lunes, 22 de febrero de 2016

Dios restaura individuos y naciones


“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.” (Isaías 44:3)

Que fácil es experimentar desánimo y preocupación ante el panorama del mundo actual, y plantearse miles de inquietudes y preguntas acerca del rumbo de las cosas y del futuro, muchas de las cuales quedarán sin respuestas. Sin embargo, hoy podemos contar con una extraordinaria seguridad, la que nos es proporcionada por la fe en las inquebrantables promesas de Dios, llenando de alegría y esperanza al corazón de aquellos que le creen. Él es el único, el Omnipotente Dios, capaz de derramar aguas sobre el sequedal en que se ha convertido nuestra vida y ríos en medio de la aridez que existe en el corazón de muchos seres humanos.
Él es el único capaz de brindar esperanza a nuestros renuevos, que son nuestros hijos, en medio de un mundo al que hemos llenado de tristeza, de injusticia y de dolor.
Buscar a Dios, conocerlo, escudriñar su Palabra, estar dispuestos a obedecerle, constituye la más alta garantía de que Él estará con nosotros, que no nos dejará, que saldrá por nosotros cada día. Esta fue la enseñanza que David, un rey muy famoso y próspero, daba a su hijo, como la más grande herencia que podía dejarle antes de partir; por encima del oro, la plata, la fama y el poder: “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.” (1 Crónicas 28:9).

El que se acerca para conocer a Dios, descubrirá la paz que sobrepasa el entendimiento humano, pues entenderá que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta; que sus pensamientos son de bien y de paz, y que Él no desea que ninguno de sus hijos sufra, que ninguno de sus hijos se pierda. Descubrirá que Dios planea bendecir a los pueblos y naciones que a Él se acojan, pues tiene el poder necesario para transformar todas las cosas, por imposibles que parezcan, aún los viejos sistemas que oprimen, engañan y esclavizan.

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