A
veces nos sentimos tan pesados, como que no podemos mantenernos en pie, y hay
algo en nosotros que hace que las fuerzas nos abandonen, el desgano nos invade
y hace que nuestros días se vuelvan pesados y tediosos.
Un
conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un vaso con agua y
preguntó al auditorio: - ¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua?
Entonces
el conferencista comentó: - No importa el peso absoluto. Depende de cuánto
tiempo voy a sostenerlo. Si lo sostengo por un minuto, no pasa nada. Si lo
sostengo durante una hora, tendré un dolor en mi brazo.
Si
lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar a una ambulancia. Y
aunque siempre se trata exactamente del mismo peso, cuanto mas tiempo paso
sosteniéndolo, más pesado se vuelve.
Si
cargamos nuestros pesares, rencores u odios todo el tiempo, tarde o temprano se
nos hará imposible continuar, la carga se volverá cada vez más pesada y
entonces vendrá la desesperación, la falta de deseos de vivir o pero aún las
enfermedades.
Lo
importante es tomar todas las cargas, todo lo que está afectando tu vida
negativamente, y dejarlo en la presencia de Dios para ser libres, como dice en
Mateo 11:28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
hare descansar” Si tienes que perdonar, perdona y perdónate a tí mismo si fuera
el caso, por los errores que has cometido.
Suelta
esa carga por completo, no de palabra o por emoción, decídete hoy a ser libre y
comenzar de nuevo, deja ir a aquella persona que te hizo daño, sana aquel dolor
que te causaron o el odio que te consumió durante todo este tiempo.
Dios
es quien te da la oportunidad; está en tus manos tomarla, ser libre y vivir
plenamente.
“Hecha
sobre Jehová tu carga, y el te sustentará.” Salmos 55:22.
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