viernes, 9 de septiembre de 2016

Orando Por La familia



“Si el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”. (Salmo 127:1a)

Algo muy triste hoy en día es contemplar la destrucción de los hogares y la condición de los que viven en crisis, sin que entiendan que Dios, el Diseñador de la familia quiere ayudarles. Es un acto de necedad y torpeza tratar de resolver situaciones que humanamente son imposibles; mientras el Señor espera que lo miremos a Él y aceptemos su gran ayuda.
La familia de hoy necesita que se le socorra. La unidad familiar siempre ha significado mucho para Dios y la humanidad; pero el valor y la importancia que ella tiene, se han perdido, se han esfumado como por arte de magia, pues se ha dado cabida a lo superficial y a lo vano. Es por eso que hoy lo más importante para los padres es la búsqueda de dinero. Con frecuencia vemos padres e hijos entregados a los afanes y a los placeres de la vida y aferrados a ídolos como la fama y la posición social.
La familia necesita volver a Dios. Es fundamental colocar a Cristo en el centro de la familia, que es donde Él debe estar, dirigiendo el rumbo del hogar. Esto implica recuperar algunos tesoros que muchas familias de antaño tenían en nuestro medio, y que la gran mayoría de las familias hebreas cultivaron siempre, y lo cual les valió el ser preservado como pueblo, en medio de los holocaustos más terribles. Se trata de reunirse a compartir juntos vivencias, enseñanzas, alimentos y lo más importante, a compartir el amor y el cariño, el interés y el cuidado los unos por los otros, alrededor ¡claro está!, de la persona de Jesús.
¿Cómo lo hacían? Pues ser reunían por las noches y luego de departir con alegría unos con otros, buscaban la dirección de Dios, dirigidos por el jefe del hogar. Esto constituía una excelente oportunidad para reforzar los lazos de unidad y fomentar el temor de Dios.
Si usted cree que el mal ha tomado ventaja en su hogar, no hay tiempo qué perder. Con Dios, siempre hay oportunidad para volver a comenzar y corregir los errores del pasado. Dé el primer paso uniendo a su familia a través de la oración, intercediendo por ella; tal vez ocurra que usted sea el único interesado. Pero eso no importa, pues a medida que usted avanza y persevera, otros se añadirán a su causa, y pronto, Dios habrá conquistado el corazón de cada uno de los miembros de su familia para Él.

Lo motivo a comenzar desde este momento, orando por su familia y por todas las familias de su nación, para que Dios traiga restauración y bendición total. Haga de su hogar la morada de Dios.

Jesús Conoce Mis Necesidades


“y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: no llores”. (Lucas 7:13)

Jesús conoce nuestro corazón y sabe cómo transformarlo. Él ve el sufrimiento de cada quien y tiene la respuesta para «cambiar el lamento en baile». Él percibe todos nuestros pensamientos y nos enseña y transforma. Conoce a los desamparados del mundo y ofrece su Presencia y ayuda. Cuando ve la enfermedad, ofrece la medicina.
Las preguntas que con frecuencia usó Jesús en su ministerio fueron: ¿Qué quieres que te haga? ¿Quieres ser sano? ¿Por qué lloras? ¿Quién me ha tocado? ¿Por qué teméis? Jesús lo ve y conoce todo y esta es la razón por la cual, puede darnos la ayuda correcta y en el momento preciso. Además, Él nos ama y siente infinita compasión por nosotros. Él se deleita en la verdad, en la justicia y teniendo misericordia de sus hijos. Al hacerse hombre y venir a la tierra, Dios muestra su gran deseo de ayudarnos en aquellas cosas que sólo Él puede hacer.
Hoy en día sigue interesándose por cada uno, como persona, individualmente. Hoy podemos llegar a Él en medio de nuestras debilidades, diciéndole como Pedro le dijo un día: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Juan 6:68). Y así es, Él es el todo de la vida, no hay sustituto ni otro camino. El corazón de Dios, hoy también abunda en compasión por nosotros igual que con la viuda de Naín, cuya situación Jesús asumió como propia, comprometiéndose con la respuesta que esta mujer necesitaba. Su amor siempre se desborda hacia los que le creen y esperan en su misericordia.
Hoy también Dios le está preguntando por sus necesidades, sus sueños y sus anhelos, pues nada de lo que compete a nuestra vida, lo grande y hasta los detalles más pequeños, le son indiferentes. Por el contrario, todo lo de nosotros le importa, y para todo, Él tiene una respuesta. Su deseo es que vivamos una vida abundante y feliz. Recordemos que aún en medio de su muerte en la cruz, cuando vio a su madre se interesó por su dolor y desde la cruz la consoló y la ayudó: «Mujer, he ahí tu hijo». (Juan 19:26-27).

