, para poner por obra sus mandamientos, y para levantarnos a hacer como Él nos dice. «Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud» (Salmo 143:10). Ponga en práctica estos aspectos y descubra la maravillosa respuesta que Dios tiene para su vida.

Qué felices Son Los Que Habitan En Tu Templo!


“Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos”. (Salmo 84:5-8)

Hay un secreto escondido en las páginas de la Biblia, y tiene que ver con depositar nuestra esperanza en el maravilloso regalo de la Presencia de Dios. Una Presencia viviente y radiante que llena nuestras vidas de gozo, y nos ayuda a crecer en fortaleza, gracia y gloria. Este Salmo hace referencia al deseo del autor de encontrarse con el Señor en su morada, y disfrutar de lo que sólo Él le puede otorga: tranquilidad y paz.
Al que aprende a depender de Dios momento a momento, exponiéndole completamente su necesidad, siempre le irá bien; desarrollará una fe inquebrantable y una gran fortaleza interior; aprenderá a cruzar los desiertos de la vida con valentía y tenacidad, sin derrumbarse ante nada.
Aquellos que depositan su fuerza en Dios, y se deleitan en su Presencia, ven en la adversidad un motivo para volver a experimentar su fidelidad; le agradecen cada mañana por la bella oportunidad de levantarse y poder transformar la realidad muchas veces adversa. El que depende de Dios no se queda esperando a que las circunstancias cambien, sino que se esfuerza, se anima en el Señor y vuelve a intentarlo, convencido de que éstas lo conducen hacia Él, desarrollando así una de las cualidades más importantes para el ser humano: la perseverancia. Los que depositan sus fuerzas en el Señor, desarrollarán poder y victoria; irán de lo bueno a lo mejor y de allí a lo excelente. Nunca retroceden, siempre avanzan hacia la prosperidad.

Anímese y tome la decisión que le llevará al éxito. Usted nació para ser un vencedor y el secreto para lograrlo está en aprender a depositar su fuerza en Dios; recibirá aliento en sus momentos de cansancio, se elevará y volará como águila; desarrollará sus dones y habilidades, llenándose de brillo y esplendor.

¿Qué Persona Eres?¿Qué Persona Soy Para Los Que Me Rodean? Pregúntate






Jamás había pensado en esto, pero veo que es muy importante hacerlo. Entonces comencé por identificar tres grupos de personas que llegan a nuestra vida: Los que vienen por una razón, otros que lo hacen por una estación y aquellos que llegan para toda la vida. Cuando alguien llega por una razón, es para llenar una necesidad que estás pasando. Vienen a asistirte en alguna dificultad, a brindarte apoyo y orientación, o bien para ayudarte ya sea física, mental o espiritualmente. Estos son los que solemos llamar “Los caídos del cielo”, y lo son, pues están ahí para suplir una necesidad. Otras personas llegan a tu vida por una estación, dándote la oportunidad de aprender crecer y compartir. Tal vez te aportan de su experiencia o simplemente te hacen reír y disfrutas de su compañía. Pueden enseñarte algo nuevo que nunca has visto o hecho, pero lo principal es que son capaces de traerte una gran alegría, mientras dura este tiempo. Y hay otras personas, que son para toda la vida, te enseñan lecciones; te ayudan a aprender, a construir emociones con fundamentos sólidos y duraderos, como lo es la relación con ellos. De las personas que han llegado a nuestra vida, generalmente podemos aprender una lección, nada pasa sin una razón, no conoces a alguien por casualidad, si algo malo te sucedió con alguien, que no te deje con sentimientos negativos, simplemente aprende de eso y quédate con lo positivo. Así como Dios nos dice en su Palabra que examinemos todo y retengamos lo bueno. Tal vez, llegaste a la vida de alguien por una razón, por una estación o bien para toda la vida. Ya sea que te toque compartir por un tiempo corto o más duradero, asegúrate de ser de impacto para las vidas que te rodean. Que el amor de Dios se refleje tanto en ti, que si pasaste por alguna razón, hayas dejado esa semilla de Dios en sus corazones; si lo hiciste por una estación, que puedas enseñarle algo nuevo de Dios, para que puedan descubrir lo hermoso que es vivir en Cristo. Si es para toda la vida, puedes caminar junto a esa persona, animando, ayudando, amando compartiendo juntos la fe en nuestro de Dios. “Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.

