jueves, 24 de noviembre de 2016

Buscando Los Planes De Dios


“Examíname, oh Dios y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23-24)

La Biblia plantea que Dios es un Dios de orden, y que todo lo que hace tiene un propósito de amor y bendición; Él no improvisa con ninguno de sus hijos, y para cada uno tiene planes que incluyen una vida con sentido y felicidad, pues ninguno de nosotros fue creado al azar. Cuando se trata de conocer los planes de Dios para nuestra vida, es importante nuestra disposición incondicional para hacer su voluntad, así viviremos bendecidos en todo lo que emprendamos. Lamentablemente, muchos no tienen en cuenta a Dios en sus planes y otros, quizá peor aún, conociendo su amor y sabiduría, no someten sus decisiones a Dios, no elaboran sus planes en oración, y muchos menos, piden su consejo con la disposición plena de hacer su voluntad.
Dios está esperando que como el rey David, expongamos nuestros pensamientos, sentimientos, decisiones, planes, sueños y metas ante Él; que encomendemos nuestros caminos en sus manos, para que nos guíe a feliz puerto, para que en todo seamos prosperados, para advertirnos de peligros, para prepararnos para las pruebas, para darnos la seguridad y fortaleza que necesitamos para enfrentar con victoria todas las situaciones de la vida. Ahora bien, es necesario recordar que los planes de Dios Padre están muy por encima de los nuestros y que su propósito es hacernos felices y darnos todo aquello que hemos anhelado y aún, mucho más, en el momento justo, en el tiempo preciso, donde todo es bendición para nuestra vida.
Esta determinación de colocar la vida y las decisiones en manos del Señor, y la disposición de obedecerlo en todo, nos guardará del peor obstáculo que podemos tener y del peor enemigo para el cumplimiento de los planes de Dios en nuestra vida: Nuestro propio corazón. Dios conoce hasta las intenciones de nuestros pensamientos y sabe que nuestro corazón es impredecible y que nos puede engañar. Por eso, reiterativamente nos invita: “Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26).

También el rey David nos da ejemplo cuando permite que el Señor examine el estado de su corazón, y reconoce su debilidad y su tendencia al mal, comprendiendo que la única manera de ser guardado es dejar que Dios lo guíe paso a paso. Esta es la tarea del Espíritu Santo, y por eso nuestra vida debe ser rendida momento a momento a su soberanía. Pero el más conmovedor y maravilloso ejemplo es el mismo Señor Jesucristo, quien sometió plenamente su voluntad a la de su Padre, por amor, en una constante oración, en una vivencia permanente: “Hágase tu voluntad y no la mía”.

La Oración Que Agrada A Dios


“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa” (Mateo 6:5)

La oración sincera, es la que sale de un corazón que siente que está comunicado con su Padre Dios. La primera recomendación que hace Jesús sobre cómo aprender a comunicarnos con Dios, es que la oración debe nacer del corazón, debe ser auténtica. En realidad, lo que a Dios le interesa es la actitud del corazón y no, la elocuencia en las palabras, ya que el único que conoce lo íntimo de nuestro ser es Dios.
El ser escuchados o vistos por los hombres era la actitud de los fariseos, cuyas oraciones no agradaban a Dios, pues buscaban la admiración y reconocimiento de los hombres. Pero la oración nacida en un corazón humilde, sincero y necesitado, es la que Dios escucha. Quienes cultivamos una fe personal en Dios nuestro Padre, sabemos que orar es hablar con Él, y esto, aunque es algo sencillo, es también el acto más sublime y maravilloso, no sólo porque estoy hablando no con otra persona que puede ser importante, excelente o maravillosa, sino porque estoy intimando con Él que es muchísimo más que un ser humano, es el ¡Creador del universo, es el dueño y diseñador de la vida! ¡Es mi verdadero Padre!
Pero ese es precisamente el milagro de la fe y el poder de la oración, que una persona común y corriente pueda tener acceso a la presencia de Dios y entablar un diálogo con el ser más extraordinario de todo el universo.
El Manual de la Vida, la Biblia, nos dice que Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas formas y maneras, en otro tiempo por los profetas, en los postreros días nos ha hablado por el Hijo. ¿Y qué es lo que no ha hablado? Son incontables y profundas enseñanzas; entre ellas debemos resaltar aquella que precisamente enfatizó en el aprender a comunicarnos con Dios. Diríamos que su propósito fue justamente establecer esa relación que se había perdido desde la fundación del mundo, mostrándonos el único y verdadero camino al Padre; así lo expresa en aquella extraordinaria declaración hace más de 20 siglos cuando Jesús se levantó entre la multitud y afirmó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6)