Hoy vivo para agradecer al Señor cada día, cada instante, cada detalle suyo a través del cual he sentido su amor, su cuidado y su protección. Un día decidí venir a morar bajo las alas del Altísimo y he podido experimentar la sombra del Omnipotente todos los días sobre mí, mi familia y mis hijos en la fe. Usted también puede vivir bajo su cuidado, descansar bajo su mirada. ¡Usted también puede permitirle a Jesús que cuide de su vida!

Descansando en Él



"Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros". (1 Pedro 5:7)

Las dificultades revelan nuestra debilidad, nuestra impotencia y nuestra vulnerabilidad ante situaciones que se escapan de nuestro control. Esto nos lleva a entender que no podemos ser autosuficientes, que necesitamos de Dios. La clave para hallar el descanso es derramar delante del Señor el corazón, confesando aun errores cometidos, colocando delante de Él la queja, lo que nos inquieta, lo que nos duele, nuestra frustración; es entregarse a Dios para que Él venza cualquier dificultad que tengamos; es entender que el único verdaderamente compasivo ante nuestros sufrimientos es Aquel que sufrió hasta la muerte de cruz y en quien tuvimos libre acceso al Padre, al que todo lo puede, al que es el oportuno socorro para nuestra alma.
Sólo el Señor tiene el poder y la autoridad para conocer el estado de nuestra alma, de nuestro corazón; Él sabe muy bien de nuestras angustias y cargas, por eso nos ofrece aliviarlas. Él nos dice: "vengan a mí", lo que significa que siempre estará esperando que nosotros vayamos a su Presencia en oración y sobre todo con la fe y la confianza que Él merece. Sólo Jesús nos hace descansar, de tal manera que nuestra pesada carga se convierte en algo liviano y fácil de llevar. De esta manera se nos abre un panorama lleno de esperanza, donde las aflicciones se tornan en un futuro consolador.
Cuando dejamos que nuestra alma y nuestro corazón se llenen de angustia, cuando acumulamos y guardamos heridas, rencores, malos deseos, miedos; llegará un momento en que no soportamos más, y hasta perdemos de vista nuestra relación con Dios y nuestra posición como hijos suyos. Terminamos apesadumbrados y derrotados.

Descansar en el Señor es una muestra de confianza. Él conoce nuestra senda como lo dice su Palabra, Él lo sabe todo, y no necesitaría que se lo digamos; pero cuando lo hacemos, cuando le hablamos acerca de nuestros problemas, cuando ponemos nuestra vida en sus manos, nuestro corazón recibe alivio, descansa y queda vacío para poder ser lleno del amor de Dios y de su Palabra que nos guía y nos conforta para seguir adelante. Además, en nuestros corazones, ahora confiados y seguros, se producirán alabanzas y acciones de gracias genuinas hacia Dios, porque hemos visto su ayuda y somos conscientes de haber sido alcanzados por su misericordia.

Aprendiendo a Tratar a Los Demás




“No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. Honra a las viudas que en verdad lo son” (1 Timoteo 5:1-3)

