jueves, 31 de marzo de 2016

Un Nuevo Día


Cada día es un nuevo día en el Señor Jesucristo. Es un nuevo día para la esperanza. Es un nuevo día para la liberación. Es un nuevo día para la curación. Lo que yo no había obtenido ayer se puede lograr hoy. Mi fe no se desvanece. Mi esperanza no se deteriorará. Mis labios no pararán de alabarle. Mis ojos alguna vez mirarán la promesa de Su venida. No voy a fallar, estar distraído, o desanimarme. A medida que el sol se levanta cada nuevo día, así será mi lugar de confianza en la capacidad de Dios para traerme a través de las situaciones y sacarme de ellas. El dolor puede venir, pero no se le permitirá permanecer. El miedo puede ser encontrado, pero no dominará. Yo descanso en Su mano. Estoy escondido bajo la sombra de Sus alas. La oscuridad puede invadir pero no se puede negar la presencia de la persona que es la luz y el Lucero de la Mañana. Yo creo que Él está conmigo. Yo creo que Él está para mí­. Yo creo que Él cuida de mí. Así que me levantaré con la noche a mi espalda y el nacimiento del Hijo como garantía de la promesa de un Dios que no puede fallar. Hoy es un nuevo día.


2 Corintios 4:16 - Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.

Dios Perfecciona Su Obra


“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13)


El tratamiento de Dios para el hombre nos ofrece las más grandes garantías. Una de ellas es que Jesucristo, el Teoterapista por excelencia, quien es el mismo ayer, hoy y por los siglos, puede tomar las memorias de nuestro pasado y aliviarnos de las heridas que todavía permanecen y afectan nuestro presente.
Él puede llevar nuestro sufrimiento, tomar nuestras penas y cargar no sólo con nuestro pecado, sino también con el dolor que otros nos han causado.
La esencia de toda sanidad es el amor. Es la principal motivación de Dios para sanarnos y liberarnos de todo aquello que nos impide experimentar una vida abundante, y es la necesidad primordial del hombre: El saber que es amado, no por lo que pueda realizar o hacer, sino simplemente por lo que es. Dios nos ofrece su amor incondicional a través de Jesucristo y quiere llenar con su amor todos estos espacios que han estado vacíos por tanto tiempo.
El secreto de la vida cristiana no está en la cantidad de conocimiento que obtengamos, ni en la disposición a hacer sacrificios por causa de Cristo, sino en permitir que Él viva su vida en, y a través de nosotros.
Todo lo que anhelamos y necesitamos, será una realidad, y, aunque a veces sintamos que no hay cambios y que todo permanece igual, debemos confiar en las ciertísimas promesas de Dios, quien trabaja sin descanso, moviendo con los hilos de su amor todas las piezas que conforman nuestra vida, hasta que las hace encajar perfectamente, sólo para regocijarse viendo que la imagen que se ha conformado es la de su Hijo Amado, Jesús.

HABLEMOS CON DIOS

El Problema Del Yo


El yo es la parte del hombre donde, se toman decisiones, tanto físicas como morales. Dios ha creado al hombre con un libre albedrío que le permite decidir en cuanto a lo que va a hacer, decir, o creer. Así que no es correcto decir que el centro moral del hombre reside en la "legitimidad yo". Cada persona tiene el derecho y la responsabilidad de elegir por sí mismos de lo que van a depender, lo que van a hacer, o lo que van a creer. Las decisiones que tomamos están influenciadas en gran medida por aquellos que tienen acceso a nuestros corazones y mentes. Por lo que cualquier persona puede ser influenciada, ya sea positiva o negativamente, hacia lo correcto o hacia lo equivocado. Junto con las voces que influyen el yo, están esas que son comunes a la naturaleza humana, el instinto de conservación, autoengrandecimiento, el posicionamiento de la auto promoción del yo, prosperidad del yo, y el placer del yo. Entonces Cristo viene y dice que cada uno de nosotros debe negarse a sí mismo. Él enseña que el Creyente debe morir a sí mismo y que sólo hay un lugar apropiado para el yo y que es estar muerto y oculto "en Él." Como cristianos hemos de experimentar la negación de nosotros mismos y vamos a ser siervos de los demás. En vista de todo esto sólo tengo una cosa que decir: "¡Ayúdame Espíritu Santo!

Colosenses 3:3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Hasta el fin del mundo


“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19- 20)

Jesús ha sido el más grande Agente de Cambio que ha tenido la historia de la humanidad, la persona que más ha influenciado y beneficiado a las diferentes generaciones a través de los siglos.
Él es el máximo ejemplo de vida, la personalidad más extraordinaria y fascinante, la vida más productiva que haya existido jamás. Jesús es el único que puede transformar la vida humana sanando todo conflicto, curando toda herida, llenando todo faltante, llevándonos de ser “factores problema” a ser “agentes respuesta” para el individuo, la familia y la sociedad. Él es el único que puede tomar una vida llena de limitaciones y carencias y convertirla en sal, luz y levadura para el mundo.
Para llevar a cabo ese extraordinario objetivo, Jesucristo nos invita a que le recibamos como Señor y Salvador, Soberano Rey de nuestra vida. Sólo entonces puede comenzar a transformarnos, a restaurarnos, a quitar la insensibilidad y el egoísmo que nos caracterizaban.
Nos unge con su Santo Espíritu quien nos da el poder para amar, motivándonos a tomar acción, abrir nuestros labios y dar testimonio de Él. Entonces comienza a fluir su vida a través de nosotros, su amor por los perdidos, su ternura por los desvalidos. El Señor Jesús no quiere que le admiremos, sino que seamos como Él, que le permitamos actuar en y a través de nuestra vida y que sus enseñanzas, su obra y su causa sean ahora la razón de nuestro vivir.
Él quiere manifestarse por su Espíritu al mundo que está en crisis y se extingue sin su amor salvador. Esta es la vida con que Él quiere que le glorifiquemos.

Una auténtica vivencia con Jesús, tiene que ver por tanto, con tomar en serio este desafío de volvernos sus socios en la más grande empresa: La Gran Comisión. Sólo entonces podremos desarrollar la excelente calidad de vida que Él quiere darnos y disfrutar la hermosa promesa de contar con su presencia, la cual más que consuelo y compañía, nos asegura una maravillosa experiencia de aventura y de poder.