Tomemos éste, el más maravilloso ejemplo de amor y de unidad perfecta del corazón de un hijo para con su Padre, el de Jesucristo, que resultó en acciones de salvación, sanidad, libertad para toda la humanidad. También cuando nosotros nos entregamos de tal forma a la comunión con el Padre celestial, nuestra vida traerá maravillosos beneficios a quienes nos rodean y a la sociedad entera.

No hay nada difícil o imposible para Dios


“¡Oh Señor Jehová! He aquí que Tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti” (Jeremías 32:17)

Cuán maravilloso es saber que nuestra seguridad está en el Dios de los imposibles y que Él vive en nuestro corazón. Cómo nos llena de consuelo y esperanza entender que “nada es imposible para Él”. Pero para disfrutar en todo momento y situación de este poder, es necesario vivir continuamente atento a sus consejos justos e instrucciones sabias, entregar nuestra vida para que Él la dirija, nuestros caminos para que Él nos guíe.
Esto fue lo que hizo el profeta Jeremías quien pronunció esta hermosa declaración de fe, en un momento muy crítico de la historia de su pueblo, cuando estaban a punto de ser invadidos por un pueblo mucho más fuerte y numeroso, y todos los habitantes se encontraban atemorizados, la economía había caído de manera catastrófica y en medio de estas circunstancias, Dios ordena a Jeremías adquirir un terreno. Jeremías obedece al instante dirigiendo una oración en la que ratifica su confianza en la sabiduría, en la justicia y en el inmenso poder de su Padre Dios.
La respuesta de Dios fue sin medida “He aquí yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? Y luego la promesa: “Heredades comprarán por dinero… porque yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová” (vers. 44). Cuánta seguridad darían estas palabras al corazón del profeta. Ya no importaban las circunstancias críticas que lo rodeaban, él sabía que no estaba solo. A su lado estaba Uno más grande y más fuerte que cualquier problema o dificultad.
A lo mejor hoy usted puede estar atravesando por alguna necesidad, un dolor o un peligro. Recuerde que la oración es el arma más poderosa que tenemos los hijos de Dios, la mayor fuente de poder y fortaleza y el mejor recurso para hacer que lo imposible se haga realidad. Hoy usted y yo tenemos la oportunidad de ver señales, prodigios y milagros realizados por la mano de nuestro buen Dios. Sólo necesitamos vivir con la seguridad que le pertenecemos, que somos sus hijos, asegurándonos que cada pensamiento, acto y decisión que tomemos, busque agradarlo y bendecirlo. Entonces viviremos con la confianza que Él irá delante de nosotros como poderoso gigante, allanando montañas, desbaratando cerrojos, abriendo caminos de bendición para nosotros.

Si hoy decidimos habitar al abrigo del Altísimo, entonces experimentaremos la sombra del Omnipotente. Si hoy decidimos poner al Señor por nuestra esperanza, al Altísimo por nuestra habitación, no nos sobrevendrá mal, ni plaga tocará nuestra morada. Él enviará ángeles delante de nosotros para que nos guarden, para que nuestro pie no tropiece en piedra.

Una Cita De Amor


“Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6)

