El
jefe se va Alguien me dijo una vez que la verdadera prueba del carácter de una
persona es la forma en que actúa cuando cree que nadie la está mirando. En esta
extraordinaria parábola, Jesús nos da un vistazo de algunos de los misterios de
la existencia humana. Con la expresión “reino de los cielos”, Jesús quiso
decir: “Esta es la manera como Dios interactúa con las personas. Estas son sus
prioridades y metas para nuestra vida. Así es como el rey reúne al pueblo en su
reino”. El reino de los cielos “es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a
sus siervos y les entregó sus bienes” (Mateo 25:14). No se necesita ciencia
espacial para darse cuenta de que el hombre rico de la parábola es Dios. Todos
los creyentes en Cristo, perdonados y restaurados, ahora trabajan para él. Este
primer versículo le presenta dos grandes retos al pecador que hay dentro de
cada uno de nosotros. En primer lugar, todo lo que tenemos: el dinero, la
familia, el empleo, las capacidades, la comunidad y, de manera especial nuestro
más preciado tesoro, el evangelio de Cristo, es un don de Dios. Para nuestro
ego es muy gratificante suponer que todo lo hemos ganado y construido por
nosotros mismos, pero es muy saludable darle al Creador y Dador la alabanza por
toda la riqueza que tenemos. El segundo desafío es recordar que "la
ausencia" de Dios en nuestro mundo no es porque sea débil, indiferente,
senil, o haya muerto. ¿La verdad? A él le produce una gran emoción confiarnos
sus cosas, y luego dar deliberadamente un paso atrás en la sombra para observar
y ver lo que hacemos con nuestra vida. Esta parábola nos enseña que hoy él está
profundamente interesado en lo que hacemos
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