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Conozco una historia acerca de un
hombre, amante de la naturaleza y habituado a explorarla. En una de sus
múltiples expediciones, encontró un huevo muy grande. Nunca había visto nada
igual y decidió llevarlo a su casa. -¿Será de un avestruz? -preguntó a su
mujer. –No, respondió ella. -Es demasiado abultado -dijo el abuelo. -¿Y si lo
rompemos? -propuso el hijo. -Es una lástima. Perderíamos una hermosa curiosidad
-respondió cuidadosa la abuela. -Ante la duda, lo voy a colocar debajo de la
pava que está empollando huevos. Tal vez con el tiempo nazca algo- afirmó el
hombre. Y así lo hizo. Cuenta la historia que a los quince días nació un pavito
oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez comió todo el alimento que
encontró a su alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo: -Bueno,
ahora vamos a volar. La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su
flamante cría y le explicó: -Mira, los pavos no vuelan. Te sienta mal comer de
prisa. El pavito terminaba su almuerzo o cena, su desayuno o merienda y les
decía a sus hermanos: -Vamos, muchachos ¡a volar! Todos los pavos le explicaban
entonces otra vez: -Los pavos no vuelan. A ti te sienta mal tanta comida. El
pavito empezó a hablar más de comer y menos de volar. Así que creció y con el
tiempo murió en el corral. Murió sin nunca haber logrado volar, que pena, ¡Él
en realidad era un cóndor! y había nacido con la capacidad de volar hasta los
7,000 metros de altura. ¡Pero nadie volaba...! sentía en su ser el volar pero
lo que decían los demás, finalmente le quitó el poder de hacerlo. Lo mismo
sucede con nosotros, oímos más la opinión que los demás tienen de nosotros, lo
que creen ellos que podemos y no podemos hacer, y luego nos subestimamos tanto
que dudamos de la gran obra que Dios hizo al crearnos. Que triste es cuando
sucede esto, que habiendo sido creados para triunfar y volar alto, tal vez nos
quedamos en una vida limitada por la opiniones de otros, por lo que los demás
dicen que puedes hacer. “ No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto;
sino que prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido
por Cristo Jesús.” Filipenses 3:12 ¿Crees que no eres bueno solo porque te lo
dijeron y viste que varios no podían lograrlo?, pero es hora que entiendas que
Dios te perfecciona cada día, ¿aun no sabes cómo servir a Dios?¿ Que te llamó a
hacer?, pues involúcrate más en sus cosas, sírvelo con todo lo que tengas, da
lo mejor de ti, no te dejes morir sin haber explotado tu potencial ni que el
tiempo pase y digas, “no sabía que podía hacerlo”, te aseguro que Dios te
sorprenderá porque descubrirás que eres único y capaz de mucho mas. No seas lo
que los demás digan sino lo que Dios declaró que eres. “ A fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” 2 Timoteo
3:17
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