Dedicado y Consagrado




Del Cristiano es llevar una vida consagrada a Dios. No importa cuál pueda ser nuestra función en el cuerpo de Cristo, se requiere una dedicación de tiempo completo al Señor. No servimos una parte del tiempo a Dios, aquellos quienes únicamente entregamos nuestra vida durante unas horas cada domingo. Ni Él merece o desea un pueblo de medio tiempo. Estamos unidos al Señor en redención y debemos vivir y actuar siempre conscientes de este hecho. Dicho esto, también hay que dar una advertencia al Creyente que deja a un lado su vida por el Señor. Nunca debemos permitir que nuestra fe descanse en actos de dedicación o separación. Dios no nos debe Su Poder o Su Bendición porque hacemos lo correcto. Eso significaría que Dios está en deuda con el hombre por su acción. ¡Dios no le debe a nadie! Debemos vernos a nosotros mismos como servidores, hacer lo que es nuestro deber hacer. No hemos de convertirnos en altivos, arrogantes, ni orgullosos, porque estamos separados para servir. Nuestra fe siempre ha de descansar en Jesús como Salvador, Libertador, y Santificador. Mi separación y dedicación es el resultado de mi amor por mi Salvador y una forma de mostrar mi agradecimiento por lo que hizo por mí en el Calvario. No es un camino por el cual gano el Poder, la Bendición o Favor de Dios. 1 Cor 6: 19-20 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

ORACIÓN POR LA MAÑANA

Señor  desde  mi sitio de trabajo  te  doy  gracias  porque  al  abrir  mis  ojos  veo todo. Lo hermoso  que  tú has  creado para  mí y  no  puedo  sino solo  sonreír  y  levantar  mis  brazos  hacia  ti  y  decir  gracias  señor  por  un  día  más  perdóname  porque  a  veces  olvido. Que  todo lo que  me  ofreces  es  mejor que  lo que  deje  atrás dejo Señor  mi pasado a  tu  misericordia  mi  presente  a  tu  amor y  mi  futuro  a  tu  providencia que  nada  de  mi pasado  perturbe  mi  presente  que  viene  lleno  de  amor  por  ti para  mí y  todos  tus  hijos. Tu  Señor  no  te  cansas  de  amarnos  y  de  demostrárnoslo  cada  día  con todas  las  bendiciones que  recibimos  no  permitas  que  me  canse  de  buscarte  en  todo  momento  pues  mi  corazón  te  anhela y te  desea  para  por  siempre  descubrirte  en lo profundo  de  mi ser. Mi  dios  no permitas  que  nunca  deje  de  buscar  a  Jesús  para  que  viva  por  siempre en mí  y  pueda  ver  pronto  sus  Promesas… Amén

martes, 29 de marzo de 2016

La sabiduria que viene de Dios


“Y dijo Dios a Salomón: Por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti.” (2 Crónicas 1: 11-12)

Salomón tuvo una extraordinaria oportunidad para pedir todo lo que una persona desea: riquezas, honra, salud, poder, etc. Dios le estaba ofreciendo lo que él quisiera, pero tal como había sido instruido por su padre David, Salomón prefirió ser sabio e inteligente, a ser rico y poderoso. Es muy interesante saber que la sabiduría le llevó a ser famoso, próspero y muy rico. Pero, qué notable diferencia hay entre la oración de Salomón y la de muchos hombres y mujeres que buscan desesperadamente el éxito y la fama, sin importar el método que tengan que utilizar para lograrlo.
En el transcurso de mi vida y de mi ministerio, he conocido muchos casos de personas que han sacrificado familia, amigos, salud, bienestar, etc., con tal de alcanzar objetivos que, casi siempre, son sólo materiales y pasajeros. Lo que la gran mayoría no comprende es que hay dos maneras de lograr las cosas: Como resultado de nuestro esfuerzo propio o como fruto de la bendición de Dios sobre nuestra vida. En el primer caso, los resultados del hombre se caracterizan porque son escasos, dificultosos, transitorios y muchas veces, el precio que hay que pagar por ellos es la angustia, la ansiedad y el estrés. Mientras que los frutos que Dios nos permite obtener, son todo lo contrario: Generosos, abundantes, seguros y permanentes. Además, nos dejan siempre profundas satisfacciones. El Señor Jesucristo lo reitera con las siguientes palabras: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5)

Ahora bien, el relato bíblico nos enseña que Salomón pedía sabiduría en razón a que Dios le había delegado dirigir una nación, porque sabía la enorme responsabilidad que esto implicaba y a cuánta gente afectarían sus acciones y decisiones. Hoy podemos decir que al igual que a Salomón, Dios nos ha entregado un pueblo, unos hijos, una familia, un trabajo por los cuales orar fervientemente pidiendo lo único posible para serles de gran bendición: sabiduría. Le invito a meditar en la labor que Dios le ha delegado. Si lo ha hecho a su manera, reconozca sus errores y pida perdón. Esté dispuesto a seguir el ejemplo que nos dejó el rey más sabio y famoso que ha existido y existirá.

Aprendiendo de los niños


“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:1-3)

Dios colocó características muy especiales en los niños que básicamente tienen que ver con su inocencia, sencillez, fe y pureza, y que los convierten en nuestros mejores maestros. Para conquistar el corazón de nuestro Padre Dios y poder apropiarnos y disfrutar plenamente de todas las riquezas, es necesario que seamos como niños ¿pero cómo hacerlo? Cultivando las siguientes características:
• Dependencia: Continuamente Jesús levantaba los ojos al cielo, buscando el consuelo y la aprobación de su Padre. Le amaba, le necesitaba y disfrutaba profundamente de su compañía. Al igual que un niño, no deseaba estar sin Él. Le hablaba de las cosas que al Padre le gustaban, pues la oración es el ingrediente cálido, el lenguaje tierno, la expresión de nuestra intimidad y confianza hacia Él
• Fe y confianza absoluta: Aunque sabía que muchos padecimientos hallaría en el camino de la cruz, siempre estaba seguro de contar con el respaldo y ayuda de su Padre, quien con su mirada amorosa y protectora le recordaba que los dos eran uno solo, sabiendo que sus planes sobrenaturales llegarían a feliz término
• Obediencia: Voluntariamente y con alegría, rinde su voluntad a la del Padre, permaneciendo en un solo pensar, un solo sentir, un solo actuar. No le interesa otra cosa más, que decir y hacer lo que a Él le agrada

• Procurar la gloria del Padre: Lo que pertenece al Padre, pertenece al Hijo. No hay posesiones ni intereses separados. Lleno de reconocimiento y gratitud, el verdadero Hijo sólo busca la honra del Padre, glorificándole en todo. ¿Anhelaría ser como el corazón de un niño para con Dios? Realice con fe la siguiente oración.

