“Si
Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová
no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”. (Salmo 127:1)
PASAJE
COMPLEMENTARIO: Mateo 7:24-27
Toda casa
es edificada por una familia, pero a la reflexión que nos lleva este
versículo es: para que un hogar y una ciudad estén protegidos y seguros, es
necesario que Dios esté incluido en los planes y acciones del hombre que la
construye o la guarda. La Escritura nos enseña que todo debe ser levantado
sobre bases firmes, y si sabemos que Cristo es roca firme, qué mejor que
cimentar cualquier proyecto en Él. También es importante al formar una
familia, el enseñar normas morales y formar muy bien académicamente a los
hijos; pero la base fundamental para el éxito en el hogar está en poner a
Cristo como cabeza de éste.
Dios es
el diseñador de la familia y esa es precisamente la razón por la cual la
mayoría viven en crisis, porque han desconocido los principios que Él
proporcionó para el establecimiento y la felicidad de la familia. Los padres,
hoy deben aprender a escuchar la voz de Dios para obedecerle. Dios debe ser el
centro de nuestra vida para ser en consecuencia el centro de nuestro hogar.
La única
manera de salvar una familia es logrando que ella vuelva al lugar a donde
pertenece, al corazón de Dios; y para esto es indispensable enraizarla,
cimentarla, fundamentarla en su Verdad. Por lo tanto Cristo tiene que ser el
centro de nuestra familia, estableciendo la autoridad de Dios en ella y
restableciendo el orden y la armonía de Dios.
Formar
una familia es una empresa de mucha responsabilidad, porque tiene que ver con
la construcción de vidas que tarde o temprano van a reflejarse en la sociedad.
Muchos no tienen claridad del valor que ella tiene, viven confundidos
contemplando cada día la triste realidad del desmoronamiento de la
institución que ha sido destinada a ser sólida y estable, y no a fracasar.
Solo
nuestro amado Padre Celestial nos da los fundamentos necesarios para que
nuestra familia y sociedad sean el espacio donde cada uno de sus miembros
alcanza la realización total e integral.
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