Esta es otra enseñanza de Jesús respecto a la oración; debemos hacerlo de una manera personal, privada e íntima, donde se sostiene una relación estrecha con Dios a través de Jesucristo. La fe se ejercita en lo privado, aunque los resultados son manifiestos públicamente; esta forma de oración es lo que podemos denominar “devocional personal” y es un tiempo muy importante que todo hijo de Dios debe apartar cada día para enriquecer su vida espiritual, mientras se mantiene ese maravilloso diálogo con nuestro amado Señor, dándole así la oportunidad a Él para equiparnos para nuestro diario vivir... Allí adquirimos fuerzas que de otra manera no podríamos tener. Es un tiempo en el que Dios nos capacita para “levantar alas como águilas” para correr sin cansarnos y caminar sin fatigarnos.
Si leemos Marcos 1:35 aprendemos de Jesús, lo siguiente: en primer lugar: Se levantó temprano y se fue a un lugar solitario para estar con su Padre, y segundo, aunque estaba cansado por su trabajo al terminar cada día, nunca estuvo cansado para orar; Él sabía que el secreto del éxito en su ministerio dependía de su búsqueda de Dios.
Hay un secreto especial en el hecho de madrugar, de levantarse temprano, de apartar este primer momento del día para Dios. Es darle a Él, lo primero y lo mejor, tal como hemos sido enseñados por la misma Palabra de Dios y de acuerdo al valioso ejemplo de los grandes héroes de la fe que han existido. Todos aprendieron a buscar a Dios muy temprano en la mañana, antes de emprender cualquier otra acción del día. Pero no solamente lo hacían al comenzar el día, sino continuamente; hay algo que necesitamos es la ayuda de Dios. Quien ejercita la oración contará siempre con la Presencia de Dios; y quien anda con Él “habitará bajo la sombra del altísimo”

Necesitamos encontrarnos con Dios urgentemente, no es de vez en cuando. Si esperamos ser bendecidos, prosperados, tener salud, gozar de paz y armonía en el hogar, etc., la recomendación es ser diligentes en buscar a Dios. El tiempo devocional de manera puntual, nos lleva a disfrutar de todas las riquezas que Dios tiene en su gloria, y las derrama en abundancia sobre los que le buscan. Por eso el rey David fue un hombre que contó con toda la abundancia de Dios como su Padre: “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré” (Salmo 5:3)

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Un Nuevo Estilo De Vida


“Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con Él en gloria” (Colosenses 3:1-4 NVI)

Aquellos que recibimos a Cristo, empezamos a gozar de una nueva vida, con sentido real, es decir, con el sentido que Dios le ha dado a nuestra existencia; esta nueva vida demanda de nosotros mismos, aprender a vivir de acuerdo a los parámetros de Dios, y dejar de lado nuestra propia visión de las cosas, dejar nuestro camino y empezar a caminar por la senda que el Señor ha determinado.
El Señor nos anima para que busquemos siempre las cosas celestiales y no las terrenales, lo que significa que nuestra mente debe ser habilitada para comprender cuáles son esas cosas celestiales, en las que debemos ocupar nuestros pensamientos y empeñar todas nuestras fuerzas. Este estilo de vida no lo podemos realizar si no contamos con el poder del Espíritu Santo. Solamente Él, viviendo su vida a través de nosotros, nos hace experimentar esta plenitud, pues cuando esto sucede, mis pensamientos, mis actitudes, mis deseos, y todo lo que tengo y lo que soy, estará sometido a la voluntad de Cristo.
Podemos por lo tanto, experimentar una seguridad de quiénes somos, dónde estamos y para quién vivimos. Como dice el pasaje con el que iniciamos esta meditación, hemos pasado de muerte a vida, y esa vida le pertenece al Señor, por lo cual, así como Él ahora se ocupa de nuestro cuidado, nosotros también debemos responder cuidando de hacer las cosas que le glorifican y le agradan.

Créame que de esta manera seremos felices y realizados; también viviremos seguros y confiados de las cosas que Dios hace, no sólo en la tierra, sino también en el cielo.

Estrechando Lazos Con Dios


“La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto.” (Salmo 25:14)


La amistad es un valor básico en la vida de todo ser humano y va desarrollándose cada día en la medida que se mantiene sana y sincera. La palabra amigo, no se refiere a un conocido ocasional, sino, a una relación estrecha y de confianza. Así lo vemos en las palabras de Jesús a sus discípulos, las cuales son también para nosotros; “yo no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su Señor, os he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes” (Juan 15:15).
Nuestra relación con Dios tiene diferentes aspectos: Dios es nuestro Creador, Hacedor, Señor, Maestro, Juez, Redentor, Padre y mucho más; pero la verdad es que hay una faceta maravillosa y poco conocida. Nuestro poderoso Señor y Dios, ¡anhela ser nuestro amigo! Amistad que no necesita de rituales ni ceremonias, simplemente una relación sencilla y cariñosa entre Dios y las personas que ha creado. Sólo desea que nos acerquemos a Él en cualquier momento y en la condición en que estemos.
La amistad con este gran amigo, solo es posible por su gracia, realizada por su Hijo en la cruz. La amistad con Dios se manifiesta en que Él da siempre lo mejor para nosotros y espera siempre lo mejor de nosotros y a pesar de nuestros errores, ingratitud, faltas, etc., sigue siempre cerca. Podemos contar con Él, porque su misericordia y especialmente su amor nunca se agotan.
¿Cómo mantener esta amistad?
1. Acostúmbrese a tener una cita de amor diaria con Él, mediante su tiempo devocional (este es un tiempo que usted aparta cada mañana para hablar con Dios)