Cuidando nuestra herencia


“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta”(Salmo 127:3-5)

Ser padres es una de las experiencias más hermosas. No hay palabras para explicar lo que un nuevo padre siente cuando por primera vez fija su mirada en los ojos de su hijo recién nacido. Es indescriptible ver esos pequeños seres humanos brotar como capullos y comenzar a crecer, a aprender y a desarrollar todo su potencial. ¿Y qué decir de aquel sublime instante cuando sus primeras palabras son: papá, mamá?
Tenemos que reconocer que ser padres es un privilegio dado por Dios, un Dios bueno y misericordioso, que nos ha confiado la hermosa responsabilidad de educarlos, guiarlos y acompañarlos paso a paso, de tal manera que crezcan no sólo en estatura, sino en sabiduría y gracia ante Dios y ante la sociedad, hasta que lleguen a formarse en hombres y mujeres de bien, que sean luminares que resplandezcan en un mundo que se encuentra en tinieblas.
Pero esta labor no podremos cumplirla jamás, a menos que comprendamos plenamente el significado de los hijos: Son un regalo de Dios para nuestras vidas, la herencia que Él nos ha dejado para que la cuidemos con tenacidad y paciencia, para no perderla, para no desperdiciarla, sino por el contrario, para que crezca y se multiplique.
Dios nos ha dado en su Palabra las instrucciones precisas para no fracasar y su promesa de estar con nosotros, si le obedecemos. Podemos fallar o equivocarnos en cualquier tarea que emprendamos en esta tierra, pero no tenemos derecho a fracasar con nuestros hijos, por cuanto es nuestra obra que perdurará aún después de nuestra muerte.

¡Nunca es tarde para comenzar! Y recuerde… cuidarles y educarles correctamente requiere lo mejor de nosotros mismos: tiempo, esfuerzo, recursos, pero lo más importante es el amor.

lunes, 28 de marzo de 2016

Creer en el Plan de Dios


Hace dos mil años, Jesucristo, el Hijo de Dios, pagó el precio de Su Vida impecable sin pecado y, al hacerlo destruyó todos los efectos de la caída terrible del hombre en pecado. Con el precio de la salvación pagada, Dios demanda muy poco de la humanidad, solo creer que la Obra Redentora de Su Hijo era y es suficiente para todas nuestras necesidades. Como dependemos diariamente de la gran labor de Amor de Cristo, el Espí­ritu Santo, que está aquí para glorificar a la Persona y la Obra de Jesús, se mueve a nuestro favor. Lo único que limita al Espíritu Santo de llevar los beneficios de la redención a un individuo serí­a que son o no Creyentes en la Obra Terminada de Cristo o que han transferido su fe de Cristo y lo que Él hizo, para ellos mismos y lo que hacen. En pocas palabras, un objeto equivocado de la fe (confianza en uno mismo o algo distinto a Cristo y a la Cruz) corta la ayuda potencial del Espíritu­ Santo. Al ser obedientes a la fe, el Creyente tiene el potencial de existir en la esfera del Espíritu, donde se hacen posibles todas las cosas. ¡Así que ponga su fe todos los días en el Plan de redención de Dios y créale a Dios por el milagro que necesita hoy!

1 Corintios 2: 4-5 Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría­ de los hombres, sino en el poder de Dios. 

EL VERDADERO AMOR


“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo” (1 Juan 2:10)


En el momento en que recibimos a Jesucristo como Señor y Salvador, nos iniciamos en el proceso de salud total; conocer la aceptación y el amor incondicional de Dios dándonos a su Hijo, es el punto de partida en el proceso de sanidad. Su verdad es aceptada en nuestro corazón y se convierte en vida, la vida de Cristo; comenzando a manifestarse nuevos pensamientos, actitudes y conductas. Podemos revisar nuestro ser interior y comprender la necesidad de cambiar. Damos pasos de fe en dirección a la fuente de amor y, entonces, Él derrama su gracia, nos sana y restaura. Así mismo, nos da una nueva capacidad para amar y relacionarnos de manera constructiva con quienes nos rodean.
Podemos afirmar que el hilo conductor que garantiza el éxito en este proceso de restauración y transformación personal, es el amor. Pero también lo sigue siendo en la restauración de nuestras relaciones interpersonales. Lo más maravilloso es que este amor viene de Dios para los demás a través de nosotros. Es decir, su origen es espiritual. Esto significa que este amor, cuya raíz griega es “ágape”, posee unas características que lo hacen precioso y absolutamente
benéfico, las cuales son descritas por el apóstol Pablo en 1 Corintios 13:4-8:
Es sufrido: Paciente con las imperfecciones de las personas, asumiendo el compromiso de ayudarlas a acercarse a Aquel que las puede sanar
Es benigno: Es activo en hacer el bien. Tiene una benevolencia incondicional
No tiene envidia: No es posesivo ni celoso. Es seguro y disfruta la bendición que Dios le da y por tanto busca lo mejor para los demás, alegrándose en sus bendiciones
No es jactancioso: No hace ostentación de sí mismo
No se envanece: No es soberbio, vanidoso o arrogante
No hace nada indebido: Es delicado, amable y compasivo. Da buen ejemplo
No busca lo suyo: Tiene en cuenta las necesidades de los demás. Desea lo mejor para el otro, aun cuando eso implique ir más allá de los propios deseos
No se irrita ni guarda rencor: Descubre en las ofensas de otros, oportunidades para ayudarles.
No lleva cuentas de cuánto le han hecho sufrir
Todo lo cree: Cree lo mejor de los demás, no es suspicaz
Todo lo espera: Es paciente, no se desanima con la gente, cree en su futuro
Nunca deja de ser: El amor es una decisión, un compromiso, no es una emoción. No depende de lo que los demás hagan. No tiene nada que ver con el agrado o el afecto, sino con la presencia de Dios, el amor perfecto, en mí. ¿Esta usted expe

