jueves, 24 de diciembre de 2015

Cuenta una historia


Que dos hermanos vivieron juntos y en armonía por muchos años pero un día comenzó un pequeño malentendido que fue creciendo.
Si bien los hermanos vivían en granjas separadas, durante cuarenta años habían cultivado juntos, compartido maquinaria e intercambiado productos, eran un gran equipo juntos. Lamentablemente, esto se vio afectado cuando un buen día el conflicto terminó en una explosión de palabras seguidas de semanas de silencio.
A CONSTRUIR PUENTES. Una mañana alguien llamó a la puerta del hermano mayor. Era un carpintero que estaba buscando trabajo.
- Tengo un trabajo para usted, afirmó el hermano mayor. Al otro lado del arroyo, en aquella granja vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero él desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nuestras granjas. Él pudo haber hecho eso para enfurecerme, pero le voy a hacer algo mejor. ¿Ve aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más.
Acto seguido, el hermano mayor ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y se fue al pueblo a buscar provisiones.
Al volver el granjero quedó atónito. No había ninguna cerca de dos metros; en su lugar había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una fina pieza de arte con todo y pasamanos.
En ese momento, el hermano menor vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo:
- Eres una gran persona, construir este hermoso puente después de todo lo que he hecho y dicho.
Mientras se reconciliaban se dieron cuenta de que el carpintero estaba tomando sus herramientas y se marchaba.
- No, espera, dijo el hermano mayor, no puedes irte, tengo muchos proyectos para ti.
- Me gustaría quedarme, dijo el carpintero, pero tengo muchos puentes por construir.
Muchas veces permitimos que los malos entendidos nos separen de la gente que amamos, permitimos que el orgullo sea quien domine nuestras acciones y algo que podía arreglarse rápidamente se transforma en años de enfrentamientos, y separación.
Nosotros estamos llamados a ser agentes de paz, a amar a nuestro prójimo, a perdonar las ofensas, sin importar quién se equivocó.
Así como el carpintero hizo del puente una obra de arte con los desechos de madera que tenía, nosotros debemos hacer nuestro mejor esfuerzo por reconstruir los lazos que nos acercan a las personas que amamos. No basta con un intento, hay que hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos a nuestro alcance.
Recuerda que el rencor hace más daño a la persona que lo siente que a aquella que pudo generar la situación que causó ese sentimiento. Perdona, no permitas que en tu corazón eche raíces la amargura.

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32

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