El alma generosa será
prosperada, el que sacie a otros será también saciado. Proverbios 11:25
Llovía fuerte y era de
noche, cuando Renato se dio cuenta que una señora, de avanzada edad, estaba con
su coche parado al costado de la carretera necesitando ayuda. Así que,
inmediatamente, detuvo su vehículo y se acercó. La señora pensó, que podía
tratarse de un ladrón, pues él no inspiraba confianza, tenía el aspecto de un
hombre pobre y hambriento. Renato rápidamente percibió el temor de la mujer y
le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, no se preocupe. ¿Por qué no entra a su auto
mientras lo reviso? Le extendió la mano y le dijo: un gusto, mi nombre es
Renato”.
Al inspeccionar lo que
pasaba, inmediatamente se dio cuenta, que la rueda estaba pinchada entonces se
agachó, colocó el gato mecánico, levantó el coche, cambió la rueda y cuando
estaba en la tarea de apretar las tuercas, ella abrió la ventana y comenzó a
conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo estaba de paso por
allí y de lo agradecida que estaba por su valiosa ayuda. Renato apenas sonrió
mientras se levantaba. Ella le preguntó cuánto le debía, reflexionando
íntimamente en todas las cosas terribles que podían haber pasado si él no se
hubiese detenido para socorrerla. Renato era un hombre que no pensaba solo en
el dinero, le gustaba ayudar a las personas. Este era su modo de vivir. Y le
respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que se encuentre con
alguien que tiene una necesidad, bríndele a esa persona la ayuda que necesite y
en dicho momento, acuérdese de mí”.
Después de andar
algunos kilómetros, bajo una lluvia torrencial, la anciana decidió parar en un
pequeño restaurante al costado del camino. Rápidamente se le acercó una
camarera quien le trajo una toalla limpia para que pudiera secar su cabello. La
señora notó que la joven que la atendía, estaba con casi ocho meses de
embarazo, pero a pesar de eso, tenía una muy buena actitud de amoroso servicio.
Esto despertó la curiosidad de la señora, quien se preguntó, ¿cuál será la
razón, para que ésta joven que no me conoce, me trate tan bien? En ese instante
vino a su mente la imagen de Renato y lo bien que él había procedido con ella.
Al terminar de comer, y
mientras la camarera buscaba el cambio, la señora se retiró. Cuando la joven
volvió, ya no la encontró y mientras empezaba a preparar la mesa para el
próximo cliente, encontró una nota en la servilleta y 4 billetes de 1.000
euros. Entre sorprendida y conmovida por semejante generosidad, sus lágrimas
comenzaron a bañar sus ojos, mientras leía lo que la señora tiernamente le
había escrito: “Hoy tuve un problema y alguien me ayudó, de la misma forma yo
quiero ayudarte a ti. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no
dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda también a alguien más y
acuérdate de mí”.
Aquella noche, la joven
llegó a su casa cansada, después de un largo día de trabajo, se acostó y
mientras observaba a su esposo quien ya se había dormido, se quedó pensando en
el dinero, en las palabras que le había escrito la señora y en lo bien que les
venía este regalo, porque el nacimiento de su hijo sería aproximadamente en un
mes. Se dibujó en su rostro una gran sonrisa, agradeció a Dios, se volvió hacia
su esposo que dormía a su lado, le dio un beso suave y susurró: -Todo estará
bien: ¡Te Amo Renato!
Esta es la actitud que
deberíamos tener todas las personas que hemos recibido a Jesús en nuestro
corazón, como nuestro único Señor y Salvador, porque aun enfrentando momentos
difíciles en nuestras vidas, deberíamos tener una sonrisa en nuestros labios y
paz en nuestros corazones, porque Dios prometió estar con nosotros todos los
días de nuestras vidas y jamás desampararnos.
Jamás olvidemos que
todo lo que damos, vuelve a nosotros. Si sembramos el bien, eso mismo
recogeremos. Acordémonos de Renato.
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