“Y si alguno de vosotros tiene falta
de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5)
La oración es la herramienta más
valiosa del cristiano, y la sabiduría, el don más necesario ¡Qué
extraordinaria bondad la que Dios tiene al permitirnos acceder a tan excelsa
virtud, con tan sólo pedirla!
Papá Dios ya preparó para nosotros
una vida de éxito y victoria. Él está interesado en bendecirnos y darnos
todo lo que necesitamos para ser felices y vivir con sentido y realización.
Él desea que todos disfrutemos de ser más que vencedores en Cristo, en todas
las circunstancias por las que tengamos que atravesar y en todos los roles que
tengamos que desempeñar. Pero, lamentablemente, como dice el Dr. Néstor
Chamorro P. en su libro La Teoterapia y la Unción del Espíritu Santo, “miles
de hombres y mujeres hijos de Dios, teniéndolo todo para ser grandes, siguen
siendo “del montón”, viven una vida llena de altibajos, inundada de buenas
intenciones y un sinnúmero de promesas de cambiar y ser mejores, las cuales
quedan formando parte de efímeros momentos de comunión con el Espíritu
Santo, pero se ahogan en un mar de mediocridades, oraciones devaluadas y vidas
sin trascendencia ni poder”.
A pesar de haber sido dotado de una
inteligencia superior a la de cualquier criatura sobre el planeta, el ser
humano necesita un conocimiento supremo, un entendimiento sobrenatural, un
discernimiento divino, que le lleve a vivir prudente y sabiamente, a tomar
decisiones acertadas que produzcan bien y prosperidad a su propia vida, a su
familia y al medio que lo rodea. Se requiere sabiduría de lo alto para
comprender y amar permanentemente al cónyuge, para entender y guiar
correctamente a los hijos, para enfrentar victoriosos los problemas y presiones
de la vida, para aprovechar los vientos de adversidad para elevarnos y
remontarnos a un nivel de vida cada vez más excelente.
Necesitamos el mismo espíritu de
sabiduría que estuvo en Jesucristo, la vida más próspera, desafiante,
excelente y fructífera que haya existido y existirá jamás. Usted también
puede recibir la sabiduría que necesita, si tan sólo inclina su rostro
reverentemente y reconociendo su necesidad delante del Padre Dios, le pide con
humildad y fe.
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