1 El Señor es
mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El Señor es mi
fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? 2
Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me
ataquen, tropezarán y caerán. 3 Aunque un ejército poderoso me rodee, mi
corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado. 4 Lo único que le
pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días
de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su
templo. 5 Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades; me esconderá en
su santuario. Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará. 6 Entonces
mantendré mi cabeza en alto, por encima de los enemigos que me rodean. En su
santuario ofreceré sacrificios con gritos de alegría, y con música cantaré y
alabaré al Señor. 7 Escúchame cuando oro, oh Señor; ¡ten misericordi
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