“Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En
ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no
desamparaste a los que te buscaron,” (Salmo 9:9-10)
Dos interesantes enseñanzas podemos extraer de esta porción Bíblica:
• La primera tiene que ver con la pobreza, pues el salmista nos declara:
Jehová será refugio del pobre. Por lo regular relacionamos pobreza con la
carencia de bienes materiales, pero las
Escrituras nos hablan de una pobreza mucho más grave, y es la
espiritual.
Se refiere a aquellos que desconocen la vida abundante que Dios ha
provisto para ellos, y sufren al no tener a quien acudir, pues sólo confían en
sí mismos o en lo que tienen. Pero, Dios nos ama tanto que desea que todos lo
conozcan, que todos tengan acceso a su salvación y vida de salud total y que
ninguno se pierda. Por eso, extiende una generosa y compasiva invitación para
que estas ovejitas se acerquen a su redil como su refugio de fortaleza y
provisión, y allí puedan descansar y ser sustentadas por su Buen Pastor, de tal
forma que nada les haga falta
• La segunda enseñanza se refiere a la necesidad de conocer a Dios para
poder confiar en Él.
Dios es nuestro Padre y Creador. Nos hizo a su imagen y semejanza, es
decir, con un espíritu diseñado para tener amistad con Él y conocer sus planes
y propósitos; un alma con intelecto, emociones y voluntad, así como Él la tiene
también; y, finalmente, un cuerpo para ejecutar sus designios en esta tierra.
Esto quiere decir que toda relación que con Él quiera establecerse, debe ser
una relación personal, que incluya todas las áreas de nuestra vida: espíritu,
alma y cuerpo. Así como dos personas pueden construir confianza e intimidad en
la medida en que se tratan, comparten sus propósitos y se comunican
permanentemente, Dios también espera que cada uno de sus hijos se relacione con
Él.
¡Que usted y yo podamos reconocer cada día nuestra profunda necesidad de
Dios, y acercarnos para conocerlo, depositando en Él toda nuestra confianza y
haciendo de Él nuestra más grande esperanza. Entonces, Él será nuestro amparo,
nuestro refugio, nuestra salvación en medio de la angustia.
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