“Eclesiastés 4:10 Desde ahora que la marca que dejemos en las personas sea la de Cristo. “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia de la verdad, mediante el espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” 1 Pedro 1:22

Orar Para Ganar


“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. (Mateo 21:22)
Dios escucha cada una de nuestras oraciones siempre; a medida que nos ejercitemos en ellas, adquirimos más fuerza en lo que emprendemos; por consiguiente, nuestra fe crece al punto de permitirnos mover montañas y alcanzar aquello que parece inalcanzable. De esta manera, Dios nos da una maravillosa promesa: «Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.» (Mateo 21:22).
Las promesas de Dios son suficiente garantía para una vida de victoria; no dudemos en apropiarnos de ellas, para nunca ser perdedores. Si alguna vez ve que sus oraciones no son respondidas, siga orando con más insistencia, porque Dios contesta lo que en verdad nos conviene. Él no responde caprichos o necedades, responde necesidades. No se rinda nunca, si no ve la respuesta. Ríndase a Dios con insistencia en lo que busca, de acuerdo con Su voluntad, porque de él viene todo lo bueno, agradable y perfecto para su vida.
Cada una de nuestras oraciones es oída por nuestro Padre amado, y a medida que nos vamos ejercitando en ellas, adquirimos más fuerza para los proyectos que emprendamos; por consiguiente, nuestra fe se desarrollará hasta llegar a ser inquebrantable, permitiéndonos trabajar incansablemente, creyendo en lo imposible.

El Dios que daba grandes victorias a su pueblo, es el mismo Dios que usted y yo tenemos y que nos invita a buscar su rostro, para que disfrutemos de sus grandes triunfos. Hoy quiero recordarles que Jesús dijo: “pedid todo lo que queráis y os será hecho.” y en la Carta Universal de Santiago, agrega: “no recibís porque no pedís” En Jesús podemos confiar sin duda alguna. En su nombre se le puede pedir al Padre y eso que se pide es escuchado y contestado. Jesús está deseoso por respondernos más abundantemente de lo que podemos pedir o pensar.

sábado, 6 de agosto de 2016

Enfrentando Lo Difícil

“Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca”. (Ester 4:16)

Este pasaje es un ejemplo de valor y decisión; mujeres como ésta son las que necesita nuestro país; mujeres que se levanten ya para ser respuesta, solución y alivio.
Ester tuvo que poner en juego su vida, siendo su fe y la confianza en Dios la herramienta con la que pudo enfrentar esta situación difícil. La seguridad en Dios resulta de conocerlo como el Padre amoroso que no nos dejará y siempre nos respaldará, dándonos la fuerza y el valor que necesitamos para cumplir sus propósitos.
Cuando tenemos puesta la confianza en Dios y él es nuestro fundamento, no hay situación que nos haga tambalear ni nos mueva el piso. En una hermosa parábola, Jesucristo compara nuestra vida de fe con un hombre que construye su casa sobre la roca. Cuando vienen la tempestad, el huracán y la tormenta, por fuertes que sean, la casa permanece; no así cuando la casa está edificada sobre la arena, que por ser movediza, se cae.
El estar seguros de ser objeto de los pensamientos de Dios y sabernos parte de Su plan maravilloso de su amor hacia la humanidad, hace que cualquier hijo de Dios plenamente identificado con su Papá no se atemorice, ni retroceda al enfrentar situaciones de adversidad, sino que al contrario, brinde respuesta y apoyo a los demás.
El hombre o la mujer que entiende esto, es libre de los temores con respecto de sí mismo, de su vida, de sus derechos. Entiende que Dios le guía, le capacita y le recompensa. Ninguno de quienes esperan en Dios será destruido ni avergonzado.

En El Amor No Hay Temor


“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios”. (Lucas 1:30)

Permanentemente vivimos expuestos a grandes temores que muchas veces nos hacen perder el control. Como sucedió con María, la voz de Dios también se hace oír en nuestros tiempos, animándonos a no temer, a no sentirnos derrotados ni confundidos ante ninguna circunstancia, por difícil que ésta sea, o aún como le sucedió a María, que inicialmente no entendió las palabras del ángel.
Dios como creador y diseñador de nuestra vida sabe exactamente qué cosas necesitamos; sabe de nuestras limitaciones; es conocedor de la profunda necesidad de equilibrio, paz y justicia del mundo actual; de la grave crisis espiritual, social, familiar y personal que atraviesa la humanidad; sabe que a diario nos enfrentamos a desafíos altos, situaciones adversas, conquistas imposibles; Él conoce nuestros más grandes sueños y conoce también los motivos de nuestros desvelos, sabe que lloramos muchas veces o que la soledad se convierte para muchos en compañera inseparable. Nadie como él conoce nuestra realidad y nuestra impotencia para cambiar muchos aspectos; lo mal que nos sentimos por no conseguir lo que anhelamos, lo temerosos frente al futuro incierto o lo confusos ante la misma Palabra de Dios, por no entender sus propósitos o sus planes con respecto a nuestra vida.
Ese mismo ofrecimiento de vida, de paz y de salud total que le ofreció a María, lo tenemos hoy. Él ofrece cambiar nuestro temor por su confianza, nuestra confusión por su lucidez, nuestra amargura por su perdón, nuestro odio por su amor. Él nos da su voz de aliento. Él tiene la cura para nuestro dolor, la provisión para nuestra escasez, la respuesta para nuestro temor.