El apóstol Pablo buscó formar en Timoteo un varón lleno de fe, un verdadero siervo de Dios que no sólo hablara de Él con sus palabras sino también con sus acciones y su ejemplo. Es imposible pretender servirle a Dios si no estamos dispuestos a desarrollar un estilo de vida como el de Jesús. El hijo de Dios, estaba tan lleno de amor que era fácilmente deducible que Dios estaba con Él. Su amor a su Padre no sólo se manifestaba en palabras cuando oraba sino en acciones de obediencia que implicaban tener misericordia y actuar con compasión siempre hacia todo ser humano, en especial hacia los débiles, los enfermos, los desamparados, los menospreciados.
El Doctor Néstor Chamorro, fundador de una gran familia llamada Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia, Centro de Teoterapia Integral en el mundo, enseñó esta gran verdad de la Palabra de Dios “Hay que vivir con la gente, entre la gente y para la gente”. Es que en esto radicó su felicidad y el éxito de su vida. Quienes tuvimos el privilegio de compartir con él, recibimos un ejemplo de vida plena de profundas satisfacciones. Pero sus victorias no estuvieron relacionadas con logros académicos, económicos, con la fama o el poder. Su gran triunfo personal fue el amor. Se sentía verdadero hijo de Dios, y esto lo hacía poseedor de un genuino amor que manifestaba con libertad a cada uno de sus familiares, amigos y discípulos. Es este trato único y especial, cargado de amor comprometido, lo que ha hecho perdurable su recuerdo y vivo su ejemplo en el corazón de cada uno de los miembros de esta gran familia.
Una persona que pretenda servirle a Dios y desarrollar una obra trascendental en el mundo, debe desarrollar sólidos principios basados en el amor genuino a los demás. Nadie que no ame genuinamente a otro podrá influir perdurablemente en él. Toda victoria espiritual, toda obra que trascienda a la eternidad, será motivada y desarrollada a través del amor. Todo hombre y mujer de fe, llenos del Espíritu Santo, tendrán siempre una extraordinaria dosis de amabilidad, dulzura, diligencia, paciencia y compromiso para con todos; entonces estarán influyendo poderosamente en la vida de quienes les rodean, produciendo frutos de sanidad, restauración, liberación, prosperidad y gozo, pero también produciendo la multiplicación de su amor en la vida de otros.
Ahora vemos que el trato adecuado, respetuoso y misericordioso a quienes nos rodean, no es una cuestión de carácter, de formación, o de una actitud. Es una capacitación sobrenatural del Espíritu Santo, que nos lleva más allá de tener unas excelentes relaciones con los demás, a vivir en íntima comunión con Dios, manifestando su amor a través de nuestra vida.

lunes, 5 de septiembre de 2016

La restauración de la familia


“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. (Malaquías 4:6)

Para la familia en crisis no hay otra respuesta que la divina. Solo la intervención de Dios en el corazón de cada persona, fortalecerá los lazos familiares. Una familia temerosa de Dios le busca y rinde su vida, sus anhelos y sueños delante del Señor.
Es pues, un imperativo para todos los cristianos edificar primero un buen hogar, ya sea en su papel de padres o de hijos. La advertencia en este pasaje es muy severa, ya que si el corazón del hombre no se vuelve hacia la familia, se manifestarán entonces las consecuencias de la ausencia de la bendición de Dios. Pero el último versículo del Antiguo Testamento trae una grandiosa promesa y también una fuerte advertencia. La promesa es la reconciliación y la unidad para toda familia que vuelve sus ojos a Dios y le entrega la dirección de su hogar.
Tuve la oportunidad de conocer la historia de una mujer que guardaba en su corazón un profundo odio contra su madre, por la forma como fue tratada y abandonada durante su niñez. Asistió a una reunión donde se enseñaba la importancia del perdón para ser sanados de la terrible enfermedad de la amargura y ser libres para remontarse a una vida excelente y fructífera. Además, escuchó por primera vez el primer mandamiento con promesa, que es honrar a los padres y le explicaron cómo debía hacerlo.

Es bueno añadir que esta mujer, cuyo oficio era cultivar la tierra, trabajaba infructuosamente pues desde hacía mucho tiempo, la tierra no le daba fruto. Ella tomó literalmente la enseñanza del profeta Malaquías. Así que se levantó, buscó a su madre, le pidió perdón y hoy, su pequeña finca está teniendo una cosecha jamás vista. ¿Es coincidencia?, o ¿es el resultado de obedecer lo que dice el Señor? Valdría la pena en este día examinar cómo está nuestro corazón con respecto a nuestros padres, también examinar qué resultados estamos cosechando en nuestra vida. Que no nos suceda como dice el rey David en el Salmo 127, que estemos comiendo «pan de dolores», a causa de no reconciliarnos con los miembros de nuestra familia.

Nunca Más Tendremos Sed


“Más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. (Juan 4:14)

Dios es, ha sido, y será siempre la fuente donde todo hombre puede acercarse para beber y llenar todos sus vacíos, faltantes o necesidades. La Biblia nos presenta un vivo ejemplo en la mujer samaritana. En el momento en que ella se encontró con el Señor, estaba experimentando en su vida; vacío, soledad, rechazo y falta de amor, pero ante el ofrecimiento que Jesús le hizo se dio cuenta de que no tenía otra alternativa, sino sólo Dios y tomó la más acertada decisión: «Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla» v.15
En aquel entonces existían muchos pozos, que como el pozo de Jacob, calman la sed temporalmente. Hoy también las personas buscan cómo satisfacer su sed de amor, aprobación y estima en muchos pozos que lamentablemente están secos, pues carecen del agua viva que es el amor de Dios. Pozos hay muchos, pero Fuente sólo una «Dios», quien calma nuestra sed para siempre y nos convierte en fuentes que pueden transmitir vida a otros sin que se agoten jamás.
Hoy también nosotros debemos tomar la decisión que tomó esa mujer, cuando le dijo al Señor «dame esa agua...» y reconocer que a través de la oración podemos tomar de Dios como Fuente, todo aquello que estemos necesitando: amor, paz, gozo, salud, seguridad, prosperidad.
Un gran siervo de Dios enseñaba respecto a la oración, que mientras más tiempo invirtamos en orar, más saldo tendremos a nuestro favor en el cielo, refiriéndose a que sólo a través de la oración podemos depositar en el Señor todas nuestras cargas, temores, ansiedades y necesidades, y recibir de Él todo cuanto necesitamos para vivir una vida plena y abundante. La oración crea un ambiente en el cual podemos prosperar y experimentar salud integral.