GRACIAS SEÑOR

Despertar y poder dar GRACIAS por un nuevo día es una gran bendición.
GRACIAS Señor, porque hoy puedo ver la luz de un nuevo día que me invita a disfrutar cada instante con la seguridad de sentirme amado por Ti...
GRACIAS Señor, por lo que puedo recibir hoy sin merecerlo quizá, por eso te pido perdón por las veces que te ofendí cuando no vi en mi hermano tu rostro que me recuerda que Tú diste tu vida por cada uno de nosotros y luego resucitaste para vivir en nuestros corazones. La pregunta que debo hacerme hoy es: Qué estoy haciendo en el día a día para dar testimonio de tu amor? O por el contrario te sigo crucificando con mis acciones y actitudes?
Te pido Señor, que hoy permanezcas a mi lado y me muestres la manera correcta de vivir cada día solo para agradarte a Ti.
Te alabo y te glorifico mi Señor y que tu bendición llegue a mi familia y nos permita ver la luz de este hermoso día que Tú has preparado para mí...
Confío en Ti, Padre misericordioso.
Amén

"Yo Digo Sí, al perdón"

martes, 22 de marzo de 2016

Conociendo a Nuestro Padre Celestial


“Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Más ahora mis ojos te ven” (Job 42:1-5)
A lo largo de toda mi vida y habiendo tenido múltiples desafíos, retos, enseñanzas y realizaciones, puedo decirles con toda seguridad que la experiencia más grata, la más emocionante, la más sublime, es conocer a Dios. Ahora bien, este conocimiento sólo es posible por la infinita misericordia de Dios, quien se nos revela y se nos da a conocer. Esto es posible cuando recibimos a Jesucristo como Señor y Salvador, pues Él derrama en nosotros su Espíritu, el cual a su vez, nos da la capacidad de relacionarnos con el Padre de una manera cercana, estrecha e íntima. Comenzamos a descubrir verdades maravillosas, como por ejemplo, que Él es amor y es verdad, que es justicia y paz, que es Todopoderoso, y que podemos entregarle nuestra vida para que Él la dirija, nuestra mente y emociones para que Él las controle, nuestra voluntad para que Él nos lleve a todo bien. Esto necesariamente implica un cambio profundo y radical en todo nuestro ser y por supuesto, comenzar a recibir múltiples bendiciones.
Hay un hombre en la Biblia que vivió mucho tiempo creyendo conocer a Dios, pero lo que tenía, era una información superficial acerca de Él, lo cual no le fue suficiente para mantener la fe en medio de la prueba, pues sucumbió a ella, llegando a pensar que Dios lo había abandonado por completo. Se trata de Job, el hombre que lo tenía todo: bienes, riquezas, honra, amigos, familia, salud, etc. Sin embargo, en un determinado momento de su vida le sobrevino un duro proceso personal, perdiéndolo absolutamente todo, sumiéndose finalmente en la tristeza y la amargura, llegando a reclamar a Dios y a dudar de su amor y misericordia, hasta que, por fin, se encontró verdaderamente con Él y comenzó a conocerlo realmente.
Fue entonces cuando comenzó la restauración de este hombre, al comprender en lo íntimo de su ser quién era el Omnipotente y Eterno Dios que le amaba y tenía un propósito excelso para su vida. Ya no hubo reclamos, ya no hubo preguntas, sólo un profundo y vehemente respeto hacia Aquél que había hecho con sus dedos el Universo, quien todo lo tenía bajo control y para quien absolutamente nada era imposible. El relato bíblico nos afirma que la vida de este hombre cambió radicalmente en la medida en que cambió su relación con su Creador, ya no una relación fría, lejana, basada en la tradición, sino una estrecha, cercana, basada en el amor. Muchas veces creemos que los momentos difíciles son la excusa para apartarnos del Señor, pero no es así, puesto que es justamente en esos procesos de aflicción donde podemos conocerle de cerca, y experimentar realmente quién es Él, y entonces, comenzar a experimentar toda la bendición que Él anhela derramar en nuestra vida.

La Promesa Del Consolador


“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:15-17)
Sólo Dios puede satisfacer las necesidades más profundas de nuestro ser, y nos ha dado para esto, un regalo muy especial, una tierna y permanente compañía que nos trae consuelo, abrigo, motivación, descanso, dirección y limpieza, nos muestra la verdad, nos corrige y doblega nuestro ser interior ante Él, con el único propósito de dirigirnos hacia la armonía y salud total características de la persona de Jesús, cuya obra comienza a manifestarse a través de nuestra vida. Todo esto lo hace la maravillosa persona del Espíritu Santo.
Jesús pronto iba a dejar a sus discípulos, pero se sentía seguro conociendo que nada les haría falta, pues todo lo tendrían con su Santo Espíritu. Él los cuidaría y guiaría ahora, los mantendría en la verdad, les recordaría sus enseñanzas. Nada pudo tranquilizar más a los entristecidos discípulos que saber que la presencia divina vendría a morar en cada uno de ellos. Aunque no podían imaginar cómo sería, habían aprendido a creer lo que no entendían.
Así también, la misma promesa es para nosotros. Ya hemos recibido al Espíritu Santo cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas, pero ahora es necesario entregarle el control de todo nuestro ser para que Él nos llene y manifieste la vida de Cristo en cada uno. Esto implica mudarnos, cambiarnos, transformarnos en nuevas personas, así como sucedió a los apóstoles en Jerusalén.
Rindamos entonces el control de nuestra vida al Espíritu Santo, disponiéndonos a obedecerle momento a momento. Entonces, Él podrá tomar todo de nosotros y ayudarnos a vivir como Dios quiere, llevándonos a la dimensión de lo sobrenatural, experimentando una vida de aventura, donde lo imposible se hace realidad, donde podremos descubrir cada día el eterno amor del Padre, disfrutar de una permanente victoria y descubrirnos a nosotros mismos como hijos de la fe, de la revelación, con un sentido de misión y destino eterno.



