Como seres
humanos somos buenos cuando se trata de hacer, de buscar soluciones y resolver.
Nos enseñaron que nuestro futuro está en nuestras manos y que lo que ocurra con
este dependerá simple y llanamente de lo mucho o poco que trabajemos por las
metas y sueños propuestos. Sin embargo, no parecemos estar igual de preparados
para cuando las cosas, a pesar de nuestro esfuerzo no salen bien, cuando las
circunstancias se salen de nuestras manos y no importa lo duro que luchemos,
sencillamente no podemos alcanzar aquellas cosas con las que soñamos o mejor
esas promesas que Dios nos regaló en su palabra. Es allí entonces cuando el
Salmo 27:14 nos da una idea de cómo manejar estas situaciones.
Aguarda a
Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. Salmo 27:14
En esta ecuación
parece que el orden de los factores es definitivamente importante. Primero
debemos aguardar a Jehová, es decir buscar su voluntad, pedir su guía y esperar
a que nuestro Padre Celestial; conocedor de todas las cosas, no solo de tus
capacidades sino de tu pasado y futuro; te muestre los planes que tiene para tu
vida, así que antes de gastar cantidad de energía en cosas que no darán
resultado, busca la asesoría y dirección de tu creador.
Luego viene la parte en
la que somos expertos, una vez conoces los planes de Dios para tu vida,
entonces esfuérzate, se valiente, no te canses, no te rindas, trabaja, y cuando
llegue ese momento en que no ves los resultados que esperabas, cuando las cosas
no salen como tu deseabas y parece que Dios se equivocó en lo que te dijo, no
le permitas al desanimo llegar a tu vida, antes dice el salmo que te alientes,
que no desmayes, que no desfallezcas, recuerda que con Dios no vivimos por lo
que vemos, sino por lo que sabemos y tu certeza debe ser que Dios va delante de
ti, que Él es quien abre o cierra puertas y que los resultados dependerán
siempre de la soberanía de Dios. Debemos aprender a hacer nuestra parte y
confiar en que Dios hará la suya, como lo hizo Abraham quien vivió esperando esa
promesa de que sería padre y confió aunque su cuerpo estaba casi muerto y su
esposa era estéril.
Rom 4:20 “Ante la promesa de Dios no vaciló como un
incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios, plenamente
convencido de que Dios tenía poder para cumplir lo que había prometido.” (NVI).
Por lo tanto el último punto es descansar, confiar y esperar, este es el mejor
momento para Dios mostrarte que es soberano, y poderoso para responder a tu
esfuerzo y oraciones y a la vez es tu mayor oportunidad para demostrarle a Dios
que no confías en tus fuerzas ni en tus capacidades sino en su señorío,
promesas y amor hacia a ti.
Por lo tanto
consérvate fiel a tus tareas y a Dios, espera en el Señor con Fe, oración y
humilde sujeción a su voluntad. Llénate de valor y coraje. Confía en Dios,
conserva tu ánimo aun en medio de dificultades y peligros, permítele a tu
corazón reposar en Dios, y no dejes que nada te mueva. Aquellos que esperan en
Dios tienen motivos para estar confiados a pesar de las circunstancias.
Isaías 26:3, “Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en
ti ha confiado”.
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