viernes, 4 de marzo de 2016

Una buena acción, una excelente recompensa


“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Colosenses 3:23-24)

Hay dos maneras de hacer las cosas: Como para Dios y como para los hombres. Todos aquellos que se acercan con fe a Dios con el sincero deseo de conocerlo, pueden disfrutar el hecho de hacer las cosas como para Dios. Esto, aunque implica una gran responsabilidad en lo que tiene que ver con la excelencia de nuestras obras, también representa recibir del mismo Señor la recompensa. El que hace las cosas como para los hombres, de los hombres debe esperar la retribución. Pero el que lo hace para Dios, sirviéndole a Él y para su gloria, participará también de sus recompensas, que son siempre mejores: Excelsas y eternas.
Una de las principales características del servicio a Dios, es que se hace de corazón, es decir, motivado por el amor y la compasión por los desvalidos, los enfermos, los necesitados. Es esto lo que nos convierte en verdaderos Agentes de cambio, cuando el dolor que sentimos por las necesidades de los que sufren es suficiente como para que nos levantemos a tomar acción efectiva, como lo hizo el mismo Señor Jesucristo.
Él es el ejemplo más grande que tenemos de responsabilidad social: Jesús se conmovía, se dolía y buscaba aliviar la pena y satisfacer la necesidad. Su vida entera fue una vida de servicio, pues nunca permitió que la conveniencia, el ganar adeptos ni aumentar su popularidad, o aún, el sentirse bien consigo mismo, fuera su motivación para servir.
Su servicio fue siempre un acto de amor, amor que manifestó aun en las circunstancias más difíciles, más injustas; un amor que experimentó por todos, amigos y enemigos, seguidores y perseguidores, pobres y ricos. Su vida fue totalmente invertida en la salvación, el bienestar y la salud de otros ¡He ahí la vida más completa y desafiante!

Dios puede realizar grandes cosas a través de personas que están dispuestas a ser guiadas por Él. Hoy en día hay una gran necesidad de estar disponibles tanto para Dios como para los demás. Tome hoy la decisión de no ser un observador indiferente de la situación actual, y basándose en esta promesa, entregue su vida al servicio de Dios, que es servir al prójimo. Pero recuerde, que las buenas acciones comienzan y se hacen en el hogar.

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