JESÚS LLORÓ POR AMOR Y MURIÓ POR AMOR


¡Qué acontecimientos extraños en aquel jardín de Getsemaní! ¿Quién es éste que está postrado sobre su rostro, con el rostro en el polvo de la tierra? Dice la Biblia que Jesús "se fue llenando de indescriptible tristeza y angustia" (Mateo 26: 37); comenzó a orar y comenzó a sudar en su angustia. Y la Biblia afirma que "el sudor que le brotaba de la frente parecía enormes gotas de sangre que caían al suelo" (Lucas 22: 39-44). Y luego hizo esta oración:
Padre, si quieres, aparta de mí esta copa de espantoso dolor. Pero deseo que se haga tu voluntad y no la mía. (Lucas 22: 42)
¿Qué era "esta copa" que Jesús quería que el Padre apartara?
En primer lugar, Jesús confrontaba la amarga copa del pecado universal. Dios estaba llenando esa copa con todo el veneno de las edades. El pecado suyo y el pecado mío. Y El era "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo." (Juan 1: 29)
- la cruz, la amarga y cruel cruz - la tomó sólo por amor. La cruz fue la prueba de su amor. San Pablo dijo: "el Hijo de Dios, quien me amó y se
En tercer lugar, Jesús quería que la copa se apartara porque El confrontaba a Satanás y a todas sus huestes (Juan 14: 30 y Colosenses 2: 14-15).
Y en cuarto lugar, aquella amarga copa que El iba a toma
r entregó por mi." (Gálatas 2: 20). El Hijo de Dios le ama a usted y me ama a mí. Y en aquel jardín, Jesús -aunque agonizando, sudando y clamando - decidió ir a morir a la cruz por su pecado, por mi pecado, cargándolos sobre Si.
cidió morir en nuestro lugar.
Pero El fue herido y maltratado por los pecados nuestros. Se le castigó para que nosotros tuviéramos paz; lo azotaron ¡y nosotros fuimos sanados! ¡Nosotros fuimos quienes nos extraviamos como ovejas! ¡Nosotros, que abandonamos l
La Biblia dice que Jesús se levantó y dijo a sus seguidores íntimos, "levántense, vamos." (Mateo 26 :46) Y El salió del jardín triunfante, victorioso, y marchó hacia la cruz. Jesús tomó Su decisión en el Jardín de Getsemaní: d
eas sendas de Dios por seguir las nuestras! ¡Pero Dios echó sobre El la culpa y los pecados de cada uno de nosotros! (Isaías 53: 5-6)
¡Jesús triunfó sobre esa cruz! Y El le ama. La Biblia dice que "Dios es amor"
(1 Juan 4: 8). Y porque le ama, El le quiere salvar. El le quiere perdonar. El quiere entrar en su vida y en su hogar.
Ya dijimos que al recibir a Cristo, la vida cambia. La atmósfera de su hogar también va a cambiar. La presencia real de Cristo lo hará un hermoso lugar en el cual vivir. Un placer para todo visitante.
En segundo lugar, Jesús confrontaba una absoluta soledad. Pocas horas más tarde, en la cruz se le oía clamar: "Eli, Eli, lama sabactani (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?). (Mateo 2
7: 46)

sábado, 19 de marzo de 2016

SACA TUS PROPIAS CONCLUSIONES.



Un día, un niño entró en su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto. Su padre, lo llamó, pero él siguió diciendo irritado: "Papá! te juro que tengo mucha rabia! Pedro no debió hacer eso conmigo; por eso, espero que todo le vaya mal! !Lo odio!" Su padre, un hombre muy sabio, escuchaba con calma a su hijo quien continuaba diciendo: "Imagínate que el estúpido me humilló frente a mis amigos. !No acepto eso! Ojalá se enferme para que no vaya más a la escuela". El padre siguió escuchando; se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa de donde cogió un saco lleno de carbón que llevó hasta el final del jardín y le propuso a su hijo lo siguiente: ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedro y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo volveré para ver como quedó. El niño se lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones, pero como el tendedero estaba lejos, pocos carbones acertaron la camisa. Cuando, el padre regresó y le preguntó: Hijo ¿Qué tal te sientes? Cansado, pero mejor, papá! Mira acerté algunos pedazos de carbón a la camisa. El padre tomó al niño de la mano y le dijo: Ven conmigo quiero mostrarte algo. Lo colocó frente a un espejo en el que pudiera ver todo su cuerpo... !Qué susto! Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo: "Hijo, como pudiste observar la camisa quedó un poco sucia, pero no es comparable con lo sucio que quedaste tú. El mal que deseas a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que quieras o puedas perturbar la vida de alguien con tus pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en ti! Cuida tus pensamientos, porque se transforman en palabras. -Cuida tus palabras, porque se transforman en acciones. -Cuida tus acciones, porque se transforman en hábitos. -Cuida tus hábitos, porque moldean tu carácter. -Y cuida tu carácter, porque de él dependerá tu destino. Que esta reflexión nos enseñe que todo lo que se pide que le llegue a una persona se te puede devolver. Vive la misericordia ella te ayuda a ser mejor ser humano. Un abrazo. Dios te bendiga.

SOMOS LA GLORIA DE LA CREACIÓN


“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10)




Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, así que todos poseemos atributos, cualidades, y dones, que por supuesto, vamos descubriendo en la medida en que nos relacionamos estrechamente con nuestro Creador, y que nos permitirán dar a conocer su gloria al mundo, y manifestar su imagen, haciendo sus obras para que el mundo crea en Él. Jamás olvide que somos el resultado de la atenta, cuidadosa, solícita, íntima, detallada y creativa obra de Dios. A veces nos creemos buenos o limitados en ciertas áreas de nuestra vida, pero generalmente cuando nos toca asumir algún reto, algo para lo cual creíamos no estar preparados, es que nos damos cuenta hasta donde podemos llegar.Sin embargo, la actitud victoriosa que implica reconocer las capacidades que se tienen y trabajar duro para fortalecerlas y desarrollarlas cada día más, depende en buena medida de la autoimagen, es decir, de la manera como nos veamos a nosotros mismos. Podemos tener los más grandes talentos, pero el tener una imagen negativa de nosotros mismos, nos impide ponerlos a funcionar, además que influye poderosamente en la manera como nos ven los demás. La autoimagen es el parámetro para la consecución de la excelencia, pues nunca iremos más allá de los límites que marcan nuestros verdaderos sentimientos acerca de nosotros mismos. Es imprescindible para una vida plena, con sentido y realización, que creamos lo que Dios nos dice, que somos su creación preciosa, que Él nos ama, nos aprueba y acepta incondicionalmente y que tiene un excelente plan diseñado desde la creación del mundo para que sea cumplido por cada uno de nosotros. La más grande garantía que tenemos para creer lo anterior se encuentra en la misma Palabra de Dios que nos reitera que en Cristo, tenemos:-Toda bendición de lo alto-La elección de Dios para ser sus hijos santos y sin mancha-Una vida totalmente acepta delante de Dios, para alabanza de su gracia-El perdón de todos nuestros pecados y la posibilidad de hacer sólo lo bueno, lo justo, lo puro, lo verdadero-Somos llenos de toda sabiduría e inteligencia-Recibimos una herencia incorruptible de la cual el Espíritu Santo y su magnífica obra en nosotros es el sello o garantía¿Ya usted está disfrutando de esta bendición? 

Dios Fuente De Salud Integral


“Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26)

Nuestro espíritu está diseñado para estar en comunión con Dios y recibir el fluir del agua viva que es su amor, dando equilibrio y armonía a todo nuestro ser, manteniendo la salud o permitiéndonos recuperarla si la hemos perdido. Por el contrario, una vida ajena a Dios o no entregada a su señorío trae como consecuencia que el espíritu y el alma queden expuestos al inclemente sol de las presiones externas y de nuestra misma naturaleza pecaminosa que batalla en nuestro interior por tomar el control de nuestra vida.
El terreno de nuestra alma termina convertido en un desierto, una tierra seca que se resquebraja, surgiendo en medio de sus grietas, como gigantescos cardos y espinos, los conflictos. Todo este desequilibrio es comunicado finalmente a nuestro cuerpo, quien como una esponja recibe todo lo que afecta al espíritu y al alma, reaccionando con enfermedades de diversa índole.
Ante esta dura realidad, se erige la voz esperanzadora de nuestro Padre celestial: “Yo soy Jehová tu sanador”. Los hijos de Dios debemos sentirnos seguros y felices, pues tenemos un Terapista divino que puede resolver todas nuestras necesidades, ya sea que pertenezcan al espíritu, al alma o al cuerpo. Él puede sanar todos nuestros conflictos y heridas. Él puede llenar todos nuestros vacíos y resolver todas nuestras necesidades. A través de su Hijo, nuestro Padre Dios nos ha manifestado la abundancia y generosidad de su amor, y la sanidad integral para nuestra vida forma parte de su propósito. Es inexplicable entonces cómo siendo hijos amados de Dios, no estemos disfrutando de esta salud completa y total.
Recordemos lo que nos dice Juan 10:10b: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” y 3 Juan 2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.

Podemos sentirnos totalmente seguros al abandonarnos en las manos del Terapista por excelencia, Jesucristo, ya que su principal motivación para sanarnos es, más que su poder, su infinito amor. ¡Usted puede apropiarse hoy de ése amor, agradecerle y disponerse a disfrutar de salud total!

viernes, 18 de marzo de 2016

Palabras Que Edifican


“Así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis. Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas. Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová” (Zacarías 8:15-17)

Toda persona que decida volver su corazón a Dios y comience a vivir conforme a sus sabias instrucciones, se hace sabio también y comienza a representar para su familia y entorno, una enorme bendición. Si por el contrario, decidimos seguir los parámetros del mundo, como dejarnos llevar por la tendencia a juzgar, condenar o criticar, vamos a encontrar grandes obstáculos para nuestra felicidad y vamos a causar mucho daño a los demás. Esto no quiere decir que estemos impedidos para hacerle caer en cuenta a alguien de sus errores y ayudarle a superarlos; pero sí debemos asegurarnos de tener una actitud recta cuando lo hagamos, para eso es preciso que:
· Seamos humildes en reconocer nuestras propias debilidades, y estar dispuestos a corregirlas y erradicarlas de nuestra mente, pensamientos y acciones
· Orar a Dios para que al momento de exhortar no usemos palabras o señalamientos ofensivos
· Debemos aplicar verdaderamente los principios de Dios en nuestro estilo de vida, y así poder tener autoridad al momento de corregir, como lo decía el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo: “preséntate tú mismo como ejemplo…”

Los nuevos hombres y mujeres que Dios desea formar, aquellos que lo representamos a Él en el mundo, sus hijos e hijas, debemos estar siempre dispuestos a cambiar nuestras actitudes erróneas por cultivar y desarrollar actitudes sanas y dignas, con el fin de mantener un corazón aprobado delante de nuestro Padre Dios y además, hacer bien a los que están a nuestro alrededor. Uno de estos aspectos que debemos cambiar, es velar por nuestros pensamientos, pues de estos dependerán nuestros sentimientos, las palabras que pronunciemos y las acciones que realicemos. Por esto, asegurémonos de que nuestra mente se llene continuamente de pensamientos al estilo de Filipenses 4:8 “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio”

LA OBEDIENCIA ASEGURA BENDICIÓN

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas” (Josué 1:7)

