“Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que
anda en sus caminos”. (Salmo 128:1)
La palabra
«bienaventurado», se relaciona con: felicidad, éxito, realización y
prosperidad. Esta promesa va dirigida al individuo en particular, pero su
cumplimiento, obviamente beneficiará a la familia, llevándole a obtener
excelentes resultados: «La familia que teme a Dios y anda en sus caminos, es
bienaventurada». Pero esta promesa está sujeta a una condición: Temer a Dios y
andar en sus caminos. Se da, cuando cada uno de los miembros decide acercarse a
Dios para conocerlo, experimenta amor por su Palabra y dispone su corazón para
obedecerla. Entonces se cumplirá para esa familia, que: La mujer: tal como una
«vid cargada de frutos a los lados de la casa», representa bendición,
abundancia y prosperidad para los suyos. Los hijos: «como plantas de olivo»
alrededor de la mesa, representan la alegría y el colorido del hogar. Ellos
hermosean la familia. Son como un hermoso ramillete que engalanan el ambiente
familiar. El varón: es grandemente bendecido. Dios prospera el fruto de sus
manos y todo lo que hace, le sale bien. Para que una familia desarrolle estas
características, cada miembro necesita comprometerse con nuevas actitudes como:
* Comunión íntima y permanente con Dios * Asumir con responsabilidad el papel
que le corresponde * Afectar positivamente a los demás miembros de la familia *
Estar dispuesto siempre a amar, a perdonar y a dialogar * Hacer que se manifieste
permanentemente en su vida, el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). El
éxito familiar depende de cada uno de sus miembros. Cada uno debe ser
consciente de que es una pieza importante dentro de esa empresa llamada
Familia, y que todo lo que haga, la afectará. Tome hoy la decisión de buscar
esa bendición familiar, volviendo el corazón a Dios y poniendo por obra lo que
dice su Palabra.
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