El evangelio de San Juan contiene un total de 879 versículos y más de un
30% de estos se refieren a la relación Padre – Hijo que Jesucristo disfrutó y
siempre nos quiso enseñar.
Indudablemente la vivencia que un hijo tiene con su padre es
determinante para alcanzar una vida de equilibrio y salud total, así como de
plenitud y realización personal.
Si un hijo ve a su padre como un amo, un ser exigente y molestoso,
terminará resentido con la vida, crecerán en su corazón raíces de amargura que
terminarán contaminando todo lo que encuentra a su paso, y seguramente sus días
serán tristes, llenos de desasosiego, escasez y derrota. Por el contrario, si
un hijo ve a un padre con aceptación y respeto, entonces esta honra le abrirá
puertas y posibilidades que ni siquiera esperaba.
En la expresión: “Como el Padre me ha amado”, se revela el amor como la
esencia de una relación eterna. Jesús se sintió amado y, por tanto,
experimentaba gran seguridad y profunda confianza para cumplir todo lo que el
Padre le pedía. No había temor sino alegría en obedecer y hacer su voluntad.
Esto le hacía permanecer en el disfrute de su amor. Era algo maravilloso a lo que
el Señor Jesús no estaba dispuesto a renunciar. Esta relación de amor profundo
y verdadero, le fortaleció para tomar la decisión de entregar su vida para la
salvación de la humanidad. Es por eso que podemos afirmar que es el amor lo que
salva, lo que sana, lo que hace vivir.
Pero además, este amor cuando se recibe, es inevitable darlo. Se
transmite a otros y continúa salvando, sanando y dando vida a su paso. “Así
también yo os he amado...”, esperando que en nuestro corazón se genere la misma
seguridad, la misma confianza, la misma disposición para hacer su voluntad. La
orden final de Jesucristo para sus discípulos, ¡permaneced en mi amor!, no
significa permanecer en una religión, sino en su amor. El amor es una decisión
que sale del corazón. Por eso, ¡decida hoy amar! Dios Padre, Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo anhelan tener nuestro amor para que conozcamos y vivamos todo
aquello que el Padre más amoroso da y hace por sus hijos. ¿Cree usted que Dios
es su amo o su Padre? Revise esto en su corazón, ore y ajuste su relación con
el Dios de Amor.
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