martes, 16 de febrero de 2016

Tiempo para Dios


¡Estoy demasiado ocupado; no tengo tiempo! A muchos de nosotros nos cuesta encontrar un tiempo para escuchar a los demás, para dejar nuestras propias preocupaciones e interesarnos en nuestro cónyuge, en nuestros hijos, en nuestros amigos... ¿Y qué decir del tiempo que consagramos a escuchar a Dios y a hablarle?
Escuchar a Dios significa recibir totalmente su mensaje contenido en la Biblia. Es necesario detenerse para escuchar la palabra de Dios. Jesús nos dice: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación” (Juan 5:24).
Luego, para los que han creído, escuchar a Dios significa tomar el tiempo para leer su Palabra. ¡Es permitir que esta Palabra forme mis pensamientos! Es tratar de comprender cuál es la voluntad de Dios para mí (Efesios 5:17). Sigamos el ejemplo de “María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra” (Lucas 10:39). Al igual que ella, enseñados por nuestro Maestro, podremos hacer la obra que él quiere confiarnos.
Dios desea que lo escuchemos, pero también quiere que nos tomemos el tiempo para orarle, es decir, hablarle sencillamente. El Señor Jesús enseñó a sus discípulos sobre “la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).

Quizás a veces estemos demasiado ocupados para orar. Entonces tratemos de modificar nuestro ritmo de vida para consagrar tiempo a la oración. Como consecuencia, experimentaremos la paz y la serenidad que uno siente cuando ha expuesto a Dios sus peticiones (Filipenses 4:6-7).

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