La esperanza puede ser definida como aquella virtud que nos hace
creer que pasará lo que mejor, sin importar que la marea de problemas,
preocupaciones o dificultades parezcan crecer sin darnos tregua ni respiro. Si
tenemos esperanza seguiremos luchando, no nos rendiremos y mucho más si la
misma está puesta en Dios. Tal vez hayas recibido una noticia con un pronóstico
irreversible: una sentencia de divorcio, una carta de despido, un remate
inminente, un diagnóstico médico con un desahucio, la muerte de un ser querido
o cualquier otra noticia que hace que tu mundo empiece a desmoronarse. No
importa la gravedad de la noticia o si tú fuiste quien causó ese desenlace o si
fue alguien que hizo algo contra ti. No importa si la gente te culpa o te dice
que desistas, Dios tiene la última palabra y aunque todo parezca estar en tu
contra, mientras mantengas la mirada fija en tu Salvador, Él no te va a
abandonar ni por un instante y ya tiene preparado un gran final para ti; es el
especialista en imposibles. En Romanos 4:18 nos recuerdan el caso de un hombre
que aún con todas las circunstancia en contra decidió creerle a Dios y su
confianza no fue defraudada, por el contrario, el Señor lo consideró justo
debido a su fe. “Aun cuando no había motivos para tener esperanza, Abraham
siguió teniendo esperanza porque había creído en que llegaría a ser el padre de
muchas naciones. Pues Dios le había dicho: «Esa será la cantidad de
descendientes que tendrás»” Romanos 4:18 (NTV) No importa lo que estás
atravesando, aún cuando no hay motivo alguno para tener esperanza, sigue
creyendo. Dios ha prometido que no te dejará, no te va a abandonar; mantén
firme tu fe y Dios obrará siempre a tu favor. Recuerda que tener fe no es vivir
con todas las respuestas, la esperanza te permite tener la certeza de que Dios
está en control de nuestras vidas y las circunstancias que atravesamos. Aún
cuando el sentido común te diga que no hay nada más que hacer si pones tu
esperanza en Dios podrás ver Su mano obrando a tu favor.
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