martes, 17 de mayo de 2016

Los Pensamientos De Dios


“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11)

Son muchas las personas que al observar el panorama actual se desaniman y piensan que ya no hay solución para los interminables problemas que agobian al mundo de hoy. Sin embargo, la Biblia está llena de preciosas declaraciones de parte de Dios que expresan su deseo de que el hombre disfrute de la felicidad, el bien y la prosperidad. Sólo basta acercarse con confianza a Dios, apropiarse por fe de sus inquebrantables promesas, y entonces, una extraordinaria seguridad invadirá su corazón, y sus vidas serán llenas de alegría y esperanza.
La esperanza siempre ha sido estudiada por científicos del comportamiento humano, como un poder especial que acompaña al hombre y que surge en medio de las más fuertes adversidades, de los más profundos sufrimientos, de las más grandes carencias y desesperanzadoras circunstancias. Permanece en el corazón humano aun cuando todo lo demás se haya perdido. Le da fuerzas al hombre para seguir luchando, para seguir viviendo, aun cuando todo parece acabar. ¡Dios ha puesto en el corazón humano la esperanza! Es un don divino que hace que el ser humano se vuelva hacia su Creador y Diseñador, para que encuentre en Él todo lo que necesita para ser feliz.

La esperanza, aunque puede estar dirigida a muchas cosas y personas, de las que podemos esperar algo bueno para nuestras vidas, no está hecha exactamente para ser dirigida a alguien distinto a Dios. La esperanza en Dios no avergüenza. Le invito a que se acerque a conocer a Dios y espere en su bondad, en su misericordia y en su amor. Descubrirá los mejores planes para su vida, los pensamientos más altos, los deseos más perfectos. Disfrutará la paz y lo que siempre ha anhelado, lo tendrá, porque “Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido…” (Salmo 25:3) “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia” (Salmo 33:18).

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