“Respondiendo Jesús, les dijo: De
cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la
higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será
hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” Mateo
19:21-22
No se puede vivir una vida de
resultados totales sin dedicar tiempo a orar insistentemente.
No se puede vivir una vida rica de
oración dedicando escasos y apresurados momentos para orar; se necesita
persistencia, insistencia y anhelo. Sí, anhelo; aquél que experimentaba el rey
David por la presencia de Dios y que provenía del profundo amor y gratitud que
este hombre tenía para con su Señor: “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová
de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de
Jehová...” (Salmo 84:1-2).
La vida de David se caracterizaba por
un incansable deseo de buscar a Dios, descansar en su Presencia y aprender de
él. Descubrió así, que su seguridad más grande estaba en su comunión con Dios y
aprendió el secreto de esperar que Dios se ocupara de sus asuntos. También en
la Biblia encontramos ejemplos de otros hombres y mujeres que, con su oración,
lograron cambiar gran cantidad de situaciones difíciles y adversas, hasta
transformar la situación de un país. Estos ejemplos deben motivarnos para
buscar el cambio que nuestra patria necesita a través de la oración y el compromiso.
Toda conquista es posible, puesto que
el poder de Dios sólo espera ser usado, y la oración de fe es la herramienta
diseñada para poner en acción ese poder. Nunca pongamos obstáculos a la
oración, ni siquiera por nuestro trabajo; por el contrario, con la oración se
adquiere y aumenta la energía para trabajar, somos libres del temor y hallamos
salida al conflicto. Oraciones escasas, a la ligera y débiles, corresponden a
una condición espiritual pobre. Su vida puede ser tan prominente como tan
intensa sea su vida de oración. «En lo secreto me has hecho entender sabiduría»
(Salmo 51:6b).
Quien practica el secreto de la
oración se hace sabio, importante, infatigable, adquiere paciencia, tolerancia
y equilibrio. Quien aprende a desarrollar su vida en la oración, logra alcanzar
los objetivos que nunca antes imaginó alcanzar. En la oración el débil se hace
fuerte, el temeroso se hace valiente y osado, la amargura se transforma en
alegría, confianza y paz; quien ora aprende a escuchar la voz de Dios, conoce
la verdad que le hace libre y definitivamente se convierte en un hombre o mujer
que vive para alegrar el corazón de Dios.
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