miércoles, 23 de diciembre de 2015

AY DE MI.


Baruc vivió hace más o menos 25 siglos. Era escriba, dicho de otro modo era secretario de importantes personajes. Baruc era un fiel creyente. Por esta razón estaba apegado a Jeremías, el gran profeta en Jerusalén y le servía. Pero la época era sombría; Jeremías anunciaba que Jerusalén iba a ser destruida por sus enemigos. El pueblo rehusaba creerle y no soportaba a causa de sus mensajes amenazadores. También perseguía a Baruc, pues este los escribía y los leía públicamente. Entonces Baruc empezó a quejarse de su suerte diciendo: ¡Ay de mí ahora! por que ha añadido el Señor tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso” Jeremías 45:3. Por cierto supongo que él hubiera preferido escribir mensajes de victoria y de paz. En su amor Dios contesto a su siervo desanimado: “Ves Baruc, esta ciudad va a ser destruida, entonces no busques grandezas para ti; te daré tu vida por botín en todos los lugares a donde fueres” ver.5 Talves estas insatisfecho con lo que tienes? No te lamentes por la posición que en este momento ocupas, ahuyenta este estado de espíritu, deja de suponer que el Señor es injusto contigo. El está a tu lado en todo y tiene maravillas preparadas para ti ahora. No te sientas incomprendido o perseguido pues verá por ti. Como lo hizo con Baruc te dio el regalo de la vida porque sabe que puedes con ella. Cuando Jesús era incomprendido, rechazado, sabia alabar al Padre por todas sus decisiones. ¡Solo imítalo¡ “Perode ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” Hechos 20:24

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