Dios, digno de Adoración “Mas yo por la abundancia de tu misericordia
entraré en tu casa; adoraré hacia tu santo templo en tu temor” (Salmo 5:7)
Mucho se ha escrito sobre la misericordia de Dios. El significado del
término lo dice todo: MISERES: miseria, CORD : corazón
Quiere decir que nuestro Padre Dios mira nuestra miseria (corazón
engañoso) con su corazón lleno de amor y compasión. Reconocer esta bondad
infinita de Dios manifestada en su perdón absoluto y total, a través de la
sangre de Jesucristo, su hijo, y poder disfrutar ahora del privilegio de estar
en su casa y contar con su compañía permanente, a través de la oración; esto
nos debe enternecer, de tal forma, que tomemos la decisión de ser hijos
agradecidos, obedientes y fieles.
Un hombre tan rico, tan poderoso y tan grande como lo fue David nos
enseña acerca de estas hermosas virtudes, pues reconocía que él no “entraba a
la casa” del Señor por méritos propios y que podía orar, alabar y buscar a
Dios, sencillamente porque Él mismo le concedía esta misericordia. Aunque era
rey, reconocía plenamente que era Dios el que lo había traído de detrás de las
ovejas, de ser un humilde pastorcillo a convertirse en un rey de fama y
renombre.
Este es un sencillo ejemplo de cómo debemos mirar a Dios en la medida en
que escalamos los peldaños del éxito y la prosperidad. No olvidemos que la
comodidad y la abundancia pueden endurecer el corazón a tal grado que nos hacen
creer que todo lo hemos logrado por nuestro propio brazo, por la capacidad, la
tenacidad y el mérito propio.
Mantener clara la visión de un Dios misericordioso que nos sostiene con
su aliento de vida, momento a momento, hará que transitemos por los caminos de
la humildad y de la sencillez, y esto también se verá reflejado en el buen
trato que demos a todos los que nos rodean y en el sabio manejo de la autoridad
que se nos delega. También se reflejará en los encuentros diarios con Dios,
para hablar con Él y seguir recibiendo su dirección sabia que nos lleva a
prosperar cada día más.
Recordemos: “Dios acerca al humilde y aleja al soberbio” siempre que nos
acerquemos a Dios, hagámoslo con humildad.
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