2. Desarrolle el hábito de leer y meditar cada día en la Palabra de Dios, pues allí va a encontrar los secretos que Dios quiere que conozca. La amistad con Dios hay que cultivarla, por consiguiente requiere disposición, tiempo y un gran amor. El Señor brinda su amistad a quienes lo honran y a ellos les da a conocer su pacto.

Descansando En Los Brazos De Papá


“Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de Él expondré mi queja; delante de Él manifestaré mi angustia” (Salmos 142:1-2)


Cuando dejamos que nuestra alma y corazón se llenen de angustia, cuando acumulamos y guardamos heridas, rencores, malos deseos, miedos; llegará un momento en que no soportaremos más, y hasta perderemos de vista nuestra posición como hijos de Dios, quedando apesadumbrados y derrotados.
En este pasaje podemos ver que ante el Señor, podemos exponer nuestras quejas y angustias, y Él estará presto a oírnos. A veces perdemos el tiempo quejándonos ante los demás, y no lo hacemos delante del Señor. Ahora bien, no se trata de ir a hacerle reclamos, se trata de ir a su Presencia y levantar nuestras manos en señal de rendición, para ser fortalecidos, ayudados, guiados, e inspirados para obrar con rectitud. A pesar de cualquier circunstancia, esto es lo que debemos hacer, puesto que solamente el Señor vendrá en nuestro socorro, con amor genuino sin pedir favores a cambio; lo que tal vez sí hacen las personas cuando equivocadamente les pedimos ayuda o nos rendimos a ellas.
Exponer nuestra causa al Señor es una actitud de confianza, ya que partimos del hecho de que Él conoce nuestra senda como lo dice su Palabra. De hecho, Él lo sabe todo y no necesitaría que lo digamos, pero cuando lo hacemos, nuestro corazón recibe alivio, descansa y queda vacío para poder ser lleno del amor de Dios y de sus Palabras que nos guiarán y nos confortaran en nuestro camino a seguir. Además, se producirá alabanzas y acciones de gracias genuinas en nuestro corazón hacia Dios, porque hemos sido ayudados, hemos sido alcanzados por su misericordia.

La invitación es que usted en este día, pueda presentar su corazón y su alma ante el Señor, no importa cuán angustiado esté su corazón. Le invito a hacer como el rey David, que expuso su queja delante del Señor, y esperó en Él, pues estaba convencido que recibiría su oportuna ayuda.

El Valor De Un Día


“Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:16)



Dios nos hizo para triunfar, para vivir una vida de victoria en todo lo que emprendamos y como todo en la vida demanda esfuerzo y diligencia, esto requiere también una formación especial de nuestro carácter, el cual, es el bien más grande que a nuestro Padre celestial le interesa darnos. Para ello nos ha dejado magnificas herramientas y oportunidades. Los hombres y mujeres victoriosas que alcanzan grandes resultados y permanentes frutos, son aquellos que aprecian el valor inestimable de ser formados cada día en las manos de su precioso Alfarero, aman la vida, ven que cada día es el día que el Señor les da para aprovecharlo intensamente y trabajan con gozo; por consiguiente es un hecho que a los que viven de esta manera, la vida les devuelve en la misma proporción.
Cada día que Dios nos da es una de sus tantas bendiciones, por consiguiente, debemos recibir cada amanecer con la alegría y el regocijo del que recibe un tesoro de incalculable valor. Desde que entendí esta verdad aprendí a recibir cada día con gran alegría y agradecimiento a Dios, desde muy temprano, sin importar si haya dormido bien o no, si al acostarme recibí alguna mala noticia o algo ha perturbado mi corazón, en fin cualquier situación. Todas las mañanas al abrir mis ojos, miro hacia la ventana de mi cuarto y recito las palabras del Salmo 118:24 “Este es el día que hizo el Señor, me gozaré y alegraré en él”
Esta dinámica espiritual, levanta mi fe para creer cada día que “si Dios está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Salmo 118:6), “aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;…” (Salmo 23:4).

