“En los ancianos está la ciencia, y
en la larga edad la inteligencia. Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo
es el consejo y la inteligencia” (Job 12:12-13)
Para el común de la gente llegar a la
etapa de la vejez resulta algo desesperanzador, pero no tanto porque teman
enfrentar los cambios biológicos de sus células, sino por la influencia de una
cultura que rinde culto a la belleza física, a la juventud, a lo material y
pasajero de la vida, pero que no reconoce la importancia de los valores
espirituales, la sabiduría y la riqueza integral que las personas adquieren con
los años.
¡Qué interesante conocer lo que opina
el Autor de la Vida! Dejemos que el eco de la dulce voz de Jesús nos recuerde
una de sus más preciosas enseñanzas: “Cualquiera, pues, que me oye estas
palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa
sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon
contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero
cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre
insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron
ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y
fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27).
Cuando un hombre o una mujer hacen de
Dios el centro de su vida, pueden resistir con altura y dignidad cualquier
circunstancia, por difícil que sea; esto les permite vivir con excelencia,
trabajando con ahínco y tesón, y esforzándose, con las fuerzas de Dios, por la
misma solicitud hasta el final. No temen al paso del tiempo, no se sienten
inseguros ni se desaniman ante los surcos de su cara o los hilos de plata en su
cabello. Esto les llevará a disfrutar esta etapa a plenitud, considerándola una
hermosa oportunidad para afianzar su relación con Dios, profundizar en el
conocimiento y la obediencia a su Palabra, mientras Él les va transformando
cada día más. De esta manera se convierten en esas personas virtuosas que ganan
el amor, aprecio, confianza y reconocimiento de la familia y de la sociedad,
pues se convierten en sabios consejeros, verdaderos líderes que conducirán a
otros a la felicidad, la armonía y la paz, tal como lo declaró desde hace mucho
tiempo el sabio Salomón “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura
de los ancianos es su vejez.” (Proverbios 20:29)
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