Cuando Josué fue elegido para suceder a Moisés, Dios le prometió que su presencia estaría con él en esta difícil tarea, y no lo dejaría caer frente a ningún enemigo, siempre y cuando le obedeciera incondicionalmente. Josué así lo hizo y logró una de las hazañas más grandes de toda la historia. La obediencia es esencial para caminar con Dios
La obediencia tiene que ver con el  conocimiento que tengamos de la voluntad de Dios y la disposición de nuestro corazón para cumplirla; por eso es necesario que seamos disciplinados y constantes en el estudio de la Palabra de Dios, la cual es nuestra principal fuente del conocimiento de nuestro Padre Dios. Además, que también seamos dóciles en para dejar que Él nos guíe por senderos de paz y seguridad; de lo contrario, quedaremos a expensas de nosotros mismos y esto es muy riesgoso, puesto que todos los seres humanos somos fi  nitos y limitados, frágiles y vulnerables, e incapaces de conocer todas las cosas. Ir por nuestros propios caminos, es andar a ciegas, sin saber lo que nos espera más adelante, como el mismo
Señor lo advierte: “Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos. !Oh, si me hubiera oído mi pueblo, si en mis caminos hubiera andado Israel!” (Salmo 81:11-13)
Queda claro que cuando decidimos andar en nuestros propios consejos, quedamos a merced de la  insensatez, y esta es camino que conduce a la ruina. Por el contrario, el interés de Dios es que escuchemos y pongamos por obra sus mandamientos justos, sus preceptos puros y sus consejos sabios; en otras palabras, que obedezcamos, que hagamos su santa voluntad, pues este es nuestro único camino a la verdadera felicidad, la que es perdurable e integral, pues abarca todas las áreas de nuestra vida. Tenemos la responsabilidad de tomar como José, la sabia decisión de obedecer a Dios en todo, así aseguraremos también para nuestra familia y personas a nuestro cargo, la bendición y la prosperidad. Si usted siente que tiene muchas debilidades y limitaciones, no se atemorice, crea a Dios y obedezca, pues Él transformará cada una de ellas en fortalezas y oportunidades. Si por el contrario, usted siente que tiene muchas ventajas, quizá, puede ser el más competente en su campo, no se confíe de esto, pues el Señor puede frustrar todo aquello que nos da seguridad, con el único propósito de que aprendamos a caminar tomados de su mano, pues nadie como Él puede cuidar de nosotros.

Tarde o temprano, todo aquello en lo que pudiéramos apoyarnos, va a acabarse o se va a derrumbar y entonces… ¿Qué pasaría con nuestra vida?

Cinco claves para el fortalecimiento de la confianza en Dios


Oración: "Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame, porque estoy afligido y menesteroso. Guarda mi alma, porque soy piadoso; salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía. Ten misericordia de mí, oh Jehová; porque a ti clamo todo el día. Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, levanto mi alma. Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan. Escucha, oh Jehová, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos. En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes". Salmos 86:1-7
"Así dice la Palabra de Vida: Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre". Salmos 125:1 para los que se han preguntado, ¿cómo fortalecer mi confianza en Dios cada día? Bien hoy quiero que veamos las cinco claves para el fortalecimiento de nuestra confianza en Dios, ellas son:
1. La oración: Sabemos que orar es hablar con Dios. Cada vez que oramos, estamos fortaleciendo nuestra confianza en Dios. Dice la palabra que la oración del justo mueve la mano de Dios. También dice y todo lo que pidas en oración creyendo lo recibiréis.
2. La fe: Cada vez que oramos nuestra fe. La fe es el primer ingrediente en el fortalecimiento de nuestra confianza en Dios.
Fe y confianza son el binomios perfecto en nuestra bajo bendición.
3. La paciencias: En la paciencia si que se aprende a esperar en Dios, a confiar en Él. ¿Ha leído el libro de Job? Allí si que se aprende paciencia en medio de las crisis.
Nuestra paciencia debe ser probada. Dice el salmista: "Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová". Salmos 40:1-3
4. La obediencia: Una de las cosas más difíciles de hacer es obedecer. Sin embargo en la obediencia se aprende a esperar en Dios y se aprende a confiar en Él
Confiar en Dios es obedecer, y en la obediencia hay bendición.
5. Total dependencia del Espíritu Santo: Cuando aprendemos a confiar y a depender plenamente en el Espíritu Santo, entonces puedo entender cada uno de los procesos del Padre en mi vida. Comprender el propósito de Dios en nuestra vida es fundamental ya que se aprendemos a confiar en Dios, y a entender a donde Él nos quiere llevar.

Una vez más el Padre desea que aprendamos a confiar en Él. Feliz día y que Dios te siga llenando de bendiciones.

jueves, 17 de marzo de 2016

Profundo Desaliento


La vida no siempre sale como deseamos que lo haga. La Biblia reconoce la emoción humana de la profunda decepción. El desánimo nos mece a veces casi hasta el punto de desfallecer. La desesperanza puede fácilmente dar forma a la falta de fe. Pero no nos demos por vencidos. Es seguro que vamos a ser heridos por las circunstancias. Job, por ejemplo, fue devastado. Perdió a sus hijos, su dinero, su posición, su prestigio, su reputación. Incluso su esposa dijo: "Maldice a Dios y muere." Pero a medida que su fuerza lo iba dejando, la fuerza de Dios apareció. Era justo lo suficiente para mantener viva la fe de Job. En medio de su dolor, decía cosas como: "Yo sé que mi Redentor vive." Yo llamo a estos espasmos espirituales "parpadea en la fe." Dios mantuvo su fe viva y lo trasladó a una gran victoria. Él va a hacer lo mismo para nosotros si solo lo creemos, a pesar de la decepción. Esa creciente esperanza momentánea viene del Señor para seguir en el camino. ¡El Señor viene a los que lo necesitan hoy, en el nombre de Jesús!
Deuteronomio 1:21

Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes.

La Dicha De Confiar En Dios


Oración: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos".
"Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia". Isaías 26:3-4 y 9
"Así dice la Palabra de Vida: Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre". Salmos 125:1
En el devocional de ayer aprendimos que confiamos en Dios porque Él es fiel, no miente, y siempre cumple sus promesas.
El libro de Job, es un libro que nos ayuda a fortalecer nuestra confianza; veamos lo que dice la palabra: "Si tú dispusieres tu corazón, y extendieres a él tus manos; si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more en tu casa la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y nada temerás; y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron. La vida te será más clara que el mediodía; aunque oscureciere, será como la mañana. Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro. Te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos suplicarán tu favor". Job 11:13-19.
1. Somos dichosos los que confiamos en Dios, cuando disponemos nuestro corazón, en creerle, en buscale y mantenemos una vida de oración constante.
2. Cuando sabes que alguien confía en ti, lo menos que quieres es fallarle. Si confías en Dios y crees en Él, no le fallarás.
3. Cuando confías en Dios: "La vida te será más clara que el mediodía; aunque oscureciere, será como la mañana". La confianza en Dios te amplia la visión.
4. Somos dichosos porque la confianza en el Padre, nos trae esperanza: "Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro. Te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos suplicarán tu favor". Aleluya.
Padre gracias por tu palabra en este día. Ayudanos a fortalecer nuestra confianza en ti. Amén.
Que tengas un día de bendición.