El hijo de Dios debe vivir convencido que el día de hoy, mañana y todos los siguientes, es un regalo exclusivo del Señor para él. El día le pertenece a usted, y es usted quien puede convertirlo en una maravillosa aventura o en una deplorable desgracia. A lo mejor, como es normal, habrá momentos difíciles, cuando llega alguna adversidad o algo no resulta bien. Más allá de lo que suceda, ese día nos pertenece y tenemos que manejarlo con las herramientas que Dios nos ha dado, es decir, la fe y la oración, lo cual nos permite vivir por encima de las circunstancias.

martes, 1 de noviembre de 2016

Aprendiendo A Tratar A Los Demás


“No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. Honra a las viudas que en verdad lo son” (1 Timoteo 5:1-3)

El apóstol Pablo buscó formar en Timoteo un varón lleno de fe, un verdadero siervo de Dios que no sólo hablara de Él con sus palabras sino también con sus acciones y su ejemplo. Es imposible pretender servirle a Dios si no estamos dispuestos a desarrollar un estilo de vida como el de Jesús. El hijo de Dios, estaba tan lleno de amor que era fácilmente deducible que Dios estaba con Él. Su amor a su Padre no sólo se manifestaba en palabras cuando oraba sino en acciones de obediencia que implicaban tener misericordia y actuar con compasión siempre hacia todo ser humano, en especial hacia los débiles, los enfermos, los desamparados, los menospreciados.
El Doctor Néstor Chamorro, fundador de una gran familia llamada Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia, Confederación Integral de Teoterapia, ICT en el mundo, enseñó esta gran verdad de la Palabra de Dios “Hay que vivir con la gente, entre la gente y para la gente”. Es que en esto radicó su felicidad y el éxito de su vida. Quienes tuvimos el privilegio de compartir con él, recibimos un ejemplo de vida plena de profundas satisfacciones. Pero sus victorias no estuvieron relacionadas con logros académicos, económicos, con la fama o el poder. Su gran triunfo personal fue el amor. Se sentía verdadero hijo de Dios, y esto lo hacía poseedor de un genuino amor que manifestaba con libertad a cada uno de sus familiares, amigos y discípulos. Es este trato único y especial, cargado de amor comprometido, lo que ha hecho perdurable su recuerdo y vivo su ejemplo en el corazón de cada uno de los miembros de esta gran familia.
Una persona que pretenda servirle a Dios y desarrollar una obra trascendental en el mundo, debe desarrollar sólidos principios basados en el amor genuino a los demás. Nadie que no ame genuinamente a otro podrá influir perdurablemente en él. Toda victoria espiritual, toda obra que trascienda a la eternidad, será motivada y desarrollada a través del amor. Todo hombre y mujer de fe, llenos del Espíritu Santo, tendrán siempre una extraordinaria dosis de amabilidad, dulzura, diligencia, paciencia y compromiso para con todos; entonces estarán influyendo poderosamente en la vida de quienes les rodean, produciendo frutos de sanidad, restauración, liberación, prosperidad y gozo, pero también produciendo la multiplicación de su amor en la vida de otros.

Ahora vemos que el trato adecuado, respetuoso y misericordioso a quienes nos rodean, no es una cuestión de carácter, de formación, o de una actitud. Es una capacitación sobrenatural del Espíritu Santo, que nos lleva más allá de tener unas excelentes relaciones con los demás, a vivir en íntima comunión con Dios, manifestando su amor a través de nuestra vida.

