Hace dos mil años, Jesucristo, el Hijo de Dios, pagó el precio de Su
Vida impecable sin pecado y, al hacerlo destruyó todos los efectos de la caída
terrible del hombre en pecado. Con el precio de la salvación pagada, Dios
demanda muy poco de la humanidad, solo creer que la Obra Redentora de Su Hijo
era y es suficiente para todas nuestras necesidades. Como dependemos
diariamente de la gran labor de Amor de Cristo, el Espíritu Santo, que está
aquí para glorificar a la Persona y la Obra de Jesús, se mueve a nuestro favor.
Lo único que limita al Espíritu Santo de llevar los beneficios de la redención
a un individuo sería que son o no Creyentes en la Obra Terminada de Cristo o
que han transferido su fe de Cristo y lo que Él hizo, para ellos mismos y lo
que hacen. En pocas palabras, un objeto equivocado de la fe (confianza en uno
mismo o algo distinto a Cristo y a la Cruz) corta la ayuda potencial del
Espíritu Santo. Al ser obedientes a la fe, el Creyente tiene el potencial de
existir en la esfera del Espíritu, donde se hacen posibles todas las cosas.
¡Así que ponga su fe todos los días en el Plan de redención de Dios y créale a
Dios por el milagro que necesita hoy!
1 Corintios 2: 4-5 Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que
vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de
Dios.
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