“...Caleb
hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos
posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”. (Números 13:30)
Para
iniciar cualquier proyecto de vida, sea éste pequeño o grande, será necesario
que nos sentemos primero a planificar qué haremos, para alcanzar o coronar con
éxito nuestra meta, y aún planificar cómo superar los obstáculos que pudieran
presentarse en el camino. Veamos un ejemplo utilizando el modelo del pueblo de
Israel; Dios los había sacado de la esclavitud con la promesa de llevarlos a
habitar una tierra donde fluía leche y miel. Hay que destacar que siempre será
factor determinante, para que se cumpla en nosotros el plan de Dios, la actitud
con que asumamos las situaciones que Dios nos permita vivir hasta que
alcancemos nuestra meta.
Al
igual que los espías, muchas veces vemos a nuestra tierra prometida como el
lugar ideal donde todo es bueno; nos damos cuenta de todo lo que podemos tener,
pero los pequeños detalles nos asustan. Aquí es cuando sólo depende de nosotros
el creerle a Dios y tomar la decisión de hacer o no hacer lo que nos manda. Con
el ejemplo de este singular varón, nos damos cuenta que frente a las
circunstancias diversas de la vida podemos ser víctimas o victoriosos.
Pero
recuerde siempre que, Cristo quien vive en usted, fue victorioso; deje que la
vida del que venció la muerte, comience a traslucirse a través de la suya,
permítale a Él poner victoria donde haya derrota y paz en medio de cualquier
situación que le ocasione angustia.
Él
fue uno de los únicos adultos que dejaron Egipto y entraron a la tierra
prometida; fruto de su coraje y valentía al momento de exponer una verdad, a
pesar de encontrarse en minoría y no dejándose intimidar por las
circunstancias, Caleb no vendió el principio de mantenerse fiel a lo que Dios
le había prometido.
Como
Caleb, no debemos ser hombres o mujeres de gran fe solamente, sino hombres y
mujeres de fe en un gran Dios. Fortaleza que provenía de su conocimiento de
Dios y no de lo que se sabía capaz, ni de lo hábil que era. NO OLVIDE, muchas
veces el estar de acuerdo con lo que Dios nos manda, implicará estar en
desacuerdo con los hombres.
0 comentarios:
Publicar un comentario