El
rey Balac, vio entrar a los hijos de Israel y tuvo miedo, llamó a los ancianos
de Madián y les pidió que enviara mensajeros que trajeran a Balaam. El rey
quería que maldijera al pueblo de Israel.
En
principio Balaam no se oponía, pero pidió que se le conceda el plazo de una
noche para conocer la voluntad de Dios acerca de este pedido. A la mañana
siguiente, Balaam les notifica que Dios se opone a su partida y que, por
consiguiente, no podía acompañarlos. Entonces Balac envía otra comisión, más
numerosa y que le insta para que los acompañe a Moab a fin de maldecir a
Israel, prometiéndole que el rey le colmaría de honores. Dios habló a Balaam de
noche y finalmente le autorizó a que fuera con ellos, a condición de que no
hiciera más de lo que Él mismo le dijera.
Cuando
llegó a Moab, Balaam construyó siete altares y pidió a Dios que maldijera a
Israel. Dios contestó que los bendeciría. Balaam construyó siete altares
adicionales en un lugar distinto. La respuesta era la misma. La tercera vez
Balaam se fue a un tercer sitio. Balaam construyó siete altares más. Aún Dios
se decidió a bendecir a Israel.
Balac,
el rey, estaba enfurecido y dijo: ¡Yo te llamé para maldecir a mis enemigos! En
cambio, los has bendecido tres veces. ¡Fuera de aquí ahora mismo! ¡Vuelve a tu
casa! Te prometí una generosa recompensa, pero el Señor te ha impedido que la
recibieras. Y en respuesta Balaam le dijo a Balac: ¿No recuerdas lo que
expliqué a tus mensajeros? Dije: “Aunque Balac me diera su palacio repleto de
plata y oro, no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del
Señor”. ¡Te advertí que únicamente podría decir lo que el Señor me dijera!
(Números 22-24 NTV.)
La
voluntad de Dios no era maldecir a su pueblo, Israel, aunque tuvo muchos
motivos por sus constantes quejas en el desierto, por el agua, el maná, la
idolatría; pero Dios había prometido a su pueblo sacarlos de la esclavitud de
los Egipcios y no podría ir en contra de su palabra como nos dice 2 Timoteo
2:13 (NTV) “Si somos infieles, él permanece fiel, pues él no puede negar quién
es.”
También
Balaán pudo maldecir al pueblo de Dios y recibir la recompensa de parte del
rey, pero no lo hizo, porque las fuerzas del mal no pueden prevalecer en malos
propósitos contra quienes están bendecidos por el Señor.
Dios
tenía un propósito para este pueblo, como lo tiene para cada unos de sus hijos,
somos su especial tesoro, los guardó del mal y nosotros también gozamos de ese
privilegio.
Ten
el pleno convencimiento que tu Padre celestial te está protegiendo, en todo
tiempo, aunque no lo veas. Puede que haya personas que desean tu mal y se
junten para confabular acerca de como dañarte, pero El está moviendo
circunstancias a tu favor, porque te ama y tiene un pacto contigo, te sacará
del desierto para llevarte a los valles que tiene preparado. Te librará de
peligros, por lo cual puedes caminar por la vida en la seguridad de saber
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