Algo muy triste hoy en día es
contemplar la destrucción de los hogares y la condición de los que viven en
crisis, sin que entiendan que Dios, el Diseñador de la familia quiere
ayudarles. Es un acto de necedad y torpeza tratar de resolver situaciones que
humanamente son imposibles; mientras el Señor espera que lo miremos a Él y
aceptemos su gran ayuda.
La familia de hoy necesita que se le
socorra. La unidad familiar siempre ha significado mucho para Dios y la
humanidad; pero el valor y la importancia que ella tiene, se han perdido, se
han esfumado como por arte de magia, pues se ha dado cabida a lo superficial y
a lo vano. Es por eso que hoy lo más importante para los padres es la búsqueda
de dinero. Con frecuencia vemos padres e hijos entregados a los afanes y a los
placeres de la vida y aferrados a ídolos como la fama y la posición social.
La familia necesita volver a Dios. Es
fundamental colocar a Cristo en el centro de la familia, que es donde Él debe
estar, dirigiendo el rumbo del hogar. Esto implica recuperar algunos tesoros
que muchas familias de antaño tenían en nuestro medio, y que la gran mayoría de
las familias hebreas cultivaron siempre, y lo cual les valió el ser preservado
como pueblo, en medio de los holocaustos más terribles. Se trata de reunirse a
compartir juntos vivencias, enseñanzas, alimentos y lo más importante, a
compartir el amor y el cariño, el interés y el cuidado los unos por los otros,
alrededor ¡claro está!, de la persona de Jesús.
¿Cómo lo hacían? Pues ser reunían por
las noches y luego de departir con alegría unos con otros, buscaban la
dirección de Dios, dirigidos por el jefe del hogar. Esto constituía una
excelente oportunidad para reforzar los lazos de unidad y fomentar el temor de
Dios.
Si usted cree que el mal ha tomado
ventaja en su hogar, no hay tiempo qué perder. Con Dios, siempre hay
oportunidad para volver a comenzar y corregir los errores del pasado. Dé el
primer paso uniendo a su familia a través de la oración, intercediendo por
ella; tal vez ocurra que usted sea el único interesado. Pero eso no importa,
pues a medida que usted avanza y persevera, otros se añadirán a su causa, y
pronto, Dios habrá conquistado el corazón de cada uno de los miembros de su
familia para Él.
Lo motivo a comenzar desde este
momento, orando por su familia y por todas las familias de su nación, para que
Dios traiga restauración y bendición total. Haga de su hogar la morada de Dios.