Es
expresarle permanentemente a Dios que depositamos nuestra confianza en Él y que
necesitamos de su amor, de su poder y de su misericordia. Es despojarse de toda
auto-suficiencia y presentarse con las manos vacías delante de Él. Orar es ver
como resultado de esa entrega, el amor, el poder y la misericordia de Dios
derramándose soberanamente sobre nuestras vidas, en frutos paulatinos, o a través
de respuestas notables y espectaculares. La oración rompe cadenas, derriba
montañas y produce libertad en nuestras vidas. Ella rompe las barreras que nos
impiden comunicarnos con Dios. Además, al estar delante de Dios y al reconocer
nuestra necesidad personal, encontramos también seguridad. Experimentamos la
certeza de que cuando estamos en íntima comunión con Él, se satisfacen todas
nuestras necesidades. Para Él nada es imposible, si tan sólo creemos. Quien ora
suplica a Dios Padre, Él recibe la oración, la examina para ver si está de
acuerdo con su voluntad, se inclina hacia nosotros, cambia personas,
circunstancias, actúa en cosas y en detalles y nos da las respuestas perfectas,
conforme a la excelencia de su voluntad para nosotros, nuestras familias y las
vidas a nuestro alrededor. Los resultados de la oración son infinitos. La
oración produce paz, equilibrio, certeza. La respuesta siempre viene en el
momento y circunstancia perfecta para nuestra vida. Es por eso que debemos
anhelar la presencia de Dios como lo hizo David y tener la confianza que él
tenía, la cual le permitía expresar: «Tarde, mañana y a medio día oraré y
clamaré, y Él oirá mi voz».
¿Tiene la
fe para creer que en cualquier momento y circunstancia Dios le oye y acude en
su auxilio? La oración es el arma poderosa que necesita todo hijo de Dios.
Cuando las cargas nos agobian, qué difícil es llevarlas solos, pero cuando se
las dejamos a Él en oración, sentimos el alivio que nos da su paz infinita.
HABLEMOS CON DIOS “Amoroso Espíritu Santo, te
quiero pedir que me enseñes a orar en todo tiempo y con tu verdad. Abre mi
entendimiento para interceder como conviene, no permitas que mis oraciones sean
egoístas y vanas, sino, dame sabiduría para orar y ver cómo se hacen realidad
los planes de Dios en mi vida y en la de mi familia. Quita todo razonamiento e
incredulidad que pueda haber en mi corazón, Amén”. Dios escuche tu ruego y
oración cuando a él clamares, y sea propicio a tu necesidad. Que su gracia y
misericordia sea extendida en tu vida y en la de tu familia. Paz sea a Israel,
y rogad siempre por la paz de Jerusalen.
Que en
este día Dios te guarde, bendiga, coloque en ti paz y prospere la obra de tus
manos.
Que
tengas un exitoso y fructífero día, un fuerte abrazo de quien te aprecia y te
tiene presente en sus oraciones.
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