lunes, 14 de marzo de 2016

Dios,Un Padre Amoroso


“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.” (Juan 15.9-10)

El evangelio de San Juan contiene un total de 879 versículos y más de un 30% de estos se refieren a la relación Padre – Hijo que Jesucristo disfrutó y siempre nos quiso enseñar.
Indudablemente la vivencia que un hijo tiene con su padre es determinante para alcanzar una vida de equilibrio y salud total, así como de plenitud y realización personal.
Si un hijo ve a su padre como un amo, un ser exigente y molestoso, terminará resentido con la vida, crecerán en su corazón raíces de amargura que terminarán contaminando todo lo que encuentra a su paso, y seguramente sus días serán tristes, llenos de desasosiego, escasez y derrota. Por el contrario, si un hijo ve a un padre con aceptación y respeto, entonces esta honra le abrirá puertas y posibilidades que ni siquiera esperaba.
En la expresión: “Como el Padre me ha amado”, se revela el amor como la esencia de una relación eterna. Jesús se sintió amado y, por tanto, experimentaba gran seguridad y profunda confianza para cumplir todo lo que el Padre le pedía. No había temor sino alegría en obedecer y hacer su voluntad. Esto le hacía permanecer en el disfrute de su amor. Era algo maravilloso a lo que el Señor Jesús no estaba dispuesto a renunciar. Esta relación de amor profundo y verdadero, le fortaleció para tomar la decisión de entregar su vida para la salvación de la humanidad. Es por eso que podemos afirmar que es el amor lo que salva, lo que sana, lo que hace vivir.

Pero además, este amor cuando se recibe, es inevitable darlo. Se transmite a otros y continúa salvando, sanando y dando vida a su paso. “Así también yo os he amado...”, esperando que en nuestro corazón se genere la misma seguridad, la misma confianza, la misma disposición para hacer su voluntad. La orden final de Jesucristo para sus discípulos, ¡permaneced en mi amor!, no significa permanecer en una religión, sino en su amor. El amor es una decisión que sale del corazón. Por eso, ¡decida hoy amar! Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo anhelan tener nuestro amor para que conozcamos y vivamos todo aquello que el Padre más amoroso da y hace por sus hijos. ¿Cree usted que Dios es su amo o su Padre? Revise esto en su corazón, ore y ajuste su relación con el Dios de Amor.

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