sábado, 13 de febrero de 2016

¿Dónde estás tú?



La Biblia contiene muchas preguntas, y a menudo es Dios quien interroga al hombre. Este año nos detendremos en algunas de ellas.
La primera pregunta que Dios hizo al hombre es muy significativa: “¿Dónde estás tú?”. ¿Dónde estaba Adán cuando Dios le habló? Se había escondido para que Dios no lo viese; le había desobedecido y tenía la conciencia cargada; debido a ello tenía miedo y desconfianza. Sin embargo Dios lo llamó. ¿Iba a dejarlo en ese estado de vergüenza y ensimismamiento, y luego juzgarlo? No, Dios quería ayudarle, deseaba su bien, por ello le habló, lo interrogó y lo invitó con bondad a arrepentirse. Deseaba que Adán volviese a confiar en Dios, y fue lo que sucedió: Adán reconoció que había desobedecido; escuchó lo que Dios le dijo sobre las consecuencias de sus faltas pero también lo que había preparado para solucionar ese problema.
Al final Adán, confiado en la gracia de Dios, dio a su mujer este hermoso nombre: “Eva” (palabra hebrea relacionada con el vocablo “vivir”), en tanto que la muerte acababa de entrar en el mundo mediante el pecado (Romanos 5:12). Luego Dios cuidó de esa primera pareja y les dio lo necesario para vestirse. Así podrían enfrentarse a su nueva condición.

“¿Dónde estás tú?”, es la pregunta que Dios hace a cada uno de nosotros, y yo también tengo que hacérmela: «¿Dónde estoy? ¿Lejos de Dios? ¿Desconfiado y con mala conciencia?». Por mi parte, he aceptado el diálogo con Dios y su veredicto sobre mis faltas, pero, ¡qué gozo!, también acepté su gracia y su perdón.

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