“¡Oh
Señor Jehová! He aquí que Tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y
con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti” (Jeremías 32:17)
Cuán
maravilloso es saber que nuestra seguridad está en el Dios de los imposibles y
que Él vive en nuestro corazón. Cómo nos llena de consuelo y esperanza entender
que “nada es imposible para Él”. Pero para disfrutar en todo momento y
situación de este poder, es necesario vivir continuamente atento a sus consejos
justos e instrucciones sabias, entregar nuestra vida para que Él la dirija,
nuestros caminos para que Él nos guíe.
Esto
fue lo que hizo el profeta Jeremías quien pronunció esta hermosa declaración de
fe, en un momento muy crítico de la historia de su pueblo, cuando estaban a
punto de ser invadidos por un pueblo mucho más fuerte y numeroso, y todos los
habitantes se encontraban atemorizados, la economía había caído de manera
catastrófica y en medio de estas circunstancias, Dios ordena a Jeremías
adquirir un terreno. Jeremías obedece al instante dirigiendo una oración en la
que ratifica su confianza en la sabiduría, en la justicia y en el inmenso poder
de su Padre Dios.
La
respuesta de Dios fue sin medida “He aquí yo soy Jehová, Dios de toda carne;
¿habrá algo que sea difícil para mí? Y luego la promesa: “Heredades comprarán
por dinero… porque yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová” (vers. 44).
Cuánta seguridad darían estas palabras al corazón del profeta. Ya no importaban
las circunstancias críticas que lo rodeaban, él sabía que no estaba solo. A su
lado estaba Uno más grande y más fuerte que cualquier problema o dificultad.
A
lo mejor hoy usted puede estar atravesando por alguna necesidad, un dolor o un
peligro. Recuerde que la oración es el arma más poderosa que tenemos los hijos
de Dios, la mayor fuente de poder y fortaleza y el mejor recurso para hacer que
lo imposible se haga realidad. Hoy usted y yo tenemos la oportunidad de ver
señales, prodigios y milagros realizados por la mano de nuestro buen Dios. Sólo
necesitamos vivir con la seguridad que le pertenecemos, que somos sus hijos,
asegurándonos que cada pensamiento, acto y decisión que tomemos, busque
agradarlo y bendecirlo. Entonces viviremos con la confianza que Él irá delante
de nosotros como poderoso gigante, allanando montañas, desbaratando cerrojos,
abriendo caminos de bendición para nosotros.
Si
hoy decidimos habitar al abrigo del Altísimo, entonces experimentaremos la
sombra del Omnipotente. Si hoy decidimos poner al Señor por nuestra esperanza,
al Altísimo por nuestra habitación, no nos sobrevendrá mal, ni plaga tocará
nuestra morada. Él enviará ángeles delante de nosotros para que nos guarden,
para que nuestro pie no tropiece en piedra.
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