Jesús dijo: He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré
con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20
Uno de nuestros amigos estaba
cómodamente sentado en un avión, a punto de despegar de un pequeño aeropuerto.
El personal de cabina acababa de cerrar la puerta y estaba ocupándose de los
últimos preparativos. Afuera llovía a cántaros. De repente, nuestro amigo vio a
un hombre vestido con impermeable que corría en dirección del avión y empezó a
golpear con fuerza la puerta. Desde el interior la azafata intentó explicarle
que era demasiado tarde. Pero el hombre golpeaba con más insistencia hasta que,
al final, la azafata le abrió la puerta. Para gran sorpresa de todos, aquel
hombre era el piloto.
¿Hacia dónde va nuestra sociedad?
Muchas personas actúan como el personal de aquel avión, se embarcan para un
viaje sin el piloto a bordo. Sin embargo, el piloto está afuera llamando a la
puerta.
¿Usted se ha dado cuenta de que Jesús
está llamando a la puerta de su corazón, de su vida? Quizá lo esté haciendo por
medio de una enfermedad, de un accidente, de una situación difícil, mediante la
lectura de un pasaje de la Biblia o incluso a través de esta hoja...
¡Ábrale su corazón! ¡Invite a
Jesucristo a entrar! Él desea, al igual que ese piloto, conducirle por el
camino de la paz. Desea «cenar con usted», es decir, crear lazos de confianza
con usted. Como es Dios, solo él puede responder a las necesidades de su
corazón. Dígale sencillamente: «Señor Jesús, te abro la puerta; te necesito».
Jesús dijo: “Yo soy la puerta; el que
por mí entrare, será salvo” (Juan 10:9).
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