Bien dice la Palabra de Dios, que en el amor no hay temor, y que el perfecto amor echa fuera el temor. Sólo basta con abrir la puerta del corazón a Jesucristo, accionando la llave de nuestra voluntad para recibirle e invitarle a morar, a reinar, a tomar el control; y si ya lo hizo, quiere que sigamos hallando su gracia delante de Él.

Bendiciones!



En un centro comercial en un lugar de los Estados Unidos una pareja se acercó a comprar un artículo.
La dependiente les atendió solícita y no se percató que al darles el cambio, se le fue la mano y les dio mucho dinero de más. Ellos, que tenían prisa, tampoco se dieron cuenta del error.
Ya fuera del centro comercial fueron a un restaurante. Al revisar su billetera, el hombre se percata de que había recibido mucho dinero como cambio; ¡Unas cincuenta veces más de lo que pagó! Se había dado una confusión de la denominación de los billetes. El dijo a su pareja que debían ir de inmediato a devolver lo que no era suyo, y retornaron al centro comercial enseguida.
Al acercarse hacia la dependiente, la llamaron aparte para no avergonzarla ante otros ni complicarle la vida. – Señorita, usted me dio dinero de más como cambio de la compra que le hice hace unos minutos. Aquí le devuelvo su dinero y deme lo que es correcto y tenga más cuidado la próxima vez. La mujer se quedó boquiabierta y, siendo responsable, llamó a su jefe de sección y le explicó de qué se trataba. El hombre se acercó presto a la pareja, asombrado también, y le explicó al honrado caballero: – Señor, ¿ve esa cámará de TV? Allí se ha grabado todo, desde que usted hizo la compra, cuando se le dio cambio de más y ahora que usted ha retornado ese dinero que por error se le dio. Nuestra compañía quiere honrarle y pedirle que nos permita publicar este hecho ejemplar que ya casi no se da en estos días.
Un tanto nervioso, el aludido tomó del brazo al jefe de sección de ese centro comercial y, en voz baja le dijo: – Señor, olvídese de lo ofrecido; si usted hace eso me pondría en problemas. Yo soy casado, y la mujer que está conmigo no es mi esposa. !!!
Sí, se trataba de un caso extraordinario de honradez; pero no había integridad en aquel hombre.

Puede haber honradez sin integridad, pero nunca integridad sin honradez. Dios quiere que tú y yo seamos íntegros; luego la honradez y los demás valores vendrán como lenguaje natural del corazón limpio. Los que somos de Cristo, ¡hagamos la diferencia! Salmos 25:21 Integridad y rectitud me guarden; Porque en ti he esperado

Las Pruebas Nos Forman



“Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará”. (Isaías 35:4)


La vida no es nada fácil y, por lo tanto, debemos aprender a luchar para alcanzar los deseos del corazón. Esta fue una de las tantas enseñanzas que Jesús dio a sus discípulos para que se fortalecieran en momentos de lucha, al enfrentarse a persecuciones que no podrían evitar por el hecho de ser seguidores y enseñadores de su Palabra; él les dijo: «En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.» (Juan 16:33b).
Con estas palabras de aliento, los impulsaba a seguir adelante en la misión delegada, pues nunca quedarían solos. Hoy como cualquier hijo de Dios comprometido con Él, usted no está excluido de enfrentarse a fuerzas hostiles que atacan en cualquier momento. Actualmente, esas mismas palabras: «No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27b), siguen sonando no sólo en nuestros oídos, sino que llegan a cada corazón con tanta intensidad, que nada puede ahogar estas palabras de aliento, las cuales confirman que no estamos solos.
El gozo de vivir enlazados con Cristo nos hace superar las crisis, sacándonos victoriosos al otro lado, y poniéndonos a salvo. La confianza y seguridad vienen de una firme relación con Jesucristo, quien vive en nuestros corazones. Él nos ayuda a navegar por los mares turbulentos de la vida, sin naufragar.

Dios, nuestro creador, no nos hizo para vivir con un corazón apocado, ni manos cansadas o rodillas endebles. Podemos ver cómo sus palabras nos alientan y estimulan a vivir la vida de victoria que nos ha preparado; sólo la seguridad de su amor nos hace aceptar con obediencia nuestro fin: seguirlo a Él y obedecer sus mandatos. Muchos son los cristianos que se debilitan ante la crisis o la adversidad, pero no debe ser así, puesto que solo ante Dios y ante su Poder es que debemos quebrantarnos, humillarnos, despojarnos de sí mismos para ser fortalecidos. Cuando nos arrodillamos ante Dios cobramos fuerzas y ánimo para hacerle frente a las batallas personales.