Señor, No Me Olvido De Tus Beneficios


“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:1-2)

Cuenta un misionero cristiano que al llegar a las selvas del Brasil junto con un grupo de fieles cristianos, encontraron una tribu indígena que les dio una gran lección; cuando les preguntaron como pedían ellos a Dios por sus necesidades, ellos contestaron que cuando se reunían sólo lo hacían para agradecer y no para pedir, porque para ellos ya con lo que tenían era más que suficiente; nada les faltaba, estaban contentos con lo que tenían.
El rey David nos invita en muchos de sus Salmos a cultivar el agradecimiento a Dios. Esta era una de sus mayores virtudes, a través de la cual se mantenía humilde, y se guardaba de la altivez y el orgullo. No es extraño que fuera esta la característica a través de la cual el “dulce cantor de Israel” se mereció el título de ser el “hombre conforme al corazón de Dios”. Además, son innumerables los beneficios para aquel que vive agradecido por todo, encontrando siempre valiosos motivos para reconocer el amor y la bondad de su Padre Dios. Entre ellos cabe resaltar: el gozo, la alegría, la paz, la paciencia, la fortaleza y la fe.
Forme parte ahora mismo, del grupo de los agradecidos y felices, de los que viven mejor y por más tiempo. Deje de pertenecer al grupo de los amargados, de los quejumbrosos y de los que se enferman más. Tenga en cuenta las siguientes sugerencias:
• Dedique 20 minutos diarios a recordar todo lo bueno que usted ha recibido. Recuerde como el rey David que Él nos perdona, nos sana, nos rescata, nos corona, nos sacia, nos rejuvenece, nos hace justicia, se compadece de nosotros, etc. Haga un listado, léalo en voz alta y de gracias a Dios por cada cosa anotada, reconociendo su infinito amor y misericordia
• Reconozca que muchas situaciones difíciles que hemos vivido han sido por errores o faltas nuestras. Pida perdón a Dios y esté dispuesto a cambiar con la ayuda de su Santo Espíritu
• Pida al Señor que le ayude a aceptar a los demás y a reconocer que las faltas de otros son oportunidades que Dios nos da para crecer, madurar y perfeccionarnos en el amor

• Propóngase cambiar las quejas por alabanzas y acción de gracias

Fuerza y Poder


“Porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres.” Deuteronomio 4:31

¡Qué sorprendente es la constancia de la bendita Presencia de Dios!, la intervención de Jesucristo en la vida del ser humano; cada día, cada noche, en todas partes y en toda circunstancia, el Señor se encuentra entre nosotros, listo para ayudarnos y socorrernos en nuestras necesidades y apuros por los que estemos pasando. Nunca se encuentra muy lejos o ignorando a sus hijos, Él está más cerca de lo que nos imaginamos. Respecto a esto, trataré de resumir una de tantas experiencias que he vivido a nivel personal, la cual tiene que ver con el tercero de mis hijos (Jimmy). Cerca de cumplir sus cuarenta años de vida, le diagnosticaron un cáncer de los más agresivos, del que no nos ofrecían esperanza de vida. Sin embargo, fue sometido a un duro, largo y penoso tratamiento de quimioterapia, radioterapia, trasplante de médula ósea y finalmente una cirugía.
En esos momentos, cuando uno sólo piensa en cómo va a soportar la partida eterna de un hijo, muchas cosas pasaron por mi mente, pero sobre todo se cruzaban como un libro abierto las promesas de Dios plasmadas en su Palabra, las cuales en mis oraciones las repetía una y mil veces. Cuando hombres y mujeres se ven reducidos a una total impotencia, cuando el dolor es tan grande que siente el corazón traspasado, la vida parece ya insoportable y tiende a rendirse bajo el peso agobiante de los sucesos, pues nada humano puede comunicarnos valor y fuerza, entendí que lo único que era ¡fuerza! para mí, era el poder de Jesucristo. Pero también comprendí que estas fuerzas tienen su base fundamental en la fe.

Un buen día mientras meditaba y reafirmaba por fe las promesas de mi Papá Dios, llegué al libro de Romanos capítulo 8, versos 37 al 39 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó…” Entendí que el amor de Dios es la fuerza más grande del mundo, y en ese amor había creído y debía seguir creyendo siempre. El resultado fue que la debilidad se transformó en fuerza. Han pasado varios años de todo esto que fue, no una pesadilla, sino la experiencia por la cual ahora puedo decir lo maravillosa que es la vida cuando se vive con los recursos que Él nos da. No hay nada como este poder sobre la tierra porque nadie hay como Él y su amor.