“Mucha paz tienen los que aman tu
ley, y no hay para ellos tropiezo” (Salmo 119:165)
En nuestro diario caminar, por lo
general, siempre tendremos motivos para experimentar diferentes estados de
ánimo, muchos de los cuales se convierten en verdaderos conflictos que nos
abaten y nos quitan la tranquilidad. Pero la promesa del Señor es que en medio
de cualquier circunstancia adversa, podemos tener paz en nuestro espíritu,
sosiego y equilibrio en nuestra alma y aún, bienestar, fuerza y vigor en
nuestro cuerpo; esto es posible porque la presencia de Dios, la cual es la fuente
inagotable de todo bien y de todo poder, es una promesa inquebrantable que
Jesús nos hizo, con tan sólo creer en Él y amarlo a través de nuestra
obediencia a sus principios.
Esta fue la preciosa enseñanza que
Jesús dejó a sus discípulos, la cual les llenó de consuelo y esperanza. Si
amaban a Jesús realmente, vivirían como Él les enseñó, guardarían sus
mandamientos y los pondrían por obra, así reproducirían la vida de Cristo por
todas partes.
Entonces, fruto de este amor
verdadero, el Espíritu Santo haría morada en sus corazones y nunca más se
sentirían solos; por el contrario, disfrutarían de una paz indescriptible y
sobrenatural que quitaría para siempre su temor y su confusión.
Muchas veces nos preguntamos cómo
hacer para no equivocarnos, para no tropezar tanto en la vida; o qué tenemos
que hacer para poder experimentar a diario esa paz que intuimos, el mundo no
nos puede dar. Esta porción de la Biblia es muy clara: La única manera de vivir
y disfrutar esa paz completa y verdadera, es amando, meditando y obedeciendo la
ley de nuestro Padre Dios.
Es necesario aprender que los
mandamientos de Dios no son un código rígido, sino la voz de un Padre que nos
ama. Sus leyes nos guardan de hacer y hacernos daño, nos permiten andar en
rectitud e integridad delante de Dios y de los seres humanos, nos dan sabiduría
para vivir. Por eso el salmista escribe con tanta gratitud, pues en la palabra
de Dios él encuentra más que dirección: Halla a Dios mismo y, donde está Dios
no falta nada. Donde está Dios, está la paz que tanto anhelamos. A lo largo de
mi vida he encontrado que este es el camino más sencillo para ser feliz, vivir
en paz y tenerlo todo, ¿y usted?
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