“Con
mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de Él
expondré mi queja; delante de Él manifestaré mi angustia” (Salmos 142:1-2)
Cuando
dejamos que nuestra alma y corazón se llenen de angustia, cuando acumulamos y
guardamos heridas, rencores, malos deseos, miedos; llegará un momento en que no
soportaremos más, y hasta perderemos de vista nuestra posición como hijos de
Dios, quedando apesadumbrados y derrotados.
En
este pasaje podemos ver que ante el Señor, podemos exponer nuestras quejas y
angustias, y Él estará presto a oírnos. A veces perdemos el tiempo quejándonos
ante los demás, y no lo hacemos delante del Señor. Ahora bien, no se trata de
ir a hacerle reclamos, se trata de ir a su Presencia y levantar nuestras manos
en señal de rendición, para ser fortalecidos, ayudados, guiados, e inspirados
para obrar con rectitud. A pesar de cualquier circunstancia, esto es lo que
debemos hacer, puesto que solamente el Señor vendrá en nuestro socorro, con
amor genuino sin pedir favores a cambio; lo que tal vez sí hacen las personas
cuando equivocadamente les pedimos ayuda o nos rendimos a ellas.
Exponer
nuestra causa al Señor es una actitud de confianza, ya que partimos del hecho
de que Él conoce nuestra senda como lo dice su Palabra. De hecho, Él lo sabe
todo y no necesitaría que lo digamos, pero cuando lo hacemos, nuestro corazón
recibe alivio, descansa y queda vacío para poder ser lleno del amor de Dios y
de sus Palabras que nos guiarán y nos confortaran en nuestro camino a seguir.
Además, se producirá alabanzas y acciones de gracias genuinas en nuestro
corazón hacia Dios, porque hemos sido ayudados, hemos sido alcanzados por su
misericordia.
La
invitación es que usted en este día, pueda presentar su corazón y su alma ante
el Señor, no importa cuán angustiado esté su corazón. Le invito a hacer como el
rey David, que expuso su queja delante del Señor, y esperó en Él, pues estaba
convencido que recibiría su oportuna ayuda.
0 comentarios:
Publicar un comentario