“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad,
y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste
será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:25)
Dios ha dispuesto que a través del
ejercicio orientado y juicioso de la voluntad, el hombre pueda alcanzar
absolutamente todo lo mejor y más excelente que Él ha puesto a su disposición.
Él nunca nos dará nada fácil, pues es un Padre y también nos forma como a
hijos.
Todos sabemos que a un hijo al que se
le da todo y de una manera fácil, se le malcría y se le echa a perder. Se
vuelve orgulloso, insensible y caprichoso. No es capaz de valorar las riquezas
que posee y con mucha frecuencia desperdicia las múltiples oportunidades que le
dan. Cosecha grandes frustraciones y fracasos y termina echándole la culpa de
sus desaciertos, a todos los demás. Por el contrario, cuando el hombre tiene
que luchar y sacrificarse por algo, dando lo mejor de sí mismo y entregando su
mejor esfuerzo, es capaz de valorar, apreciar y cuidar aquello que ha
conseguido. El ejercicio de la perseverancia levanta hombres y mujeres
victoriosos, con un carácter firme, maduro y responsable.
Sin embargo, es necesario aclarar que
una persona puede insistir en algo inconveniente para sí mismo o para los
demás, y en este caso, ya no estaríamos hablando de un triunfador sino de un
necio. Es necesario que reconozcamos nuestra incapacidad para identificar lo
que nos conviene o no, y que sin importar nuestra edad, estemos dispuestos a
reconocer que el precepto que viene de Dios es bueno, es puro, es perfecto; sus
mandamientos limpian nuestro camino, su ley nos conduce a toda libertad.
Debemos insistir entonces y ser
absolutamente perseverantes en oír atentamente la palabra de Dios. Busquémosla
como al oro, anhelémosla como a la plata, procurémosla como a las piedras
preciosas. ¿Y luego? Hagamos tal como hemos escuchado, al pie de la letra y con
prontitud. El resultado será magnífico, pues la promesa dice que seremos
bienaventurados, veremos a Dios actuando por nosotros, dándonos lo excelente.
0 comentarios:
Publicar un comentario