martes, 30 de agosto de 2016

Orando En Todas Partes


“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda”. (1 Timoteo 2:8)
PASAJE COMPLEMENTARIO: 1 Crónicas 29:10-20
La oración no solamente determina nuestra calidad de vida; la oración es la principal fuente de vida para el ser humano.
¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que nuestra vida tendrá la misma calidad que tenga nuestra oración. Una vida sin oración se vuelve vacía, fría y estéril. El corazón se endurece y aparecen la amargura, el resentimiento, el temor, la debilidad y la falta de poder. Por el contrario, cuando se cultiva una rica vida de búsqueda del Señor, resulta fácil encontrar un corazón lleno de amor, dispuesto a dar lo mejor, que siembra paz por dondequiera que va, que tiene presente en sus momentos de clamor aún a aquellos que le han causado daño.
Revisemos ciertas condiciones establecidas para una auténtica oración:
- "Levantar manos santas” a Dios. No hay nada más grato delante de Dios que una oración proveniente de un corazón puro, que unas manos limpias y santas que se levanten hacia Él. Es como un buen perfume que atrae, que conquista, que conmueve el corazón de Dios para escucharnos.
- "Anhelar conocer la voluntad de Dios, es un ingrediente fundamental en la oración” Muchos se acercan al Señor, esperando que Dios confirme lo que ya han decidido, que apruebe lo que ya han elegido. Esa oración no podrá ser respondida. A Dios, es necesario acercarse, con la genuina disposición de conocer su voluntad, tal como lo expresa el salmista: «Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma» (Salmo 143:8).

- "Estar dispuestos a obedecer” Lo que realmente hace efectiva la oración, es la actitud de nuestro corazón para seguir el camino que Dios nos señale, para poner por obra sus mandamientos, y para levantarnos a hacer como Él nos dice. «Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud» (Salmo 143:10). Ponga en práctica estos aspectos y descubra la maravillosa respuesta que Dios tiene para su vida.

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