jueves, 12 de mayo de 2016

EL QUE PIENSA EN EL POBRE


“Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará, y le dará vida; será bienaventurado en la tierra, y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad” (Salmo 41: 1-3)

¿Ha pensado usted a cuántos hombres y mujeres ha impedido el egoísmo disfrutar de una promesa tan maravillosa? Que no le suceda a usted, que se vaya a perder de esta recompensa tan grande como es vivir una calidad de vida aquí en la tierra, próspera y abundante, contando con la bendición y el favor de Dios, siendo guardados, cuidados y aún consolados por Él en los momentos de adversidad.
Recuerdo una famosa historia que nos enseña acerca de las riquezas que atesoramos cuando pensamos en los más necesitados y desfavorecidos. Este era un muchacho pobre que vendía mercancías puerta a puerta para pagar la escuela, y un día encontró que sólo le quedaba una simple monedita de diez centavos y tenía hambre.
Decidió que pediría comida en la siguiente casa; sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer le abrió la puerta, en lugar de comida le pidió agua. Ella pensó que el joven parecía hambriento, así que trajo un gran vaso de leche. Él la bebió y le preguntó cuánto le debía. “No me debes nada”, contestó ella. Desde luego el joven se fue entonces muy feliz.
Años después esta mujer enfermó gravemente, los doctores locales estaban confundidos y finalmente la enviaron a un especialista para estudiar su rara enfermedad. Cuando él la vio, la reconoció al instante y desde allí puso todo su interés en su vida. Después de una larga lucha se ganó la batalla a la enfermedad con la valiosa ayuda del especialista. Cuando fueron a enviar la factura total de gastos a la joven mujer, el doctor pidió que él mismo la firmaría y colocó algo al borde de la hoja; ella temía abrirla porque sabía que tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos, pero finalmente la abrió y leyó al final de la cuenta “pagado por completo hace ya muchos años con un vaso de leche”....lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así: “Gracias Dios porque tu amor se ha manifestado en las manos y en los corazones humanos”

Ahora, le invito a que usted vaya y haga lo mismo. Comience a ahorrar en el banco de Dios todos los actos de amor y de bondad, especialmente hacia los más pobres y desprotegidos. ¡Nunca faltará nada a usted y a su familia!

0 comentarios:

Publicar un comentario