Jamás había pensado
en esto, pero veo que es muy importante hacerlo. Entonces comencé por
identificar tres grupos de personas que llegan a nuestra vida: Los que vienen
por una razón, otros que lo hacen por una estación y aquellos que llegan para
toda la vida. Cuando alguien llega por una razón, es para llenar una necesidad
que estás pasando. Vienen a asistirte en alguna dificultad, a brindarte apoyo y
orientación, o bien para ayudarte ya sea física, mental o espiritualmente.
Estos son los que solemos llamar “Los caídos del cielo”, y lo son, pues están
ahí para suplir una necesidad. Otras personas llegan a tu vida por una
estación, dándote la oportunidad de aprender crecer y compartir. Tal vez te
aportan de su experiencia o simplemente te hacen reír y disfrutas de su
compañía. Pueden enseñarte algo nuevo que nunca has visto o hecho, pero lo
principal es que son capaces de traerte una gran alegría, mientras dura este
tiempo. Y hay otras personas, que son para toda la vida, te enseñan lecciones;
te ayudan a aprender, a construir emociones con fundamentos sólidos y
duraderos, como lo es la relación con ellos. De las personas que han llegado a
nuestra vida, generalmente podemos aprender una lección, nada pasa sin una
razón, no conoces a alguien por casualidad, si algo malo te sucedió con
alguien, que no te deje con sentimientos negativos, simplemente aprende de eso
y quédate con lo positivo. Así como Dios nos dice en su Palabra que examinemos
todo y retengamos lo bueno. Tal vez, llegaste a la vida de alguien por una
razón, por una estación o bien para toda la vida. Ya sea que te toque compartir
por un tiempo corto o más duradero, asegúrate de ser de impacto para las vidas
que te rodean. Que el amor de Dios se refleje tanto en ti, que si pasaste por
alguna razón, hayas dejado esa semilla de Dios en sus corazones; si lo hiciste
por una estación, que puedas enseñarle algo nuevo de Dios, para que puedan
descubrir lo hermoso que es vivir en Cristo. Si es para toda la vida, puedes
caminar junto a esa persona, animando, ayudando, amando compartiendo juntos la
fe en nuestro de Dios. “Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero;
pero !ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
“Eclesiastés 4:10 Desde ahora que la marca que dejemos en las personas sea la
de Cristo. “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia de la verdad,
mediante el espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros
entrañablemente, de corazón puro” 1 Pedro 1:22
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