Dios quiere saciar nuestra sed, no sólo para nuestro propio beneficio sino para transformarnos en una fuente que rebose para dar a otros.

Dios Me Fortalece

“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”. (Isaías 40:29).


Hay momentos en la vida en que pensamos que se han agotado nuestras fuerzas, que nada podrá levantarnos y que no podremos superar las dificultades; sin embargo, el que conoce y confía en Dios, tiene la oportunidad de renovar sus fuerzas, y de multiplicarlas aun cuando éstas se hayan extinguido. El que confía en Dios, toma la vida con una actitud de triunfador: * Sabe que todo lo que emprende va a salir bien * Desarrolla audacia y actitud emprendedora para no dejarse desviar de la meta * Posee empeño y perseverancia * Da un alto valor al tiempo * Rompe con los esquemas mentales del pasado, que le paralizan y le llenan de temor * No se da por vencido: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» * Orienta la felicidad hacia el servicio * Mantiene a la familia unida. Hoy le invito a remontarse muy alto. Vaya a la presencia de Dios y permita que Él aclare su mente, renueve sus fuerzas y aliente su corazón. No insista en depender de sus limitados recursos. Tome los divinos, que están a su disposición y comience a volar como las águilas. No importa que aparentemente se encuentre en desventaja. La Palabra de Dios dice, que aun los fuertes se fatigan y se cansan, y que aun los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en Él, tomarán aliento, dispondrán de nuevas fuerzas, serán habilitados de una manera sobrenatural para seguir adelante, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Crea con todo su corazón, ponga en Él su confianza, aprópiese de estas reconfortantes verdades y experimentará también en su vida, cómo va tomando aliento, cómo se va agigantando frente a los problemas, cómo se van desarrollando en usted, alas como de águilas, que le llevarán a remontarse muy alto, por encima de todo problema o adversidad. 

Dios Bendice A Todos Los Que Le Obedecen

“Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos”. (Salmo 128:1)


La palabra «bienaventurado», se relaciona con: felicidad, éxito, realización y prosperidad. Esta promesa va dirigida al individuo en particular, pero su cumplimiento, obviamente beneficiará a la familia, llevándole a obtener excelentes resultados: «La familia que teme a Dios y anda en sus caminos, es bienaventurada». Pero esta promesa está sujeta a una condición: Temer a Dios y andar en sus caminos. Se da, cuando cada uno de los miembros decide acercarse a Dios para conocerlo, experimenta amor por su Palabra y dispone su corazón para obedecerla. Entonces se cumplirá para esa familia, que: La mujer: tal como una «vid cargada de frutos a los lados de la casa», representa bendición, abundancia y prosperidad para los suyos. Los hijos: «como plantas de olivo» alrededor de la mesa, representan la alegría y el colorido del hogar. Ellos hermosean la familia. Son como un hermoso ramillete que engalanan el ambiente familiar. El varón: es grandemente bendecido. Dios prospera el fruto de sus manos y todo lo que hace, le sale bien. Para que una familia desarrolle estas características, cada miembro necesita comprometerse con nuevas actitudes como: * Comunión íntima y permanente con Dios * Asumir con responsabilidad el papel que le corresponde * Afectar positivamente a los demás miembros de la familia * Estar dispuesto siempre a amar, a perdonar y a dialogar * Hacer que se manifieste permanentemente en su vida, el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). El éxito familiar depende de cada uno de sus miembros. Cada uno debe ser consciente de que es una pieza importante dentro de esa empresa llamada Familia, y que todo lo que haga, la afectará. Tome hoy la decisión de buscar esa bendición familiar, volviendo el corazón a Dios y poniendo por obra lo que dice su Palabra.