Desde los tiempos antiguos, Dios ha
hablado al hombre de una manera firme y contundente. Ha revelado su voluntad.
Podemos decir que hoy en día somos privilegiados porque tenemos acceso directo
a la palabra de Dios, que es la Biblia; y aunque tenemos esta inmensa
oportunidad, no todos la aprovechan. Si hay algo necesario e imperativo hoy en
el mundo es conocer la Palabra de Dios, ya que ella es luz en tanta oscuridad
que hoy reina.
En un mundo donde todo es relativo y
subjetivo, la palabra de Dios es lo único seguro, en la cual podemos depositar
toda nuestra confianza. Sin embargo, cuantas personas en su obstinación, en su
ceguera y sordera espiritual, han cerrado su corazón a las verdades de Dios y
“profesando ser sabios se han hecho necios”. Bien lo dice el Señor cuando en
cierta ocasión disputaba con un grupo de saduceos: “ustedes están equivocados,
ni saben lo que dice la Biblia, ni conocen el poder de Dios.” Esto también nos
puede ocurrir, que por falta de conocimiento de la Palabra de Dios, caigamos en
errores y equivocaciones que muchas veces nos cuestan demasiado, sufriendo y
haciendo sufrir a los demás.
Si el ser humano comprendiera la
dimensión de la riqueza que contiene la Biblia, no se rendiría tan fácil o
rápidamente ante los problemas de la vida, pues a través de su meditación y
estudio permanente comprendería las verdades relacionadas con Dios, como es,
que nada hay imposible para Él. Conocer su Palabra nos lleva, por tanto, a
desarrollar fe, y como la fe mueve montañas, nos lleva a ver al Dios de los
milagros, el Dios de los hechos sobrenaturales. Lo invito a meditar en estas
verdades acerca de la Palabra de Dios, que lo llevarán a vivir por encima de
las circunstancias. Permita que ella alumbre su vida, y así evitará andar en
medio de las tinieblas.
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