martes, 20 de octubre de 2015

LA PRESENCIA DE DIOS, ES NUESTRA SEGURIDAD

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“Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos”. (Éxodo 33:12b) PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 27:10 Cada día tenemos la oportunidad de descubrir que la oración es uno de los privilegios más significativos que Dios nos da; mediante ella, descubrimos el cuidado amoroso de Dios que comenzó desde antes de la fundación del mundo, desde que tuvo nuestro nombre en memoria, hasta la eternidad. La única ayuda segura es la que viene de Dios, y su cuidado se prolonga más allá de la existencia terrenal. Alguien dijo: «Si estamos seguros en Cristo, no importa los riesgos que corramos en la vida. Los que se sienten inseguros nunca se arriesgan al fracaso. En cambio, los que se sienten seguros son sinceros y lo reconocen cuando sucede; buscan ayuda y lo intentan de nuevo. Ellos pueden cambiar». Para cada dificultad del hombre hay una gracia especial de Dios; en otras palabras, podríamos decir que para cada necesidad hay un recurso sobrenatural; para cada problema, una respuesta; para cada herida, una medicina; para cada debilidad, un aliento; y para cada confusión, una guía verdadera. Si entendemos esta verdad, nuestras vidas serán diferentes. Jeremías dice: “¡Oh Señor Jehová! He aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti” (Jeremías 32:17). Para muchos no es fácil confiar de esta manera, pero cuando vemos siervos de Dios que alcanzaron victorias imposibles, sabemos que también nosotros lo lograremos: «Al que cree, todo le es posible» (Marcos 9:23). Confiemos en Dios y cuando nos asalten dudas acerca de lo que Él puede hacer por nosotros, podemos ir a su presencia, buscar la revelación de su Santo Espíritu a través de la oración y su Palabra y entonces, se acallarán nuestras dudas y se disiparán nuestros temores. «En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. El solamente es mi roca y mi salvación» (Salmo 62:1-2b). HABLEMOS CON DIOS “Amado Señor, qué hermosa bendición es tu Presencia en mí. Gracias porque entiendo que cada día, tienes reservadas hermosas bendiciones para mi vida. Entiendo que detrás de cada dificultad estás ocultando una oportunidad para hacerme crecer integralmente, por eso te pido que me ayudes a recordar siempre quién soy y cuál es mi propósito en la vida. Amén”.

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