DIOS Y LA FAMILIA


“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Marcos 10:7-9)


He aquí el origen sagrado de la familia. Es la más maravillosa idea para la felicidad del ser humano: ¡Crear un espacio donde los seres humanos lograran apoyarse y ayudarse incondicionalmente, donde pudieran reproducir el amor Dios y tener la oportunidad de crecer y desarrollarse juntos de forma integral, de tal manera que pudieran representar una enorme bendición a su entorno y sociedad! Con el permiso divino un hombre y una mujer forman un hogar, al que Dios ha determinado su estructura interna, al que le ha designado su propósito y su meta, y como si fuera poco, al que le imparte su bendición para que permanezca y prospere. Podemos decir entonces, que la familia le pertenece a Dios.
Queda claro que el Autor y Dueño de la familia es Dios, y por tanto, es con el primero que hay que contar cuando vamos a establecer un hogar, y también, paso a paso, en el diario caminar de la vida familiar. Al respecto, hay una afirmación en la Palabra de Dios, que dice: “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen” (Salmo 127:1). Todo esfuerzo que hagamos por conservar, unir o fortalecer la familia, será en vano si no contamos con Dios. Será imposible que un matrimonio sea verdaderamente feliz, independiente de Dios, pues los seres humanos no tenemos la capacidad de proveer al hogar todo aquello que necesita para su edificación, como es: amor incondicional y verdadero, paz independiente de las circunstancias, entrega y compromiso que brinde a nuestro cónyuge e hijos, seguridad, armonía y felicidad.

De ahí, que consideremos que si la familia es de Dios, también hemos de mirar con bastante cuidado lo que Él nos ha dicho acerca de ella, con la seguridad que nos brinda el consejo más sabio y acertado. Siendo su Creador, Dios conoce las cosas pertinentes a ella, y por consiguiente quien nos puede ofrecer la más precisa orientación. Eso es precisamente lo que Dios nos ha dejado en el supremo, único y excelente Manual de Instrucciones para la vida de éxito, que es la Biblia, ¿por qué no lo usamos para lograr la verdadera realización en el matrimonio y la construcción de un hogar feliz? Se hace urgente que todas las familias de hoy se guíen por los principios divinos, pero si comenzamos por nosotros mismos, haciendo que en nuestros hogares se pongan en práctica los principios divinos, estaremos haciendo nuestro mejor aporte a la restauración de la sociedad.

martes, 15 de marzo de 2016

El Evangelio Completo



¿Qué significa realmente la declaración, "el evangelio completo"? Indica que hay una plenitud que Dios ha destinado por el Evangelio de Jesucristo para traer a la vida de cada Creyente. Cada hijo de Dios debe servirse de esta plenitud. Cada Creyente debe estar continuamente expresando el deseo y la fe de recibir todo lo que Dios nos ha prometido en Su Palabra. La Biblia habla de la salvación como una parte del Evangelio. La Biblia habla de la curación como parte del Evangelio. La Biblia habla de la vida victoriosa como una parte del Evangelio. La Biblia habla del bautismo con el Espíritu Santo como una parte del Evangelio. Cualquiera que sea la Palabra de Dios dice que es nuestro, es una parte del Evangelio de Jesucristo. Cuando decimos que queremos caminar en la plenitud de ese evangelio, estamos declarando que estamos dispuestos a aceptar todas las partes hasta que las piezas se unen para hacer el todo. A continuación, vamos a estar caminando en la plenitud del Evangelio. Por lo tanto, crea que la provisión y las promesas que Dios ha declarado en Su Palabra son para usted. Buque después esas promesas hasta que las reciba y camine en la Plenitud y el Poder de Dios.

Romanos 15:29 - Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.

Una tierra singular


“Porque Jehová ha elegido a Sion; la quiso por habitación para sí. Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he querido.” (Salmo 132:13-14)

Jerusalén ocupa un lugar especial en la Palabra de Dios, y no es para menos, porque Jerusalén o Sión es también llamada la ciudad eterna. Quienes hemos tenido la oportunidad de verla con nuestros ojos, de caminar por sus calles, de respirar su aire, hemos experimentado de manera especial la presencia de Dios en ese lugar.
La hermosura y la paz de Jerusalén inspiró a hombres como David, para componerle rimas, cantos y poemas; porque para David, Jerusalén era algo más que su ciudad, la capital y el símbolo de la consolidación y la prosperidad de su reino. Significaba el lugar del pacto de Dios, donde había derramado su amor, su misericordia y su poder, llevándole de ser un sencillo pastor de ovejas a convertirse en el rey de su pueblo. Es por eso que Jerusalén se convirtió en la permanente razón de su alegría y el objeto de sus cantos. También la Palabra de Dios está llena de testimonios de hombres y mujeres que tuvieron una actitud correcta hacia la Tierra del Señor, procurando su bien y su paz, y fueron grandemente prosperados. Este es el caso del Rey Salomón, quien cultivó en su corazón un amor muy especial por este lugar en el que Dios había prometido que su presencia estaría permanentemente y su oído escucharía toda petición que allí se hiciese.
De la misma manera, para nosotros Jerusalén es el lugar donde se pagó el precio por nuestra libertad, donde se cubrió el costo de nuestra paz. Por la preciosa sangre de Cristo derramada, fuimos libres de la esclavitud del pecado y de la muerte, y elevados a la condición de hijos de Dios. Ahora podemos disfrutar de su amor y de la vida abundante que Él nos da.

Personalmente he recibido y compartido hermosas enseñanzas acerca de Sion que tienen que ver con nuestra vida diaria, pues Dios promete bendecir a aquellos que oran por la paz de la Santa Ciudad y piensan de ella con alegría, anhelando visitarla, pues entienden que allí tendrán un encuentro especial con su papá Dios, y que podrán presentarle ofrenda de gratitud y de alabanza por los innumerables beneficios recibidos.