nos salvó, no
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia,
por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,
para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la
esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que
insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en
buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Pero evita las
cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la
ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones, después
de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y
peca y está condenado por su propio juicio.
Tito 3:5-11
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