Jesucristo
vino a la tierra como Hijo de Dios a romper el poder del pecado sobre la raza
humana. Él asumió la forma de un ser humano y experimentó todo lo que cualquier
otra persona viviente experimentaría a lo largo de su vida. La única cosa que
Él nunca experimentó que todos nosotros hemos experimentado, es la experiencia
de desobedecer a Dios. Siempre fue fiel para realizar cada acto y mantener
todas las actitudes que le agradaban al Padre. Sirve como ejemplo perfecto de
una persona en absoluta y completa obediencia a la Voluntad de Dios. Su
obediencia culminó en el acto de sacrificarse en el Calvario por nuestros
pecados Su perfecta vida pagó el precio que Dios demandó por mi imperfección.
Cambió Su Vida por la mía, sin ninguna garantía de que jamás aceptaría Su
sacrificio. Sin Su pago, Su regalo de Sacrificio, no tendría un camino claro
para conocer a Dios o caminar con Dios, y mucho menos ser aceptado por Él. Pero
gracias a Cristo Jesús y Su inefable Don, mis pecados han sido perdonados, el
poder del pecado sobre mí se ha roto, y un día, incluso la presencia del pecado
será totalmente eliminada.
Hebreos
9: 26b, pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para
siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
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